Kyoto Satō ha sufrido gran parte de su vida.
El abandono de su madre y la frialdad de su padre la han convertido en alguien fría, indiferente. Incapaz de abrir su corazón a ningún hombre.
Fiel defensora de que el mundo está jodido y que el amor es...
Sigo las instrucciones que recibí por mensaje y me cuesta demasiado encontrar el lugar correcto, Paul se ha dedicado a joder mi mañana con insistentes llamadas que me traban el maldito GPS del auto y destruyen mi concentración. Salgo dando un portazo de mal humor cuando la pizarra me indica que estoy lo suficientemente cerca como para ir andando. Apago el móvil y lo lanzo dentro de mi mochila, me coloco mis gafas de sol y la chaqueta, me da gracia esta fiesta loca veraniega en medio del invierno, así es Meredith, ama la extravagancia, la chica casi visita el más allá con pase adelantado así que merece la mejor de las bienvenidas por salir del hospital y dejar detrás la dichosa silla de ruedas que me tenía hasta la médula.
Introduzco el código que me envió por mensaje en el portón, este se abre lentamente de forma ruidosa y waoooooo, es lo único que logro articular cuando este se abre completamente.
El paraíso, esta casa es el jodido paraíso.
Camino a paso lento maravillada, observando a detalle el laberinto perfectamente recortado que se encuentra a ambos lados del camino, es de un verde vivo que te invita a cerrar los ojos y respirar con fuerza, mi niña interior quiere recorrerlos hasta el cansancio y ser perseguida, siempre he amado los laberintos, son similares a la gran incógnita que es la vida.
Subo las gafas de sol a mi cabeza y el verde real de los cientos y cientos de árboles alineados y perfectamente recortados me hace caminar hacia ellos pero un grito a lo lejos con mi nombre me hace detenerme y sonreír.
Levanto mi mano y la saludo y puedo ver cómo sonríe, amo ver a Meredith de pie y con una sonrisa genuina en su rostro, amo que no halla miedos ni inseguridades rondando su cabeza.
Me apresuro a la puerta de entrada y puedo escuchar la música colarse puerta afuera, valla fiestón y valla casa.
La saludo y me planta un empalagoso beso en la mejilla que me hace querer sacudirla, automáticamente me quito la chaqueta debido al cambio radical de temperatura. Dejo a la luz mi top blanco y mis legging de hacer ejercicio color negro. La verdad siento mucho no haber puesto empeño y haber seguido el supuesto código de fiesta y vestirme al estilo de Mer, ella lleva una mini falda de flores y un top a juego, solo necesita una flor en su oreja para poder afirmar que cuando crucé la puerta pasé de Estocolmo a Hawai.
Ella me escanea y sacude la cabeza.
-Siempre me la haces, Kioto Sato- le sonrío ampliamente y la sigo por un pasillo perfectamente iluminado, ¿será que aquí todo es perfecto?
-¿Y las personas de esta fiesta?- pregunto divertida mientras paso mi mano por sus hombros.
-Están en la piscina, esperando por ti.
-Valla privilegio.
Cuando llegamos a lo que parece ser la cocina un olor exquisito se cuela por mis fosas nasales, un chico fornido, ¿dije fornido? Bueno re bueno, me corrijo, con un tatuaje de un escorpión en la espalda se mueve por todo el lugar y me detengo en mi sitio. Coloca bebidas en una bandeja y algunos aperitivos y yo miro embobada la escena hasta que Mer de espanta buenos momentos me atesta un codazo en el costado.
-Kelly- carraspea su garganta para ganarse su atención, este se voltea y yo abro los ojos sin disimular, está muy muy bien el tío por donde se le mire - esta es mi amiga, de la que te hablé.
El chico se sacude las manos y viene hacia mí y me planta un beso en plena cara mientras me sostiene de la cintura y no puedo evitar sorprenderme.
-Hola a ti cariñosito-digo riendo y retrocediendo un paso mientras coloco un mechón de cabello detrás de mi oreja- Soy Kyoto.
-Encantado preciosa gracias por el apodo, lo conservaré.
Nuestro coqueteo intenso es interrumpido por el sonido de una puerta siendo tirada con fuerza.
-La pizza se quema, Kellian, déjate de bobadas- y sí, ese es Alexander de mal humor, tuerzo los ojos al instante porque si bien sabía que estaría, tenía algo de esperanza de que no.
-No todos los días me encuentro chicas así de hermosas primo, relájate.
La respuesta del tal Kellian me hace sonreírle y me gano una mirada de reproche de Alexander y esto solo hace que mi lado retador y maligno se despierte, ¿Quieres rabiar Chico hoy te ignoro mañana no? Allá vamos.
En efecto, la pizza que antes olía a dioses estaba comenzando a quemarse, todos reímos y Alexander resopla.
***
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Acaricio mi tobillera mientras miro detenidamente el escenario ante mí, la fiesta más rara a la que halla asistido jamás, somos 6 personas y media en total sentados frente a una piscina enorme con toneladas de comida y bebida a nuestra disposición, conversando sobre esto y aquello pero,
Solo 6 personas y media, aún estoy estupefacta, porque sí, el ambiente es genial pero, me esperaba otro tipo de desmadre tras cruzar la puerta, me sorprende que después de todo Meredith no sea tan loca y halla elegido pasar su día especial con la gente que realmente la ama aunque sean pocos y no con simples conocidos que les importe una jota si está viva o es la versión femenina de Gasper solo por el hecho de llenar todo este espacio. Amo su jodida personalidad cada día un poco más.
-¿Qué pasa?-dice Mer sentándose a mi lado y pasándome una cerveza.
-Solo pensaba, me gusta que estés de vuelta- choco mi cerveza junto a la de ella y bebemos en silencio disfrutando de la música que aunque no es mi estilo personal es agradable.
-Creo que estabas tonteando con mi primo- ríe- es un casanova total así que...-la corto.
-No me interesa, solo tonteaba-le copio su palabra de antes riendo coquetamente.
-Entonces solo intentas cabrear a mi hermano- afirma.
-No sé de qué hablas- finjo ignorancia.
-Ustedes los dos creen que los de su alrededor no tenemos ojos- se levanta y se aleja- las chispas me salpican nena.
Me dice mientras me guiña un ojo y le pongo mala cara porque, se equivoca.
Todo fluye sin desastres hasta que a la hermana de Kellian, Sussan se le ocurre la gran idea de bailar en pareja, puedo sentir la tensión en el aire cuando recalca maliciosamente sus palabras, en parejas, no sé por qué, pero inevitablemente mi mirada y la de Alexander se cruzan.
Obviamente Sussan hará pareja con su novio, así que me apresuro hacia Kellian pero Mer, la maldita de Mer deja a su reciente mascota en el suelo y corre a los brazos del mencionado aclamando que extrañó a su primo y casi quiero limpiar el suelo con ella, arrastrarla por todo este extenso salón, obviamente me la está jugando así que le tuerzo los ojos y ella me guiña un ojo de forma vengativa.
Mierda. Mierda. Mierda.
-Bien- Sussan aplaude ganándose la atención de todos y admito que es una chica cool, de esas talla estándar que encajan donde sea y le cae bien a toda la gente- vamos a comenzar esta competencia y nuestro juez eeeeeesss Kittyy.
Venga ya, Kitty es el perro que le acaban de regalar a Mer, menuda boludez, pero bueno con alcohol en el sistema a ella le parece gracioso así que los demás fingen que les hace gracia.
No me pierdo la cara de decepción de Kellian cuando Alexander se acerca a mí y me arrastra de la mano hacia su sitio anterior. Esto se pondrá feo, lo presiento.
Meredith y Sussan se susurran cosas al oído y sus caras me hacen dudar sobre todo esto, pero, vamos, nunca he sido una chica aburrida, nunca le he tenido miedo al peligro, no comenzaré a titubear ahora, ni siquiera si el peligro, lo tengo justo a mi lado y es mi pareja de baile.