34

12 3 1
                                    

──Paul Daniels Mc Deals─ pronuncio con lentitud cruzando las piernas.

Pensé que al pedir a Chen que me llevara con él terminaría en un hotel barato de la ciudad, pero una vez más me equivoco, estoy en una residencia japonesa, una de alta clase, con un Paul sin anteojos y traje costoso.

─Quiero hablar a solas─ hace desparecer los dos hombres de traje a sus espaldas y el mío por pura prudencia también los sigue─ ¿Y las gafas? ¿las necesitabas? Para mentir─ aclaro.

─No creo que ─ mira al suelo.

─Necesitabas el dinero─ mi impulso hace que camine hacia él y lo golpee en el pecho─ me seguiste mintiendo cuando tuviste la oportunidad joder. Casi te creo sabes, lo de tu madre y todo.

─Kyoto─ susurra.

─¿Vives aquí? ─ odio que no me plante cara, que no reaccione y que parezca una marioneta sin vida atada por hilos que nadie mueve─ Responde ─ le exijo.

─Si.

─Una mierda, no quiero hablar contigo, me da igual─ camino a la puerta─ me da igual que solo tú puedas ayudarme. Vete a la mierda Paul y todas tus mentiras.
Mi visión se vuelve borrosa más por rabia que por dolor y cuando estoy justo en la puerta los guardaespaldas de antes la bloquean.

─Tenemos que hablar─ me planta cara y por primera vez desde que nos conocemos parece serio y decidido, justo lo opuesto a la persona que conocí─ no quiero que me odies Kyoto─ se carga unas ojeras de espanto y puedo notar que su peso corporal disminuyó por mucho, pura imagen de desespero.

─Ya lo hago─ clavo mis ojos en la puerta aún  bloqueada intentando fatídicamente abrirme paso.

─Empecemos de nuevo─ Paul se atreve a agarrarme del brazo y gruño con pura rabia por su toque sobre mi cuerpo─ sin mentiras─ me palpitan las sienes y me molesta mucho que mi padre haya dejado las llaves de mi libertad a alguien que mintió de forma tan vil conociendo parte de mi historia, porque en algún momento de mi vida, me abrí sinceramente a Paul y le conté mis dudas y miedos sin cortina y me traicionó.

─Mi nombre japonés es Hiroki─ abro los ojos─ pueden irse─ hace una reverencia a los de traje y esta vez ya no cuento con fuerza propia para irme, aunque la puerta esté despejada─ soy adoptado y aquí crecí.

─Adoptado ─ repito.

─Si ─ suspira─ No quiero más mentiras Ky. Soy Aoki Sato─ me extiende la mano.

─Adoptado─ repito como blucle infinitamente. No Paul. Aoki. SATO ─ por mi padre─ logro pronunciar mientras mi cuerpo me traiciona y necesito sostenerme de algo desconocido para no caer al suelo ─Eres ─ asco inunda mi sangre, mi cabeza. Odio me recorre las venas. ─ mi hermanastro.

─Kyoto yo, joder, hablemos no te quedes con eso, no somos, no.

─Solo cállate.

Paul, Hiroki, quien sea, está de rodillas delante de mí, buscando un perdón que no merece después de haber cruzado una línea que era verde fluorescente.

─¿Papá… ¿papá sabía?

─ Estoy sufriendo Ky, estoy sufriendo─ no creo en lágrimas, ya no más.

─Responde─ demando, no me apiado por sus rodillas ni su falso dolor.

─Solo debía cuidarte. Solo cuidarte─ me grita entre sollozos.

Mi cuerpo desciende lentamente por la pared hasta tocar el suelo. No me quedan fuerzas.

─ ¿Por qué? ─ susurro─ ¿por qué cruzaste la línea? ─ abrazo mis rodillas y no puedo evitar que una lágrima se escape. Paul, mi compañero de cama, es mi hermanastro, la gran ayuda que papá prometió, la poca esperanza que me quedaba.

─No fue fácil Ky, no lo fue. Luché mucho con eso, yo… tú…

─No te lo hice fácil─ resignada dejo fluir mis lágrimas─ yo, yo te empujé a mi cama prácticamente Paul, yo, podías detenerlo, tú podías, yo, yo no sabía─ tartamudeo haciendo que mis palabras tropiecen. Paul era una chico tímido que disfruté corrompiendo, disfruté sus tímidos no y mis sí a la fuerza porque me parecía ingenuo y disfrutaba de eso. no era tímido, solo se resistía.

─No es eso. Me gustabas Kyoto, de antes, yo, todo es mi culpa y no sé cómo asimilar haber perdido tu confianza y la de mi padre. No puedo dormir sabiendo que fui una decepción, que sumé más dolor a su corazón, no puedo soportar el hecho de que se haya quitado la vida llevándose esa carga en su pecho, que se haya ido pensando en mi como una falla, no puedo malditamente respirar sabiendo que lo jodí todo, lo jodí todo enamorándome de ti y tal vez, tal vez incluso sea culpable de que se haya quitado la vida, yo…

─No es tu culpa─ pronuncio lentamente apoyando mi cabeza sobre mis manos─ ni mía.

Pensé que había tocado fondo, que la oscuridad que sentía y veía era el final de lo que se supone pero esto acaba de abrir un agujero más profundo, más oscuro.

─ Te juro que nunca me había sentido tan perdido Kyoto─ me mira a los ojos─ te lo juro.
Guardo silencio escondiendo la cabeza entre mis manos, escuchando y respirando, odiando mi realidad una vez más.

─Crecí escuchando que era una pila de repuesto, que era tu maldito sustituto, una mascota, un acto benevolente para limpiar los pecados de padre. Nunca te odié Kyoto, aunque todos me hiciesen ver como tu reemplazo. Estudié administración para ti, para tu futuro porque no sé en qué momento tu felicidad se volvió la mía. Porque mi vida estuvo impregnada de ti desde que fui adoptado. Papá sonreía a tu foto y para mí también, también se volvió adictivo, sonreírle a la fotografía de una niñita desconocida cuando las cosas eran difíciles. ¿Crees que quería conocerte en persona y enamorarme así? ¿Crees que quería joderlo todo? ¿Crees que quería perder a la única persona que hizo por mí y por darme un futuro?

Exhalo lentamente sin levantar mi cabeza, procesando cada palabra, cada sollozo que interrumpió una frase y sintiendo la veracidad y el dolor en ellas. También viví esa culpa, viví ese dolor incesante de sentirme culpable de una decisión que no tomé, me sentí horriblemente culpable y es precisamente Paul  la única persona que pueda entender algo del dolor culpable que sentí.

─Papá  no murió odiándote, ni a mí. No te culpes. No lo hagas.
Suspiro levantándome del suelo, decidida a que nadie más cabe hoyos en el fondo de mi poso sin mi consentimiento, decidida a subir, porque la oscuridad comienza a ahogarme y soy la dueña de mi vida y hay decisiones importantes por tomar.

─ Nos vemos en dos días─ Pronuncio.

─ ¿Qué?.

─Hay un padre al que poner orgulloso.

Me refugio en ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora