Capítulo 49.

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—Ya no es hora de dormir bella durmiente.

El canturreo de Nils hace que ponga mala cara y me aferro más a la sábanas mientras él quita las cortinas haciendo que la luz del sol me dé de lleno en el rostro, pero como soy más fuerte que el odio me cubro con las sábanas hasta arriba.

Así me gusta, rebelde.

—Novia, no hagas esto más difícil —resopla cansado.

—Cinco minutos más —gruño aplastando la almohada en mi rostro cuando él me quita la cobija.

—Sof, prácticamente has invernado por casi dos días.

Bajo un poco en la almohada para mirarlo con una ceja enarcada, sé que desde que llegué no he querido salir de la habitación, siento que no puedo ni con mi alma y he tenido demasiado sueño, quizás es por el simple hecho que no he descansado como debería y mi cuerpo me está pasando factura.

Ángel y Nils me han estado despertando en el transcurso de estos dos días y siempre es cuando llega la hora de la comida y por más que he tratado de al menos bajar al comedor simplemente no puedo, solo quiero dormir y ellos no han tenido otro remedio que comer conmigo en el balcón y dejarme dormir por el resto del día hasta el almuerzo o cena.

—¿Qué hora es? —pregunto soñolienta.

—Casi las doce del medio día.

Me incorporo de golpe y por un momento siento que casi me voy con san pedro.

—¿Cómo?

—Lo que escuchaste, si no levantas ese culo de la cama, te bañas, te arreglas y comes al menos un plato de cereal, llegarás tarde a tu primera sesión...

Mierda.

No dejo que Nils termine el sermón cuando salgo disparada de la cama para encerrarme en el baño y tomar una ducha rápida.

Para cuando salgo del baño Nils ya me había dejado la ropa sobre la cama y se lo agradecí telepáticamente porque ya no estaba en la habitación y me visto lo más rápido posible, no sé porque se le ocurrió elegir el conjunto que nunca uso pero que de igual forma empaqué pero de igual forma me lo pongo porque no hay tiempo y me ato el cabello en una coleta para ahorrar más tiempo y me contempló un poco en el espejo.

Sé que tengo lo mío pero siento que... no me siento como debería sentirme: segura de mi misma. Y es algo extraño porque tengo momentos de inalcanzable pero simplemente no me siento así y más con este top ajustado que me deja mostrar el ombligo y la falda corta, quizás en algún otro momento me gustaría pero no me siento bien al verme tan delgada y tener algo puesto así.

—¿Estás lista?

Los golpes a la puerta me hacen reaccionar y corro al armario tomando una chaqueta de cuero y me la pongo torpemente mientras doy tumbos por la habitación y abro la puerta.

—Listisima —me recuesto sobre el marco de la puerta y Nils después de contemplarme un poco solo se limita a sonreír guardándose el consejo que quería darme.

Llegamos al comedor y Nils arrastra el plato de cereal hasta ponerlo frente a mi y me obliga a comer recordándome que si no lo hago me tendrá que llevar cargada cuando me desmaye en plena calle, cuando estamos listos salimos de la casa y abordamos su auto que en cuestión de segundos pone en marcha.

El viaje fue algo silencioso hasta que Nils encendió la radio y empezó a canturrear mientras repiqueteaba sus dedos en el volante cada vez que el auto se detenía en el semáforo hasta que se estacionó frente a un edificio algo elegante.

Nils y yo bajamos del auto y nos encaminamos al interior del edificio, Nils habló con la recepcionista y está nos deja usar el ascensor.

Para cuando el ascensor abre sus puertas yo ya estaba jugueteando con mis dedos para tratar de calmar la ansiedad y los nervios que esto me causaba, después de años sin tener una sesión con un psicólogo me pone de los nervios y más si tengo que revivir traumas que aún me siguen doliendo un poco para que al final ellos no sepan como ayudarme y no quiero volver a eso, no quiero hundirme más, quiero que esta vez sí funcione y poder sentirme bien conmigo misma.

Camino a la felicidad (En corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora