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《Tenía dieciséis cuando todo empezó. Hyun Bin era un nuevo socio de mi padre, pasaba mucho tiempo en casa porque desde el principio él y mis padres se habían caído muy bien. Invirtió unas sumas de dinero enormes en la empresa de mi familia.

No me caía mal, al fin y al cabo, había ayudado a mi padre a expandir su negocio. Y si él estaba contento, mi madre también lo estaba, por lo que yo también me beneficiaba con ello.

Al principio, no me di cuenta de lo que hacía. Siempre me rozaba al pasar por mi lado, era de un modo muy innecesario. Luego me di cuenta de que esos intentos de acercamiento no eran imaginaciones mías… De hecho, en un inicio, era inofensivo.

Pero poco a poco pasó a tocarme de un modo más insistente y más humillante. Cuando hacía mis deberes, se inclinaba sobre mí para olerme el cabello, o… O aprovechaba el hecho de saludarme con besos en las mejillas para luego pasar sus labios por mi oreja.

Me susurraba obscenidades para ver como me sonrojada, y luego soltaba una broma sobre mi tendencia a "malinterpretar" sus palabras.

Era una forma muy insidiosa de maltrato. Cuando reuní el valor necesario para pedirle que parara, me amenazó con rescindir los contratos que tenía con mi padre. Era mucho dinero el que podría perder y yo tenía miedo de echar a perder lo que mis padres consideraban tan importante.

Y por muy pervertidos y turbio que pueda sonar, llegué al punto de acostumbrarse a ello, a sus tratos. A su proximidad física, a esa manos que des en cuando se deslizaban por debajo de mi playera o esa mirada de satisfacción cada que mi madre me compraba ropa muy… eso.

Una noche, se quedó a tomar una copa después de cenar con mis padres y unos amigos. Yo estaba en mi habitación.

Aprovechó un descuido y se coló en mi cuarto. Él… empezó a besarme, a tocarme. Era malditamente asqueroso. Logré quitármelo de encima, pero desde entonces sus aproximadamente se volvieron más descaradas.

Aprovechó de que mis padres no sospechaban nada, no me dejaba en paz. Fui idiota porque no hablé cuando apenas sucedió. Llegó un punto en el que yo ya no podía quitarme su voz de la cabeza, era como si siempre estuviera presente. No estaba seguro en mi propia casa.

No era capaz de dormir ni de comer. Pasaba más tiempo en la escuela para evitarlo o salía a los centros comerciales y me quedaba allí un buen rato.

Un día, ya no pude más y se lo conté a mi madre todo lo que Hyun Bin hacía y decía  y ella quedó consternada. Me preguntó si me había… violado y le dije que no. En realidad, no me había hecho realmente daño… pero el tocarme, besarme en contra de mi voluntad cada que podía, también es un abuso.

Ya has conocido a mi madre, no permitiría que algo arruinará los negocios de mi padre o la reputación de la familia. Me dijo que no me preocupara, pero todo siguió igual.

Estaba dispuesto a denunciarlo, pero mamá no me lo permitió. Decía que nadie me creería y que me tildarían de mentiroso. Dijo que encontraría una solución para que no tuviera que encontrarme con Hyun Bin y así fue hasta esta noche.

Creí que lo había superado, pero al verlo allí y oír a mi madre elogiando, abrió las heridas.》

—No puedo creer que tanta maldad pueda concentrarse en una sola persona —habló Jungkook por fin.

—Lo único que quiero es dejarlo todo atrás y no volver a pensar en ello…

Jimin estaba muy cansado. Aunque se quitó un peso enorme contarle todo a Jungkook, se sentía más vulnerable que nunca.

—Me gustaría volver a casa… —murmuró Jimin luego de un rato—. A Seúl…

Seúl. Ese era su hogar, lo consideraba así. No había vuelta atrás de volver a Busan, ese lugar dejó de ser su hogar desde hace mucho tiempo.

Jungkook se apartó un poco de él. Los pensamientos en su cabeza también lo estaban atormentando pero no iba a decirlo. Aún no.

Solo asintió.

—Sí así lo quieres, tomaremos el siguiente vuelo.

Roomies | Kookmin Au ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora