Capítulo 8.

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Sofía Monterubio.

Alex mantuvo la mano en mi mejilla y acarició mis labios con el pulgar como si tampoco pudiera creer que esto hubiera pasado de verdad.

Tragué saliva con dificultad y entreabrí mis labios cuando él se acercó para besarlos de nuevo pero se detuvo abruptamente cuando de un momento a otro empezó a llover agresivamente.

Recogimos las cosas rápidamente y atravesamos el parque corriendo a toda velocidad, en varias ocasiones nos tropezamos y casi nos caímos por lo resbaloso que estaba el césped y la acera pero llegamos a la motocicleta en una sola pieza.

Alex fue el primero en subir mientras se reía a carcajadas y me ofreció su mano para ayudarme a hacerlo también, rodeé su torso con mis brazos y tuve el atrevimiento de recostar mi rostro sobre su espalda para embriagarme un poco de su calor corporal.

Nos quedamos así por unos minutos hasta que Alex pareció reaccionar y sin decir nada puso la moto en marcha.

No sabía a dónde nos llevaba pero tengo la ligera sospecha de que no es a su casa.

Para este punto mi vestido destilaba agua por todas partes y el trayecto parecía no tener final, el frío estaba comenzando a calar mis huesos y mis dientes castañeaban sin parar.

Minutos después la motocicleta se detuvo y me bajé rápidamente para abrazarme a mi misma, estábamos en una especie de mini bosque ya que había muchos árboles alrededor y uno que otro animalito correteando en busca de un refugio.

Seguí a Alex de cerca cuando él empujó el vehículo hasta llegar a un árbol y lo cubrió con un plástico para que no se siguiera mojando.

-Hay que subir.

-¿Eh?

Miré a la misma dirección que Alex y me di cuenta de la existencia de una casita del árbol bastante moderna, no era como esas típicas casas para los niños sino todo lo contrario.

-Se la compré a un señor al que le gustaba mucho la naturaleza porque de joven fue un explorador -me explica mientras subimos las escaleras de caracol-, él no pudo seguir conservándola por su vejez e hicimos una especie de cambio, le compré una casa en el campo de una sola planta a cambio de su casa.

Alex sacó unas llaves del bolsillo y las introdujo en el cerrojo para abrir la puerta.

Entré sin que él me lo pidiera y cerró la puerta tras su espalda después de que yo pasara, la lluvia golpeaba salvajemente a las ventanas y todo estuvo en tinieblas hasta que Alex encendió la luz.

La casita del árbol era bastante amplia y se notaba que si pertenecía a una persona solitaria.

En una de las esquinas había un estante de libros casi vacío con un par de sillones frente a ella, a su lado estaba la puerta del balcón y al otro extremo del estante una ventana, Alex se acercó a dicha puerta y ventana para cerrar las cortinas cuando un relámpago me hizo jadear del susto.

La cocina estaba al otro extremo de la casa y se veía bien equipada y modernizada, a un par de metros había una puerta que supongo que debe ser el baño y el armario está justo al lado de la cama.

Me fijé en cada pequeño detalle con curiosidad hasta detener la mirada en lo que estaba al lado del televisor.

Era una guitarra.

-No sabía que tocabas un instrumento.

-¿Qué?

-La guitarra -Alex se tensó de pies a cabeza y no pude fijarme en su expresión ya que me daba la espalda.

Camino a la felicidad (En corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora