─Kyoto Sato─ inclino ligeramente mi cuerpo devolviendo el saludo que acabo de recibir con respeto y me arrepiento al instante de mi incómodo atuendo que hace que mis senos sobresalgan y parezcan más de lo que son, me incomoda que pueda desviar miradas y dejar de parecer profesional y lista y roce lo vulgar ante quienes debo demostrar mucho de lo que no soy.
─Señor Baker, un placer ─ extiendo mi mano hacia el hombre apuesto frente a mí y me alivia ver que mantiene su vista recta y limpia de pecados, William, mayor inversor de la empresa y actual poseedor de una riqueza que con pocas se compara en Europa, imagino que esté harto de ver tetas a diario, dibujo una sonrisa previamente calculada─ mi más sincero agradecimiento hacia usted─ levanto la mirada olvidando el formalismo y las negociaciones y todo lo que conlleva mi presencia en Medical hoy y pronuncio las pocas palabras sinceras que logro arrancarme─ gracias por el apoyo a mi padre y por la confianza en mí─ aprecio el hecho de que a pesar de su valioso y escaso tiempo haya acudido a la reunión que he convocado cuando pensé que no lo haría. Jamás pensé conocerlo hoy, aquí.
─Soy un hombre de negocios, señorita─ coloca su mano en mi cintura indicándome avanzar hacia el ascensor que acaba de desocuparse y justo al adentrarnos la retira, como un caballero que no solo tiene renombre sino también dignidad─ tu padre no era mi amigo pero era mi más confiable igual, era leal y siempre cumplía su palabra de la forma más justa, admiraba eso de tu padre, ¿Puedo? ¿Puedo llamarla Kyoto?
─Pasé la mayor parte de mi vida fuera de Japón señor Baker, si lo desea puede actuar con naturalidad y llamarme como desee.
─Kyoto─ me sonríe y valla que nunca un tipo que pudiera tener la edad de mi padre pudo haberme resultado atrayente antes así que trago saliva ante la peculiar e interesante personalidad de este hombre─ voy a tomarme libertades─ asiento sonriendo nuevamente, esta vez con menos pronunciación falsa y más naturalidad de la que pensé usaría en este lugar─ no creo en rumores así que pienso cerciorarme por mí mismo que mi dinero está en las mejores manos.
Asiento tragando grueso porque si bien antes estaba decidida a comerme el mundo de la mano de mi hermanastro, ahora solo tengo piernas de gelatina y un vocabulario olvidado. No sé qué decir para impresionar a un hombre que me dobla la edad y me triplica la experiencia. Soy solo Kyoto y no sé cómo tomar el mando frente a personas experimentadas sin que me tiemble la voz en el proceso.
─ Imagino que es impactante ponerse en el apretado zapato de tu padre siendo tan joven pero no te intimides. Nunca lo hagas─ Vale, se me nota muy de lejos lo jodidamente consternada y nerviosa que me tiene la situación, Medical me va grande y se me transparenta demasiado la inexperiencia─ Tuve que enfrentarme de cara descubierta a la vida a los trece, a la vida real, a la de los días jodidos y los mucho peores y conformarme con cinco minutos y medio de felicidad. Mi madre murió y me heredó unas pocas monedas y un auto más destartalado que utilizable, era más factible dejarlo tirado y avanzar, era más gasto que ayuda pero aún así era mi único objeto de valor después de que en una semana se agotaron las monedas, tuve que dejar la piel para echarlo a andar y ese auto fue quien me impulsó a ir por más, todo lo que he conseguido se lo debo a ella, porque aún en su ausencia hizo todo para formarme como un hombre que vive del fruto de sus sacrificios y que no olvida el proceso. Mi madre me dejó su bien más preciado, mucho o poco, fue un regalo.
─Es...
─No vea Medical como una carga, señorita─ parpadeo─ Este, es el sacrificio de su padre y es un regalo, aunque a lo mejor no sepa verlo ahora. Pondré toda mi confianza en usted─ dice mirando su reloj mientras las puertas del ascensor se abren teatralmente en el mismo instante y solo puedo parpadear registrando que estoy viviendo este momento─ confío en que saldrá adelante, ya ve que no es un auto oxidado lo que ha heredado─ me señala los alrededores haciéndome ver que no estoy camino a la guerra ni debo levantar los muros de esta empresa, mi padre sembró una semilla y recogió sus propios frutos, no haré nada heroico ni dejaré mi piel en el proceso, papá me dio el resultado de su sacrificio, en efecto, no una carga, un regalo─ no debía hacer eso─ señala mi atuendo y solo puedo apretar la carpeta entre mis manos dudando sobre qué es lo próximo que saldrá de su boca─ también se ve elegante de negro, estoy seguro de que va a encajar más aquí siendo usted misma que jugando a la empresaria a los veinte─ sonríe restándole importancia a sus mortales palabras, como si no acabase de ofenderme la vida, porque sonreír es la única cosa que se me ocurre después de escuchar la voz de la experiencia hablarme directamente y con las palabras justas.
Avergonzada bajo la mirada a mis pulcros tacones azules, en los que casi puedo ver mi ridículo reflejo y no tanto por algo tan vano como es mi estúpido vestido de tubo sino porque este señor me ha dado dos lecciones importantes en lo que el ascensor subía varios pisos. Esto no es un juego.
─ Encantado─ mi trance es interrumpido por su mano en el aire en busca de la mía─ Impresiónanos ahí dentro, Kyoto.
Besa mi mano y se aleja y no sé si siento nervios, terror o simplemente prefiero huir. Di una primera impresión nefasta a una de las personas en las que más debía influir.
Dejo ir todo mi oxígeno contenido y pellizco el puente de mi nariz. Vale, me dejé manipular por Paul y su estúpida idea de vestimenta, practiqué palabras que nunca dije, no he cruzado el umbral de la puerta y ya me he echado abajo anímicamente.
Tengo claro que cuando entre por esa puerta soy un libro abierto, todos conocen mi vida de extremo a extremo, no hay secretos, saben hasta la posición de mi última muela, me han estudiado, justo como el señor Baker, justo como intenté hacerlo con cada uno y terminé mezclando información de uno y de otro. La única diferencia, no tuve éxito, ellos sí.
─Aquí estabas─ volteo hacia Paul, quien va de traje azul marino y a pesar de llevar kilos de menos y ojeras pronunciadas encaja, encaja a la perfección con todo esto─ ¿Era? ─ voltea hacia atrás─ ¿Era William Baker?
─Lo era─ camino enganchándome de su brazo y avanzando hacia el suicidio calculando mis próximos pasos con las palabras de William rebotando en mi cabeza.
***
─Buenos días a todos, soy Kyoto Sato, única hija de─ la carpeta en mis manos se tambalea, muchos ojos encima de mí esperando que la cague, El señor William malditamente esperanzado de que le haga cambiar de opinión y un Paul jodidamente nervioso agitando una pierna con desenfreno.
─Vale─ dejo caer la carpeta sobre la mesa y el gesto sobresalta a más de uno, nunca he ocultado lo que soy intentando ser plástica y malditamente falsa, no comenzaré hoy─ Soy Kyoto Sato y la muerte de mi padre me tomó por sorpresa. Venirme de Estocolmo a Japón después de tantos años─ entrelazo mis manos para ocultar mis nervios─ fue un shock emocional que aún sigo superando. No estudié administración, tampoco terminé la universidad. Tengo un negocio de estética en mi ciudad que me llena de orgullo haber podido levantar con dinero propio. Es pequeño, pero es mi lugar favorito en el mundo y es solo mío. Sé que mi vida no es un secreto y que muchos creen que la hija de Aoki Sato, la rebelde y nunca antes vista por estos pasillos no está lista para ocupar la silla de dirección. No vine a hacerles cambiar de opinión porque tienen razón. La silla me va grande. No les voy a pedir que confíen en mí hoy pero tal vez les repita la pregunta en un futuro, quiero ganarme su respeto y aprender de cada uno y que me acepten por voluntad propia, no por imposición, así que mi buzón estará siempre abierto a críticas y me aseguraré que sea bastante grande.
Hiroki Sato─ la velocidad en la que este se pone de pie ante la mención de su nombre es abrumadora. No puedo imaginar cuantas veces hizo eso con mi padre─ Supongo que les alivia una cara conocida y que creen que al menos no todo está perdido─ mi respiración se corta cuando algunos ríen de mi comentario─ ¿Me harías el honor de compartir silla conmigo?Sé que mi padre dejó en mis manos el poder absoluto porque sabía que sería incapaz de dejar a otro de sus hijos desamparado, porque Paul, es también su hijo y se merece la mitad de todo lo que tengo. No me costó decidir que le pediría compartir la presidencia, le sobra experiencia y aunque me duela reconocer es la única persona en quien confío.
Hiroki, mi hermano recién descubierto, titubea anonadado.─Nadie mejor que tú para honrar el apellido Satõ─ extiendo mi mano hacia él─ Llevemos a Medical a donde pertenece. Al número uno─ mis piernas me fallan cuando todos comienzan a aplaudir en el salón y Hiroki toma la palabra y simplemente los deslumbra. Se desplaza como todo un profesional y la gente simplemente asiente como un encantamiento de serpiente. Agradezco las palabras que recibí antes porque iba en camino errado, decir palabras que no eran mías solo iba a causar que me lanzaran piedras.
Sé que no están en mi bolsillo y que posiblemente planeen una reunión de sucesión a mis espaldas esta tarde pero por este instante, me conformo con este momento y con la palmada que recibo de William Baker.

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Me refugio en ti
Roman pour AdolescentsKyoto Satō ha sufrido gran parte de su vida. El abandono de su madre y la frialdad de su padre la han convertido en alguien fría, indiferente. Incapaz de abrir su corazón a ningún hombre. Fiel defensora de que el mundo está jodido y que el amor es...