Amelia
En mi vida han sucedido cosas interesantes y deprimentes, si muchas más las contaría como decepcionantes. La suerte no ha sido mi fuerte, pero vaya que he tenido éxito. Desde muy pequeña he tenido que saber cómo afrontar los problemas yo sola, pero nunca es malo pedir ayuda. Pero ahora necesito un poco de más de todo, la soledad de estos tres años ha sido abrupta y las condiciones me han llevado a tomar una decisión.
Adoptar.
La adopción, algo que todos conocemos, es dar el privilegio de un hogar a un niño o niña que lo necesitan ―incluyendo a los animalitos― en caso de los niños, los que están en un orfanato es lo que más anhelan, el asunto aquí es que se puede poner algo complicado, si no posees lo necesario para adoptar.
¡Exacto! el dinero, siempre comprando la felicidad de todo. pero para mí no es un problema es más no me preocupa demasiado ―nada― ya que mi problema es de dónde carajos saco un esposo. Ese es una de mis problemas, el otro es mucho más complicado.
En estos tiempos uno no puede ser madre sin estar casada, pero agradezco a mis abogados de dejar claro que no es necesario estar comprometida, claro de que a pesar de tanto hemos logrado convencerlos que puedo hacer el papel de una madre sin ayuda de un hombre.
Con tantos argumentos sobre de que quiero ser una mamá ejemplar creo que me he pasado un poquitín, pero todo vale la pena cuando se trata de tener una familia.
Llegué más temprano aquel día, llevaba meses intentando conseguir lo que ahora estoy consiguiendo, no fue fácil pero la espera está por terminar. Todos estos meses valdrán la pena. Cuando llegué al orfanato una señora me recibió con una gran sonrisa como de costumbre, aunque aún no me había presentado correctamente desde que tome la decisión, siempre se mostró muy educada conmigo.
― ¿Lista? ―me pregunto ella parecía de unos treinta y tantos tal vez encargada de cuidar a los niños del lugar. Asentí después de unos segundos. Estaba más que decidida. Me señaló el camino y después de seguirlo, un cuarto apareció en frente de mi, chicos de diferentes edades se encontraban realizando diferentes actividades, pero mis ojos no prestaron atención a todos sino uno en específico.
Te vuelvo a ver.
―Sebas ―susurre. Su mirada se encontró con la mía, dude que me había escuchado ya que estaba muy lejos. Mi corazón latió con fuerza, quería correr abrazarlo y besarlo, pero me paralicé, no hice nada y el desvío la mirada. Tenía el uniforme del lugar, una especie de uniforme de escuela.
Han pasado mucho tiempo desde que lo vuelvo a ver.
La primera vez que lo vi apenas tenía diez años, puede que me haya arrepentido de hacerlo, pero volví.... aquí estoy, leí sobre su caso, pero no me importo, solo sé que estoy haciendo lo correcto, por mí, por él y sé que tendremos nuestro merecido presente juntos como debió ser siempre.
El lugar no era nada de otro mundo, constaba con varios juguetes para los más pequeños del lugar y juegos más extravagantes para los más grandes. Los asientos eran cubos con letras del abecedario, las alfombras eran de un color verde y peludas. Las paredes estaban decoradas con muchos colores con imágenes de animales, letras y números.
― Sebastián ¿Puedes venir por un momento? ―lo llamó con dulzura― esta señora, quiere....
― Lía. ―preferí. La señora asintió.
―Ven sebas ―Él se levantó del asiento y camino hacia nosotras.
― ¿Si? ―dijo mirándola, está le sonrió.
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La Adopción Correcta
Novela JuvenilEn un mundo donde los secretos se entrelazan, una madre hace un sacrificio desgarrador al abandonar a su hijo en un orfanato. Cuando el niño crece su posibilidad de ser adoptado es muy baja pero misteriosamente aparece Amelia en su vida. Pero lo qu...