Extra: Autocine.

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Alex Cortés.

Dos cosas.

Uno: la suerte me acompaña.

Dos: soy maravilloso.

El más humilde.

Lo mejor que pudo haber hecho Loreto fue alejarse de Sofía por un berrinche y sé que está mal regocijarse de las desgracias de los demás teniendo en cuenta que lo que dijo la hirió, pero si le ves el lado positivo a esto puedes darte cuenta que fácilmente tengo más oportunidades con ella.

Ávila no volvió a buscarla y podría decirse que ya no están juntos. Lo que el destino —o sea yo— nos depare a Sofía y a mí solo serán las consecuencias de la evidente química que hay entre los dos.

Sofía no es tonta, ella sabe perfectamente que me gusta y mucho. Yo también sé que le gustó o que al menos no le soy indiferente. No me odia y eso hace que las cosas sean un poco más complejas, Sofía es fácil de leer cuando de sus gustos se trata y lo que publica en su muro de Instagram me respalda.

No soy un acosador pero cuando quiero conquistar a alguien —cosa que literalmente nunca pasa— trato de investigar sobre ella y sobre lo que le apasiona. La rosa fue solo una casualidad pero todos los regalos que le han llegado después de eso han sido por mi ardua investigación e interrogatorios "inocentes".

La sonrisa y el brillo en sus ojos cuando encuentra los detalles en su bolso es más que una recompensa.

Cada vez que lo hago me siento en las sillas de atrás con David y me encanta hacerla sonrojar cuando ella da media vuelta para mirarme y le guiño un ojo bastante coqueto.

Trato de lanzar los pensamientos perversos al vacío cuando eso pasa, porque si, Sofía me encanta de una forma que me asusta pero no me intimida y me parece interesante todo lo que tiene que decir, me gusta conocerla y saber más de ella. Pero tristemente no soy perfecto y mis pensamientos muchas veces se desvían y la deseo.

Solo Dios sabe cuánto la deseo.

La deseo de todas las formas habidas y por haber.

Esto no solo sería atracción física y lo supe desde el minuto en el que le puse el ojo.

Es difícil explicar lo que sentí la primera vez que la vi sin que me tachen de loco o "un cliché de mierda". Pero bueno, aquí vamos...

Confieso que me perdí en su hermosa mirada café como un pendejo que cayó rápido cuando se supone que no buscaba a nadie, lo peor es que en ese momento supe que no quería contemplar otra mirada que no fuera la de ella y lo que es mucho peor a eso: mi corazón latió con tanta fuerza como si ya la conociera, como si mi corazón se hubiera reencontrado con el suyo y eso me asustó, pero como dije anteriormente: no me intimidó.

Quería saber que era eso que tanto me hacía querer estar cerca de ella y fue demasiado tarde cuando me di cuenta de que estaba completamente jodido como para frenarlo.

Sofía me cautivó y terminé enamorándome de ella.

Pude confirmarlo cuando fui lo suficientemente descarado como para robarle un beso y disfrazarlo como un "accidente".

¿En qué momento me convertí en un crío estúpido que usa este tipo de estrategias?

Creo que la respuesta está bastante clara: no quiero asustarla. Sé que con Sofía debo ir paso a paso y más si se ha convertido en alguien muy importante para mí.

Camino a la felicidad (En corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora