—¿Es aquí donde creciste? —preguntó Jimin abriendo la puerta del coche.
Jungkook imitó la misma acción y caminó hacia él.
—En parte, si. Mis padres se separaron poco después de que yo cumpliera los once años —explicó el alfa—. A partir de entonces, cada fin de semana cambiaba esta casa por la de mi padre, que está al otro lado de la ciudad.
Jimin cerró los labios y lo contempló. Se dio cuenta de que Jungkook se esforzaba mucho en ocultar lo que sentía, y una vez más comprobó lo mal que se le daba.
Oyeron un fuerte chirrido y el rostro de Jungkook se iluminó de inmediato. La sonrisa que esbozaba el alfa era sincera al ver la persona que se asomaba.
—¡Es una historia muy trágica, ya hemos derramado demasiadas lágrimas y no creo que sea el día más adecuado para hablar de ello!, ¿verdad, Jungkookie?
Jimin volteó hacia la voz femenina. La madre de Jungkook salió por la puerta, en seguida se dio cuenta de lo parecido que era Jungkook a ella. Tenían el mismo color de cabello, los mismos ojos, y también la misma expresión cuando sonreían.
Jungkook fue corriendo hacia ella para abrazarla. La cargó a volandas, y su madre soltó una carcajada. Cuando se separaron de nuevo, ella le agarró el rostro con ambas manos.
—¡A ver si te afeitas de una vez! Con esta barba pareces un hombre de verdad y todavía no estoy preparada para eso —dijo con una amplia sonrisa. Acariciando la barba casi inexistente de su hijo.
Ambos rieron, Jimin viendo la dulce escena de madre e hijo. Lindo.
—Ven, Jiminnie, no muerdo —exclamó la mujer hacia él.
Jimin asintió y caminó hacia el par. La madre de Jungkook lo examinó de arriba abajo antes de darle un fuerte abrazo, un abrazo muy cálido. Luego posó las manos sobre sus hombros y lo contempló de nuevo, con los brazos estirados.
De golpe, el omega se puso nervioso otra vez, el corazón se descontroló por completo.
—Soy Sun Hee. Me alegro de conocerte.
—Jimin —respondió sonriendo—. El gusto es mío. Gracias por… acogerme.
Estaba tan nervioso que el tono de voz le salió realmente triste. Parecía un cachorro abandonado por la carretera.
—¡Tonterías! —exclamó ella volviendo hacia la puerta. Le hizo una seña con la mano para indicarle que la siguiera—. Gracias a ti, mañana por la noche no estaremos en minoría, no sabes cuánto me alegra que hayas venido. Ven, te enseñaré la casa.
Luego miró a su hijo.
—Y tú, que ya conoces hasta la sombra, podrías ir sacando el equipaje del maletero mientras yo se la muestro a Jiminnie.
Jungkook se llevó la mano a la frente y la saludó como soldado.
Sun Hee y Jimin entraron a la casa y no pudo evitar mirar a su alrededor. Por dentro era encantador al igual que el exterior.
La sala de estar estaba decorada en un estilo rústico romántico de muebles blanco. Todo detalle está cuidado, perfectamente con la época del año.
—Esta es la sala de estar, y allí tenemos la cocina. Todo al alcance de la mano, como puedes ver.
Subieron a la escalera. Jimin observó fotografías colgadas en las que parecían sus hijos. Por primera vez, vio al hermano de Jungkook. Era innegable el parecido, aunque el otro era castaño.
《Jungkook era un niño guapísimo》
Sonrió observando la imagen de su compañero de piso
Sun Hee se dio cuenta que el omega se había quedado parado en mitad de la escalera, dio media vuelta y se puso al lado de él.
—¿Quieres ver las fotos cuando era bebé? —Jimin asintió sonriendo—. Sígueme.
Ambos bajaron y se sentaron en el sofá. La madre Jungkook sacó un libro con cubierta de cuero marrón y se lo enseñó.
—En esta foto me llegaba justo en el ombligo —contó suspirando, fueron buenos momentos—. Es esta otra, fue cuando lo bañé por primera vez.
Jimin sonrió al ver la fotografía de Jungkook cuando era un bebé. Estaba desnudo y llorando. Se veía tierno, muy tierno comparado con el Jungkook de ahora.
—Creo que ahora ya está bastante crecidito.
Sun Hee miró al omega y una sonrisa resplandeciente apareció en su rostro.
—Si, ¿verdad? Ya es todo un hombre.
—Supongo que se habrán dado cuenta que les oigo perfectamente, ¿no? —se quejó Jungkook desde la entrada de la casa, dejando las maletas sobre el suelo.
Sun Hee ignoró a su hijo y negó con la cabeza.
—Por cierto, hay veces que no consigo entenderlo. ¿Qué es esa barba? A ver si se afeita.
—Pues creo que todavía no la he visto sin ella.
—Gracias, Jimin —dijo Jeon con sarcasmo al escucharlo seguir el juego de su madre.
Park se rió en voz baja y siguió a la Sun hacia la planta de arriba. Subieron las escaleras y abrió una habitación con paredes azules. Una videoconsola vieja y un montón de cartuchos de juegos bajo un televisor. Era el cuarto de Jungkook cuando era pequeño.
—Dormirás aquí —dijo amablemente.
Se nota que Sun Hee se había esmerado en preparar la habitación para Jimin. Sobre la mesita de noche había un jarrón con flores frescas, y la cama tenía las sábanas recién lavadas. Incluso había dejado unos caramelos sobre la almohada.
—Muchas gracias, Sun Hee.
—Los amigos de Jungkook siempre son bienvenidos aquí. ¿Porque son amigos verdad?.
—Si, solo amigos.
Inevitablemente, el recuerdo del beso que se habían dado la semana anterior se hizo presente en su mente. Las mejillas comenzaron a quemarle
—Hacía tiempo que no traía ningún omega a casa. Tienes que ser muy especial para él. No le hagas daño.
Abrió la boca para protestar, pero recordó el comentario de Namjoon sobre los desamores de Jungkook durante la adolescencia, así que se limitó a sólo asentir.
—No creo que pudiera. Pero te aseguro que no tengo ninguna intención de hacerle daño.
Sun Hee lo miró con aire reflexivo y luego le puso una mano en el brazo.
—Creo que nos entenderemos de maravilla, Jiminnie —le dijo sonriendo.
Acto seguido, salió de la habitación y Jimin pudo soltar todo el aire que había contenido.
Jungkook y su madre realmente estaban cortados con el mismo patrón
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Roomies | Kookmin Au ✔
FanficJm empieza la universidad y necesita habitación. Jk era su última opción, ninguno se los dos podía negarse. Solo tenían tres reglas: - Cero sentimentalismos - No meterse en las cosas del otro - No acostarse juntos Pero, las reglas existen para rompe...