Segundo día de carreras. Venir acompañando a los chicos era incluso divertido cuando no te notaban. Cuando lo hacían esquivaba más miradas de cualquier persona que resultase conocida con la esperanza de que no me identificasen.
Verónica Saavedra, en el Downtown. Mi padre no estaría orgullo, sumemosle que le miento a personas que podrían considerarse familia. Me odiaria seguro.
Este día en especial, habían demasiada personas, un frío descomunal se apoderó de mis sentidos. Hoy no era un buen día. No lo es.
-¿Hoy es un buen día para perder el control no crees?
Sonreí ante su entusiasmo. Alejandro me observó de soslayo con el peso de su cuerpo en el capó del auto en el que llegamos. Decenas de personas nos observaban a lo lejos con curiosidad.
-Siempre y cuando no te mates. Todo bien-negó feliz.
-Hay peores cosas que temerles, la muerte no es un castigo para las personas como yo. Es un regalo.
Tomé su mano callosa, dirigí mi mirada a sus lindas orbes turquesa, le regalé mi expresión más sincera y pregunté sin dudar.
-¿Que te ame no es suficiente razón para hacerte cambiar de opinión?
Si respiración se volvió irregular, la mía por tres.
No sabía que ese sentimiento existía hasta ahora, que las palabras salieron de mi boca como el aire que respiro entró a mis pulmones. No iba a negarlo, de hecho, sentí como el peso de mis hombros disminuyó.
-¿Necesitas mi respuesta ahora? Porque ya lo tengo claro.
Moví la cabeza frenéticamente, no es que cambiará mucho al respecto de mi decisión, pero era lo suficiente para no sentirme ridícula.
Acuno mi rostro en sus manos y delante de sus amigos, de su equipo, y de los miles y miles de personas que ahí se encontraban me besó . Grutos, de júbilo, alegría, desesperación. No lo sé, pero habían gritos,sobre todo por parte de los chicos.
-¡Vivan los novios!-recuerdo escuchar la voz de Kevin.
No pude evitar reírme. Estaba feliz. Me había permitido ser feliz, a pesar de los miles de problemas que tengo, tuve y tendré. Estaba pensando en mi y no en la venganza.
-Vamos a ganar, y luego, te diré que tanto te amo.
Un grupo se a acercó, cerraron apuestas . Sentí como un brazo rozaba el mío. Un desconocido se quedó en el final de la fila de autos con mirada confusa.
-Venga, ganemos juntos-tomó mi mano y subimos a su auto.
Una flecha disparada con destreza, así se movía el auto. Se desliza por el pavimento como agua, la aguja marcó la velocidad máxima. Mi corazón iba a millón, pero estaba segura,porque estaba con él .
-Verónica -su preocupada voz me alarmó
-Vamos ganando no hace falta ir tan rápido.
Nego con la mirada enfocada en la carretera.
-No puedo
Sonreí
-Si que puedes, no te va a pasar nada por segundos de diferencia-intenté tocar su hombro.
Nada, no era capaz de mirarme
-Los frenos no funcionan.
Los latidos de mi corazón vibraron por todo el vehículo
-No bromees Alejandro -mis manos temblaban.
Las suyas se mantenían firmes sobre el volante.
-A la cuenta de tres -al fin me dirigió la mirada-saltarás del auto. Intentaré amortiguar tu caída con el césped que está más adelante.
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¡ En Sus Marcas, Listos... Te Odio !
Diversos-Quiero corromper tu alma, saciarme de tu piel y luego, destrozarte en mil pedazos. ¿Me dejas? - ¿Follas bien?- noto como se intensifica la sonrisa en sus labios. - Muy bien - presume con arrogancia -Corrompeme todo lo que quieras.