31

16 4 0
                                    

─Gracias ─ susurro.

─Sobran y lo sabes ─ aparto la mirada evitando llorar.

─ Perdí la noción de todo ─ reconozco mirando su rostro nuevamente ─ no podía distinguir si existía o soñaba. Sentí que me per…

─Lo sé ─ Alexander acaricia mi pelo con delicadeza y por primera vez desde que nos conocemos no  tengo fuerzas ni deseos de apartarme de su toque ─ lo sentí, sentí que realmente no estabas.

─No quiero estar aquí ─ levanto mi vista a sus ojos oscuros ─ no sé cómo actuar, no sé qué decir, no sé─ aparto la mirada hacia un lado preguntándome por qué, por qué abrirme precisamente con él─ no sé ni por qué estoy hablando esto contigo ─ suspiro ─ lo siento.

Su mirada fija en mí, su preocupación, su calor, su mano que busca la mía en silencio, en jodido silencio hacen que mi pecho arda menos porque las palabras sobran y las que logro decir no son las correctas.

No puedo evitar llorar silenciosamente girando mi vista a un lado por segunda vez rompiendo el contacto visual y sintiendo un ligero apretón en mi mano, sé que no estoy sola pero algo en mí se siente ahuecado y vacío, como si respirara por puro instinto de sobrevivir y no por deseos. Afuera están mis amigos, mi familia, lo poco que genuinamente tengo y no quiero preocuparlos pero tampoco tengo energías para fingir ser fuerte, Allyson está débil, Mer es inestable, Stev ya tiene suficiente con lo suyo, no quiero echarle mi dolor encima a ninguno, no quiero ser una carga pero no puedo evitar serlo.

─Quisiera desaparecer de aquí ─ resoplo.

─¿Conmigo? ─  enarca una ceja señalándose a sí mismo.

─No cambias ─ dejo ir mi aire contenido y él sonríe, sonríe ampliamente.

─No vas a estar sola, por mucho que insistas. Ves aquí ─ me acerca la pantalla de su móvil ─ tenemos horarios para cuidarte nena, te hartarás de mí de hoy en adelante.

─Horarios ─ tuerzo los ojos, es una manía que no puedo evitar cuando la compañía tiene por nombre Alexander Becker.

─No sé si es el mejor momento ─ carraspea su garganta y se incorpora mientras limpio mis ojos empañados ─ tenías esto antes.

─Eso, es solo papel. ─ murmuro.

─No, no lo es.

─Juro que no he leído. No es que entienda japonés o─ se rasca la nuca con nerviosismo ─ solo sé que tiene tu nombre.

─ ¿De qué hablas?

─Es una carta, una carta para ti─ mi mundo gira, gira en espiral ─ tal vez la despedida que crees que te arrancaron, no lo sé.

No puedo articular palabra mientras siento que el papel en mis manos pesa como una barra de metal.

─ ¿Quieres? ¿Quieres estar sola? ¿Quieres compañía?

Mi cabeza no procesa, sigue en pausa.

─Estoy fuera. A solo un paso ─ agrega y desdoblo la hoja de papel arrugada a toda velocidad. La letra de papá.

No puedo evitar llevarla al pecho suspirando, como si fuera la pieza del rompecabezas perdida, papá se despidió de mí, pensó en mí.

Kyoto Sato

Sé que no eres la pequeña que corría a refugiarse en los brazos de papá ni mucho menos esperarás mi historia y te negarás a dormir sin ella, has crecido, has crecido demasiado, no podré llamarte nunca más mi capullo.
Escribo esta carta cientos de veces y cientos de veces me  deshago de ella, al escribirla siento que puedo respirar al menos por minutos.

Me parte el alma sin retorno saber que me perdí parte de tu infancia, y adolescencia por ser un imbécil, por ser un hombre antes que un padre.

Perdón, perdón por dejarme tentar por la bebida y convertirme en el monstruo que asechaba la vida de mi propia niñita, perdí la cabeza.

Perdón, mil veces perdón.

Ky, es tarde para pedir perdón y soy consciente de ello por eso nunca leerás esto, prefiero vivir en las sombras de tu vida, saber de ti por terceros.

Ni esta ni mil vidas de sufrimiento serían suficientes para que pague y por eso ni siquiera me atrevo a decírtelo a la cara.

Destrocé tu vida, no tengo perdón.

Pensé como inútil  que solo pintabas para hacer feliz a Jessica, pensé que alejarte de ello haría que la extrañaras menos, pensé por ti y lo estropee todo

Solo quería arrancarla de nuestras vida de raíz y dejé de darme cuenta, de prestar atención, te marchitaste ante mis ojos y no podía verlo y cuando lo vi, era demasiado tarde para retroceder, me había convertido en un monstruo y no podía detenerme y te envié lejos, lejos de mí, porque no podía mirarte a los ojos mi niña, no merecía nada más que vivir agobiado mi vida entera, porque dejé de tener conciencia sobre mí.

No sabía que elegiste psicología para ganarte mi reconocimiento, volví a equivocarme como padre porque ya no conocía a mi hija.

Lamento tanto que te hayas sentido presionada por mis estándares, solo hoy me doy cuenta de lo estúpidos que eran comparado con ser simplemente tu padre y acompañarte orgulloso de la mano a donde sea que decidieras ir.

Yo mismo saboteé mi vida y la condené al infierno, no te sientas culpable nunca de poner tu felicidad primero cuando yo solo trabajé para quitártela, a sabiendas o no de que siempre actuaba errado.

Estoy orgulloso de ti mi amor y lamento desde lo más profundo que pienses lo contrario, estoy orgulloso de mi niña rebelde, de su pasión por lo que ama y de todo lo que has conseguido y vas a conseguir, porque no vives de estándares ni reglas, no te importa una mierda, como dirías y yo te regañaba lo que piensen los demás. Quiero que vivas siempre así, siendo tú y que tengas presente que errado, erradísimo pero te amo, te amo infinitamente. 
Defiende siempre lo que amas como lo haces y levanta siempre la frente, eres grande mi niña y lo serás aún más, tengo fé de ello.
Mereces amar y que te amen como yo no lo hice, mi último deseo es que encuentres un refugio en el amor en medio de todo el desastre que creé en tu vida, solo así podré descansar en paz.

Con orgullo y demasiado arrepentimiento,
tu PAPÁ

Me refugio en ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora