Ojeo la revista sobre la mesa, zapatos, política, elitismo, moda que no entiendo, música que no me gusta, en fin, nada que me entretenga mientras tiñen mi pelo nuevamente. Después de pelearme con el peine por dos horas decidí cortarlo a la altura de mis hombros y cuando puse un pie en la peluquería me arrepentí totalmente de mi desesperada decisión. Lo traigo demasiado largo, rosando mis caderas y creo que lo extrañaría de más, como no podía poner el tonto después de entrar, me decidí por hacerme unas pocas mechas color platino. Mechas que irónicamente me harán recordar el gran arte que hizo el estúpido pintor de paredes sobre mi cabeza.El resultado final es precioso, al menos a mis ojos, mi pelo negro y el platino hacen un contraste perfecto que quiero mostrar con orgullo. Saco el móvil y aún sentada en el sillón capturo una selfie con mi móvil.
─Venga, únete─ la señora algo mayor que se encargó de transformar mis greñas enredadas en este pelo decente me sonríe y se agacha a mi lado. Ambas sonreímos ampliamente para la foto─ si lo deseas puedo subirla a mis redes y promocionar la peluquería, tengo una cantidad de seguidores bastante decente.
─¿Harías eso por mi? ─ se le humedecen los ojos y siento ganas de apretarla entre mis brazos. Se nota que se parte la espalda en este negocio y ni siquiera tiene ayuda.
─Claro que lo haría─ le sonrío y por un segundo me siento ajena dentro de mi propio cuerpo. ¿Desde cuándo soy esta chica que sonríe porque sí, que no le cuesta mil respiros conversar con ajenos? Aún recuerdo lo mucho que me costó poder respirar en la misma habitación que otra persona en la universidad, lo que me costó no reírme de su maquillaje tan mal hecho, si hubiese sabido desde un inicio que esa chica intrépida se convertiría en mi mejor amiga tal vez desde el primer día hubiese bajado el volumen de mi música, dejado mis libros a un lado y hubiese conversado como una persona normal. Conocí a una persona maravillosa cuando bajé mis barreras, tal vez no estaría mal hacerlo de vez en cuando.
Subo ambas fotos a mis redes sociales y debajo escribo un pequeño comentario:
¿quieres un cambio? ¿arreglar un desastre? ¿seguir siendo bella(o)? ¿marcar la diferencia? Vente a PathSalon y no solo saldrás hermosa(o), también saldrás feliz.Adjunto la ubicación y sonrío aún más cuando casi instantáneamente comienzan a llegar comentarios lindos y de aceptación. Tal vez con este gesto tan simple pueda estar cambiando la vida de esta señora y esto me hace inmensamente feliz.
A la hora de pagar paso por unos incómodos cinco minutos en que la señora se niega a cobrarme su trabajo y yo insisto de mil formas posibles.
─Hagamos algo, me vas a cobrar ahora y seré tu cliente regular para siempre─ ella niega y sé que debo esforzarme para que cobre su dinero, bajo ninguna circunstancia saldría por esa puerta si eso no sucede─ pero me deberás un favor si de verdad comienzan a venir.
Veo la duda reflejada en sus ojos y casi salto en un pie cuando asiente.
Le extiendo mi tarjeta llena de satisfacción y sonrío y contra todo pronóstico ella también lo hace.
─Gracias Path, nos vemos pronto─ le digo tomando mi tarjeta de vuelta después de pagar y me escabullo.
Me estiro en mi pequeña cama y casi quiero protestar cuando una almohada cae al suelo. Por instantes me arrepiento de que sea así de estrecha pero me consuela saber que al menos cumple su objetivo; mi única regla, no dormir en la misma cama con un hombre. Siento que el momento de mayor vulnerabilidad es mientras dormimos y me niego a compartir esa intimidad con alguien. Miro hacia el sofá del rincón y me sorprende que esté vacío, son apenas las seis de la mañana.
Me siento en mi cama y restriego mis ojos, hoy será un día ajetreado. Con mi cuerpo aún desnudo me dirijo a la cocina a por un vaso de agua y me encuentro con Paul de espaldas, en bóxer, preparando el desayuno, bendito amanecer en el que me libraré de tostar todo lo que intente cocinar.
─Si no tuviera una economía tan impróspera juro que te contrataría─ digo acercándome y dándole un abrazo de oso por detrás. Obviando el hecho de estar desnuda, es un abrazo tierno, lo que siento por él no podría definirlo con palabras, pero si mañana me dijese que se ha enamorado de alguien correría a abrazarle y sería feliz sin dudarlo. Paul es un chico que cualquiera desearía a su lado, pero no soy cualquiera, no creo en el amor ni estoy interesada en sentirlo.
─Buenos días, dormilona─ se gira y besa mi mejilla sonriendo─ sigo sin superarte─ me escanea de pies a cabeza─ estás sensacional con ese look─ toma un mechón de mi cabello y lo lleva hacia su nariz aspirando mi shampoo.
─Yo creo que exageras─ golpeo su hombro y ríe─ voy a darme una ducha, espérame para desayunar, ¿vale? ─ asiente.
Me doy una ducha rápida, me visto apresurada y salgo como flecha, un desayuno decente me espera. La mesa está preparada y sonrío arrastrando una silla hacia atrás para unirme a Paul.
─Hoy regresan Steven y Allyson de Estados Unidos─ digo engullendo una tostada─ quisiera ir corriendo al aeropuerto pero tengo trabajo─ maldigo para mi adentros.
─Julian me ha pedido que pase a recogerlos a las once─ he aquí a través de quién nos conocimos, Julian, el sugar daddy de Alice, el papá de Steven, el padrastro de Allyson, mi mejor amiga.
─Podés decirle a All que lo siento por no estar o no, mejor no le digas, me estoy delatando, ambos sabrán que hemos estado juntos recientemente─ me cubro la boca.
─Somos amigos─ afirma─ no veo en ello nada extraño.
─Solo no quiero que esto se sepa, alguien podría mal interpretar todo y no quiero que esto se joda─ estiro mi mano y alcanzo su mejilla, nadie podría entender que somos realmente amigos, no somos una pareja clandestina que finge ante los demás. Ni siquiera nos involucramos con terceros porque si acudimos uno al otro es porque ambos tenemos claro que no queremos sufrir amando. Lo último que necesitamos es a personas poniendo nombres y etiquetas a lo que sea que tenemos.
─Allyson tiene que saberlo─ y por supuesto que lo sabe, pero nadie más, y así será, al menos por mi parte. Tuerzo los ojos porque a pesar de que es obvio, somos como un chicle y un zapato, no lo aceptaré y le daré el derecho de comentarlo si así lo desea. Sé que es egoísta de mi parte, pero, así soy. Al notar que sigo en función de mi desayuno sin prestarle atención retoma la conversación mientras pellizca de su sándwich─ mañana en la mañana vuelo hacia Canadá.
─Wao, adóptame─ bromeo, sé cuánto odia esos viajes de negocios donde prácticamente es como un mensajero de aquí para allá repleto de papeles. Odia su trabajo y hasta hoy sigo sin comprender por qué no renuncia.
─Bien podrías ir en mi lugar─ resopla.
─Quiero un regalo, ¿vale?, algo lindo y exótico─ le hago ojitos y me regala una sonrisa.
─Me esforzaré─ Se levanta de la mesa y lleva su plato a medio comer hacia la encimera─ Pasaré por mi apartamento a hacer las maletas.
Se acerca a la mesa, se inclina sobre mí para besar mi frente y acuna mi mejilla entre sus manos.
─ No te deprimas mucho, ¿okey?, trataré de hacer unos minutos al día para llamarte─ asiento. Lo observo dirigirse a la puerta y sin moverme del sitio le lanzo dos besos amistosos haciendo un sonido exagerado que lo hace reír.
Y ya está, vuelvo a estar sola. Encerrada entre estas paredes. Devoro mi desayuno con paciencia mientras enciendo mi móvil. Río de algunos comentarios graciosos en mi último post y mi humor cae de picada cuando veo un mensaje spam, un posible periodista reenviando un artículo: Jessica Liu visita Estocolmo, su encuentro con el famoso pint… mierda, mierda, cómo han conseguido mi número de nuevo, cómo es que vuelven a joder mi privacidad con mensajes de porquería, con noticias que no quiero saber. Bloqueo el número como es costumbre y lanzo el móvil lejos de mí. No van a joderme este día, no soy una niña, ya no más. Soy una mujer madura y tengo una vida que atender.
Vacilo sobre dejar el móvil porque no deseo ni mirarlo pero lo necesito así que lo agarro y lo meto en el bolsillo de mi chaqueta. Bajo las escaleras apresurada al escuchar movimientos bruscos. Están mudando los muebles del piso de abajo. Lo están vaciando, porque a partir de hoy, también será mío.

ESTÁS LEYENDO
Me refugio en ti
Teen FictionKyoto Satō ha sufrido gran parte de su vida. El abandono de su madre y la frialdad de su padre la han convertido en alguien fría, indiferente. Incapaz de abrir su corazón a ningún hombre. Fiel defensora de que el mundo está jodido y que el amor es...