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Narrado por la autora.

En una cancha se siembra un caos poco a poco, tanto como en otros lugares un poco alejados como cercanos del mismo.

Todos están tensos por el primer resultado del marcador, el público está moviéndose de un lado a otro en busca de un aperitivo, los jugadores están en la cancha, los voces de los locutores han dejado de escucharse por los altavoces.

Desde las gradas una pequeña grita.

—¡Águilas, águilas ganarán, grifos, grifos mis zapatos lavaran! —grita varias veces divertida.

Lucia esa chica molesta del principio. Pero solo fue engañada con respeto a buscar un buen amigo. Ella no es mala, solo busca la manera de ser aceptada por sus padres. Su hermano la adora, ella también.

Más atrás de ella un chico conversa plácidamente con una señora —una madre de uno de los jugadores— el resto de los amigos del chico también participan en la conversación.

Santiago, un chico que ahora le da igual a aquellas miradas negativas, no le importa el comportamiento de los demás cada vez que se sube a un autobús. Lo primero que juzgaba en el son sus tatuajes y la manea de ser el. Pero ha encontrado a los mejores amigos del mundo. No necesita más que a su hermana.

Ale. Ella hace lo posible para sonreír.

Y no dejemos tras a un elegante y exelente doctor, Tyler. Quien ahora toma taxis por haber regalado su aumóvil a un chico —el cual ahora pasa los mejores momentos en su historia — el se enamoro ¿quien no lo ha hecho? Por eso hay que dejarlo descansar esta vez.

Y Eda que ahora está sanando. Su proceso es lento pero efectivo.

Mas allá en el campo un entrenador grita a su equipo. No hay descanso para estos pobres chicos.

—¡¿Así piensan ganar?! —se burla de su equipo, los está ordenado a correr de un lado a otro sin piedad. Ellos solo tiene que obedecer y desmayarse por la falta de agua.

Lleno de irá por su niñez que la paga con sus estudiantes. No lo juzgo, somos lo que nos dicen que somos. El no se crio en el mejor ambiente familiar pero su comportamiento no es el mejor. Necesita ayuda y .....¿Quien no?

En la parte rival se encuentra un entrenador serio pero compresivo. Ayuda a uno de los suyos a repartir agua a sus jugadores.

— Ten chico —le ofrece— Toma. Deberás estar como nuevo en el segundo tiempo —se acerca a los demás y les pregunta como se encuentran.

Luis. Un señor de cuarenta años, se puede decir que es el que más completado está por el momento pero aún así tiene vacíos por llenar.

En una parte de la cancha  hay un grupo de tres muchachos. Sebastián, Rober y Marcos.

— Este es mi último partido —les informa— No pienso jugar más.

Marcos le palmea la espada a su amigo

— No le digan todavia a los demás. Mucho menos Andrés —le pide— se lo diré yo mismo después.

— Tranquilo. —dice Robert. Se levanta y se aleja del resto.

Sebastián piensa que está molesto pero no es así. Robert es un chico que expresa sus emociones de manera muy distinta. No sabe que decirle a Sebastián, el prefiere mejor el Silencio que el ruido de las palabras mal dichas. No conoce el porque su decisión pero tampoco la quiere saber, piensa que es mejor para el y su nuevo comienzo, de piel propia conoce lo que provoca un abandono, por eso desde que Sebastián llegó al orfanato por primera vez el hizo lo posible para ignorarlo. Le recordaba lo que a él le sucedio. Pero Sebastián tuvo un final feliz en cambio el no. Sigue dónde se quedó. En ma mitad.

Con quién más habla es con Andrés, ese muchacho rarito y a la vez sensible. Robert se sienta a lado de el

— Recuerdame hacer más cardio la próxima vez —pide. Está boca abajo en la cancha— Estoy que me muero. —el asiente.

Regresamos a Sebastián y Marcos.

— No te preocupes Sebastián. Todo está bien —le dice— Solo promete que no nos olvidarás ¿Okey?

— No porque deje de hacer esto —dice jugando con en envase de un power— Voy a visitarlos cada ves que puedo. No pienso dejarlos

— Eres grande Sebastian.

Marcos. Marcos. Todo irá bien muchacho te lo prometo.

En la cabina de los locutores se escuchan gritos lleno de irá. Cosas que tienen guardados dentro. Dos hombres que están perdidos sin saberlo. Lleno de confesiones y negaciones.

—¡Me gustas joder! —le dice.

—¿Que....? —jose no lo cree y no quiere hacerlo. Se marcha sin decir nada.

Zev y José, dos perdidos que necesitan ser ellos mismos sin temor al que dirán, pero para José es difícil. A él solo le gusta su empleo, pues es su meta cumplida después de tantos años de Espera.

Zev es un hombre que aún no sabe que es lo correcta y lo que no es.

Más allá de este escenario una jovencita de doce años va caminado a su casa.

Darling.

Ella solo ha tratado y trata de seguir sobreviviendo. No tiene la calidad de vida que una chica necesita.

Su vida cambio para mal cuando su mamá dejo a su padre por otro hombre. Su mamá dejo de ser la misma y prefiere callar cuando pronuncia a ese señor.

Solo quiere ir lejos para encontrar a su padre y salir del caos. Y si con eso requiere hacer sacrificios lo hará. Ya le va quedado claro que lo primero es ella, por eso engañara a bastantes personas. Para ser feliz de nuevo.

Muy cerca de ella, hay un padre que no sabe que hacer. Vender helados no es tan fácil. Perdió a su esposa cuando ella tuvo a sus dos hijas, dejandolo solo. Sufre, llora y no sabe que hacer. Cree que no es suficiente para ellas. Lo que no sabe es que no está mal seguir consejos. Pues una de ellas le romperá el corazón, mientras que la otra intentara hacer lo posible para ayudarlo.

Meses atrás también una historia se acabó, con la muerte de un joven chico. Tuvo muchas opciones pero la mejor fue apagarse, estaba candado se ser lo que no era, estaba cansado de seguir fingiendo, ya no soportaba ver la luz del sol por un dia más. La vida es una mierda aveces.

Las heridas del corazón son mucho más dolorosa que una cortada en el brazo izquierdo. Se fuerte y no caigas como lo hizo Jorge.

Pero también hay un hombre que fue alejado de su unico hijo, todos piensan que no los tienen vigilados pero hasta el mismo sabe que el está mejor sin el.

Hay errores que quieren ser recompensados, existen decisiones que tomamos ayer que quisiéramos no haberlas tomado hoy.

En una calle camina una mujer muy tranquila, preparando su jugada. Ella tendrá en sus manos el final de Sebastián y Ale,  y de todos sus amigos.

Las llamas crecen en cada momento, cada quien con sus propios conflictos pero un solo final.

En la sala de un hospital suena un teléfono las luces se apagan al mismo tiempo que se escucha el comenzó del segundo tiempo.

¿Quien ganará? ¿Quienes perderán?

Eso lo decide ELLOS.





La Adopción CorrectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora