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Sebastián

— le prohibirle a Raúl que te vea, ni se te acerque —aseguró. Estaba sentada a lado mío, aún tenía el uniforme del colegio, era un vestido blanco con una corbata roja, le cadaba bien. Aunque tiene el cabello revuelto.

Le dediqué una sonrisa cansada, las camas de los hospitales son horribles.

No entiendo porque siempre está sola, si es chistosa, amable, inteligente además bonita.

Aún recuerdo las palabras de ese chico ¿Cómo se llamaba? Andy, Aiden no se.

—No puedes juntarte con ella —mencionó señalando la, la mire y no veía nada malo.

—¿Por qué no? —el chico era más alto que yo, pero aún así no necesitaba alzar la mirada para poder verlo.

— ¿Porque es de octavo? —menciono. Cómo si con solo tenerla cerca le producirá asco.

— ¿Y? —mire a la chica que tenía a lado mío una que me estaba sujetando la mano. Me separe de ella incómodo.

Que pegajosa

—¡Y nosostros somos de noveno!

— Eso es absurdo. También fuimos de octavo un día ¿Por qué hacerle como si no existiera?

— Porque los de noveno Sebastián no se llevan con nadie que no sean los grandes —respondió la chica.

—¿Cuántos años dices que tienes? —preguntó.

— Doce  —contesto ella.

— ¿Y tú? —le pregunté al chico

— Trece.

— ¿Y ustedes? —escuche que decían doce, once, y trece— ¿No veo diferencia de edad?

— Reglas son reglas Sebastián —advirtio— si lo haces no nos llevaremos contigo y eso que nos caes muy bien.

Que reglas tan tontas

— Me vale que no se lleven conmigo —me aleje de ellos y me encamine a la chica que minutos atrás estaban conmigo antes de que ellos la molestaran.

Su compañía era mejor que todos ellos.

—¡Sebastián! —grito la chica cuyo nombre no recordaba.

La verdad no me gustaron mis compañeros de clases. Y peor esa chica que no dejaba de tocarme el cabello.

— Oye plaga —me senté junto a ella— Así que eres la chica rara de la institución.

— Yo no soy rara —comento triste.

— Oye, era broma —le codee. No me gustaba que le hicieran ese tipo de broma, se ve que no tiene amigas— A mi me gustan las cosas raras —comente

— No deberías estar conmigo —solto— Si quieres puedes irte, no importa. —se encogió de hombros— ya estoy acostumbrada a estar sola.

— Pues no pienso irme —asegure y ella me sonrió— ¿Ves?

—¿Que?

— No se necesita estar con tantas personas para ser feliz.

— Ya —volvió a sonreír. Ella abrió una clases de lonchera con un dibujo de una princesa. Sonreí, Darling es rara pero de una manera especial.— ¿Quieres? —me ofreció. Negué.

— Tengo que cuidar mi comida y creo que no me hara bien comer una barra de chocolate —ella me miro mal.

—¡Pero el chocolate es delicioso!

La Adopción CorrectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora