Roomies | Kookmin Au ✔

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—No puedo volver a casa, Jungkook…

—No tenemos que regresar a casa si no quieres. Pero lo que no haremos será quedarnos aquí —dijo señalando con la mano abierta hacia la mesa sobre la que antes había estado bailando el omega—. No estás bien.

A Jimin le ponía de nervios constatar que lo conociera tanto. ¿Eso acaso era posible?

—¿Y tú cómo sabes si estoy bien o no? —preguntó en voz baja. Ya no le quedaba rastro del buen humor de hace rato. Todo lo contrario, sentía un nudo en el estómago.

Jungkook negó levemente la cabeza y frunció los labios.

—Porque te conozco, porque sé cómo eres en realidad, rosita. Y el chico que hace un momento estaba bailando sobre esa mesa… Ese no eras tú, Jimin.

El nudo ascendió hasta su garganta al escuchar su respuesta.

—No me conoces en absoluto —respondió, su voz sonó más débil de lo que creía. Así se sentía por dentro.

—Por desgracia, si —replicó Jungkook frotándose la frente con una mano. Estaba frustrado. Luego soltó un suspiro y alargó la otra mano hacia Jimin—. Y ahora te agradecería muchísimo que te dejaras de tonterías. O vienes por las buenas, o tendré que sacarte yo por las malas. Tú decides.

—De acuerdo, decidiré yo. Entonces digo que —Jimin dio media vuelta para coger una botella de soju—. Digo que sí…

Ni siquiera pudo terminar. Jungkook gruñó y cumplió con su amenaza sin escuchar ni una palabra más. Lo levantó en voluntades, como aquel día que fueron a la cascada.

Jimin chilló y golpeó su espalda con fuerza, pero el alfa no se inmutó. Lo que hizo fue aprovechar la mano libre que le quedaba para darle una palmada en el trasero.

—¡Jeon Jungkook, te juro que cuando lleguemos te voy hacer pedazos!

Él reaccionó con una carcajada grave y continuó caminando.

—Ya tengo ganas de ver cómo sacas las garras.