—Tiene que despertar— solloza— tiene que hacerlo— la amiga de Kyoto sostiene su mano con extrema fuerza y en mi interior solo deseo sacarla de su lado, estoy bien seguro que casi le hace daño con tanto apretón de manos y tanta lágrima sobre ella y si alguna parte de sí la escucha solo está alcanzando a alterarla pero me obligo a apartar la mirada, no soy nadie.Mi hermana pasa una mano por mi hombro y le respondo con media sonrisa torcida. Me siento aturdido. El nudo en mi garganta se niega a desaparecer y el ambiente es tan denso que el oxígeno que me llega me parece insuficiente.
Kyoto solo está descansando, su vida no corre peligro pero su salud mental y su corazón cuelgan de un hilo extremadamente delgado que amenaza con partirse y temo que eso suceda al despertar. Odio sentirme impotente, odio la sensación de sentirme estúpido e inservible, fui yo, solo yo quien estaba a su lado y no pude evitar que terminara así, no fui el muro irrompible que fue conmigo en mi peor momento. Quise hacer más pero no sabía, simplemente ni sabía qué puñetera palabra decir.
El ambiente es cada vez más sombrío y la habitación muy pequeñara para tantos pero aún así aquí estamos.
El de los piercings, Allyson la amiga de Kyoto, su esposo, Mery y otro tipo que no conozco y no para de matar a la chica que quiero con miradas de preocupación.
—Tienes que calmarte nena o te volverás a desmayar y el bebé sufrirá, por favor — su esposo intenta apartarla del cuerpo pálido de Kyoto y ella solo se aferra a su mano con más fuerza ignorando todo.
— ¿Me escuchas? Sé que lo haces y ya te está molestando tanta lágrima, pero, lo siento tanto tanto— apoya su cabeza en el espacio vacío de la cama— lo siento por llegar tan tarde— solloza y todos en la habitación desvían las miradas y se percatan que necesita tiempo a solas— sabes que no estás sola ¿verdad? , estoy aquí...
—Dale unos minutos— intento persuadir al tal Steven para que le de privacidad.
—Se demayó dos veces en el camino no me digas qué puta mierda hacer o no hacer con mi esposa— sus fosas nasales se ensanchan y solo puedo introducir ambas manos en los bolsillos de mis jeans y salir del pequeño cuartito. La tensión de todos anda por las putas nubes y no creo que el momento amerite partir narices de un puñetazo.
Kyoto se desmayó hace muchas horas y aunque el doctor ha dicho que necesita descansar salta a la vista que tiene pesadillas horribles de las que desea escapar, deseo arrancarle las intravenosas y llevarla lejos de tanto caos, lejos de esta discordia, lejos de este país oscuro y lleno de formalidades, llevarla a mi cama y abrazarla hasta que deje de estar asustada y dolida, quiero tenerla conmigo toda una vida, no quisiera que despertara y vea un montón de ojos sobre ella pidiendo perdón y dando condolencias, quiero alejarla de todo. Pero me recuerdo, no soy nadie.
Sentí su dolor tan cerca como si mi corazón estuviese dentro de su pecho, sentí cada lágrima y cada grito de dolor como mío.
Juego con mis nudillos con puro nervio cuando veo a Allyson salir de la habitación, entiendo la furia y la mala leche de su esposo, su estado es pésimo, la chica está embarazada y destrozada, según mi hermana se aman como una verdadera familia y salta a la vista que realmente sufre.
—Sigue inconsciente— dejo ir mi aire contenido.
—Bebe esto— mi hermana le brinda una botella de agua y no me sorprende que la rechace.
—Estoy bien— mira a sus pies— ella estará bien, lo sé, es muy fuerte.
—Lo sé, lo sé— Meredith se ha disfrazado de muralla para ella cuando imagino que está a punto de detonar de la impaciencia y la preocupación.
— Siento que le fallé, que la dejé sola,Meredith, aquí— sus manos temblorosas intentan limpiar su cara— aquí nadie la quiere.
Trago grueso al escucharla confirmar lo que sentí antes, Kyoto estaba realmente sola y nadie sentía dolor por verla destrozada, nadie se acercó a evitar que se rompiera, nadie le brindó un hombro ni un pañuelo, estaba totalmente sola.
— No digas eso, intentamos llegar lo más rápido que pudimos pero la distancia es mucha, ella lo sabe.
—Ustedes detuvieron la exposición de su vida por ella, yo solo supe desmayarme y ser un estorbo.
—Ven aquí— Mer la abraza y yo pestañeo una y otra vez intentando no ponerme emotivo— la exposición no es más importante que la gente que uno ama así que centrémonos en que Ky despierte y sea la misma leona irritante y sexy que siempre ha sido, solo hay que ser fuertes para que ella lo sea, vale?
Ella asiente y yo suspiro alejándome. Estamos en la mansión Satõ y no puedo evitar apartar las sensaciones de deja vu a cada caso que doy.
Imagino que todas las grandes casas de japoneses tienen la misma estructura, no lo recuerdo pero según dice mi madre venía a Japón bastante seguido cuando era una niño.
Camino a paso lento por un pasillo que me parece sombrío y al mismo tiempo familiar y sin poder evitarlo giro a la izquierda y me detengo justo frente a una puerta dorada con pequeños círculos y estrellas, sonrío sin poder evitarlo y doy un paso atrás, es una constelación preciosa con trazos muy perfectos.
Me acerco emocionado y mis dedos recorren una de las líneas y parpadeo cuando el recorrido me lleva a un nombre escrito en rosa brillante. Kyoto.
El único lugar con color dentro de todo este imperio, la posible habitación de mi chica.
No me lo pienso mucho mientras sostengo la manija de la puerta y la hago girar pero está cerrada.
—Buenos días señor— salto en el sitio por haber sido atrapado.
—Buenos días— hago una reverencia a medias y obtengo una de vuelta nuevamente.
—No creo que su actitud sea correcta señor— la vergüenza sube a mi cara y no puedo evitar cerrar los ojos y quedarme mudo— mucho menos cuando sabe que aquí no es bienvenido.
No alcanzo a formular una disculpa de forma correcta cuando sus palabras ponen en blanco mi cabeza.
No soy bienvenido.
No soy bienvenido y se supone que tenga que saberlo.
Pestañeo incrédulo ante la situación y al instante unos gritos con mi nombre me hacen girar.
—Kyoto despertó. Tienes que venir.
Y no lo pienso para irme a toda prisa dejando las palabras del mayordomo en el aire.
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Me refugio en ti
Teen FictionKyoto Satō ha sufrido gran parte de su vida. El abandono de su madre y la frialdad de su padre la han convertido en alguien fría, indiferente. Incapaz de abrir su corazón a ningún hombre. Fiel defensora de que el mundo está jodido y que el amor es...