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Ale

Cuando llegamos a casa Sebastián se sienta en el sofá mientras que yo cierro la puerta. Tyler también ha venido, según el para ayudar con el castigo, pero no lo veo así, sino con una sonrisa en su estúpida cara.

—¿Adivino? Sin celular una semana —susurra divertido. Lo miro mal.

— Sebastián no tiene celular. —respondo.

—¡¿Que?! —se sobresalta— ¿Cómo que no tiene? ¿Cómo lo vamos a castigar?

— Vamos me suena mucha gente Tyler —enarco una ceja— déjamelo a mí.

Me plantó en frente del jovencito que casi me hace sufrir de un para cardíaco.

— Sebastián —hablo serio. El traga saliva.

—¿Si?

— No seas muy dura Ale —lo miro mal de nuevo— Está bien, estaba bien. —se acerca a Sebas para hablarle cerca del oído— Lo siento amigo, pero no quiero terminar viendo una pared en blanco por una hora. Suerte —le palmea el hombro y se marcha a la cocina.

Estoy cruzada de brazos, me siento junto a el.

— A ver —hablo por fin.

Vamos no seas tan dura.

Cállate.

Recuerda lo que le hicimos a la abuela.

.....

Ja. ¿Ves?

No pienso hablar de eso.

¡El sábado es su cumpleaños!

Cierto. Mierda.

— Hagamos un acuerdo —propongo y gano su atención.

—¿Un acuerdo? —asiento— ¿De que va?

— Bueno, por ahora —pongo enfasis en la última palabra.

Eso se clara.

— Este fin de semana es tu cumpleaños. —me mira interesado— Por eso pienso suspender el castigo hasta la semana siguiente.

—¿No estoy castigado?

— Por ahora. —me mira desconfiado— Ya veremos luego jovencito. No te vas a salir con la tuya.

— ¿Es enserio? —aparece Tyler— ¿Eso es todo?

— Me ha castigado en la semana siguiente¿Te parece poco? —frunce el ceño Sebastián.

El se encoge de hombros, tiene la tarrina de helado en las manos.

— ¿La verdad? Si. En mis tiempos me obligaban a arrodillarme en tapas de botellas.

—¡TYLER! —sentencio.

—¡Pero es verdad! —mira a Sebastián, el cual ha puesto la cara de horror— Tienes suerte muchacho. Pero no tanta yo si te castigare. No puedes ir por ahí asustando a tus padres.

— Tu no eres ...

— A callar. —sentencia el— tienes prohibido ver la televisión y a partir de ahora nada de quedarte hasta tarde.

—¡Pero me levanto temprano de igual manera!

— Ya he dicho —se metió una cuchara a la boca— Está bueno. —dice refiriéndose a el helado.

— ¡Mamá! No me puede quitar ver películas! —chilla.

¿Es justo?

No me parece.

La Adopción CorrectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora