─ Descansa en paz─ susurro cerrando los ojos y llevando la flor que sostengo en la mano a mi pecho─ descansa en paz papá─ beso la flor con delicadeza y no puedo evitar caer de rodillas mientras la lanzo sobre el ataúd. Descansa en paz papá que te perdono, te perdono todo.
Todo sucede en cámara lenta y las personas parecen desplazarse a mi alrededor a una velocidad deprimente. Las voces dejan de escucharse claras y comienzan a mezclarse en mi cabeza. Me palpita el cerebro mientras la hierba fría en mis rodillas me hace sentir incómoda y me alteran. Comienzo a temblar al sentir el frío invadiendo mi cuerpo.
─Papá─ paso mis manos tanteando entre hierva y tierra con desespero como un ciego busca estabilidad en terreno pantanoso y desconocido─ Papá, ¿me escuchas papá? ─ me acuesto en el suelo intentando escucharle, como si realmente fuese posible que lo hiciera, pego mi oído lo máximo posible al suelo, perdiendo los pocos hilos que sostenían mi cordura atada─ ¿Tienes frío ahí? ¿Papá? ─ siento mi cuerpo ser arrastrado y levantado con fuerza hacia arriba y me enfurezco, quiero estar aquí, necesito estar aquí, necesito que no esté solo, necesito que sepa que lo perdono, necesito…
Mi cuerpo es sacudido con extrema furia y solo puedo gritar y moverme para zafarme pero solo alcanzo a ser sacudida con más fuerza y aunque lo desee se me hace imposible reconocer las palabras que me dicen a gritos. Estoy mareada.
Quiero estar con él, por primera vez en años. Quiero estar a su lado y que no se sienta abandonando, aquí estoy, su hija está aquí, sin estribos pero aquí estoy, montando una escena con el corazón destrozado y el alma perdida pero aquí, estoy a su lado y nadie puede quitarme esto. Lo único que tengo, el único momento de reconciliación que pudo darme la vida.
─Que te perdono, te perdono. ─ grito desgarrando mi voz cuando siento que me alejan del lugar─ Y te amo papá, ¿me oyes? Te amo─ se me corta la voz─ Te amo.
La fuerza a mi alrededor se hace asfixiante, negándome todo movimiento.
─Soy yo─ mi cara es inmovilizada a ambos lados y me obliga a mirar solo al frente y enfocar un rostro─ soy yo. No estás sola. Estoy contigo.
Alexander
Sentí que mi alma abandonaba mi cuerpo mientras la sangre de mi hermana fluía fuera del suyo, sentí el crujir de mi corazón maltratado por la culpa y fue horrible, fue horrible.
Ver a la fuerte Kyoto Sato acostada en posición fetal junto a la tumba de su padre después de haber perdido los estribos es más de lo que puedo asimilar, esta chica se ha roto de forma irreversible y no sé siquiera cómo actuar y acercarme. Nadie se mueve, nadie ayuda, nadie da un jodido paso por ella. Nadie la compadece realmente y esto es lo que me da las fuerzas, está sola.Camino con pasos firmes hacia ella sin dudas.
─ Kyoto, cariño─ le susurro agachándome para estar casi a su altura.
─ ¿Tienes frío ahí? ¿Papá? ─ cierro los ojos ante la fatalidad de la situación, ni siquiera es capaz de notarme, de escucharme. Tiene los ojos cristalizados perdidos en el vacío y no puedo sentirme más aterrado. Solo deseo sacarla de aquí, robarle el show entretenido y psicótico a todos y que descanse, pero sé con certeza que luego me odiaría y me lo sacaría en cara toda la vida, lo sé.
─Kyoto. ─ nada, absolutamente nada, Kyoto parece haberse fundido en tierra y hierba y haberse perdido y me hundo, realmente me hundo porque me siento inútil.
Suspiro y cargo su cuerpo delgado ganándome uno o dos arañazos en el cuello y un forcejeo débil de su parte.
─Kyoto, mírame, solo mírame─ sacudo su cuerpo para obtener respuesta pero es en vano, la sacudo con más fuerza y siento el tambaleo débil de lo que queda de ella pero no consigo que vuelva, su vista ausente y dolida me arranca la respiración.
La levanto del suelo y comienzo a alejarme con ella en mis brazos, esto no tiene caso, Kyoto está lejos y necesita de un profesional para volver, no sé qué jodidos hacer para que aún con los ojos abiertos me enfoque y me reconozca.
Mi cuerpo tenso avanza alejándose del lugar lo más rápido posible.
─Que te perdono, te perdono. ─ sus gritos repentinos hacen que me detenga y trague grueso─ Y te amo papá, ¿me oyes? Te amo─ Kyoto ignora el mundo, no es consciente de lo que dice, de lo que hace y yo no sé si lo correcto es quedarnos y dejarla en este estado o simplemente llevarla lejos de tanto caos─ Te amo─ susurra y es entonces cuando suspiro profundo y la deja sobre sus propios pies, me trago todo el aire que puedo y le sostengo el rostro por ambos lados.
Mierda, mierda mil veces por no saber cómo jodidos hacer que su dolor sea menos, sea soportable.
─Soy yo─ intento relajar mi rostro y no mostrar que estoy aterrado─ soy yo. No estás sola. Estoy contigo.
Enlazo mi mano y la suya y el alma me viene al cuerpo cuando parpadea y después me mira, esta vez realmente me mira y sé, sé que me reconoce.
Aprieta mi mano con fuerzas y cae al suelo con la cabeza hundida en las rodillas sollozando.
─No te calles nada cariño, estoy aquí, estoy aquí contigo.
─A…l…Alex…Alexander─ en la vida escuché mi nombre en tantos tonos, entre gemidos, en peleas, con odio, jamás mi nombre dolió tanto de solo escucharlo, mi nombre en los labios de la chica que me gusta desgarrando cada letra con dolor.
─Solo… solo sácalo todo─ mi mano libre acaricia su espalda con suavidad y la invito a llorar, a gritar, a sacar todo lo que lleva dentro atascado.
El tiempo pasa lento, demasiado lento y a lo lejos ya no queda una sola alma en pie, nadie se acercó para preguntar por ella, nadie llamó a un doctor de la preocupación, solamente quien intuyo es el mayordomo intentó acercarse y le pedí que se alejara. Sufrir sin apoyo es lo peor que puede sucederle a alguien, perder a tu familia y no tener en quien apoyar la cabeza, es un maldito dolor de doble filo.
Kyoto debió sentirse tan sola, tan perdida que me siento enfurecido, me siento eufóricamente ardido por dentro de pensar en ello, me siento impotente.─Sácame de aquí, por favor.

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Me refugio en ti
Teen FictionKyoto Satō ha sufrido gran parte de su vida. El abandono de su madre y la frialdad de su padre la han convertido en alguien fría, indiferente. Incapaz de abrir su corazón a ningún hombre. Fiel defensora de que el mundo está jodido y que el amor es...