Ella.
Ya había asimilado el hecho de estar embarazada pero ahora que sé que tendré un niño me estoy volviendo loca. Apenas salimos del hospital le pedí a Justin que me llevara a la tienda de bebés. Podría estar ahí horas de horas. Había ropa maravillosa. Escogí unos cuantos conjuntos con camisas y tirantes, me encantaba.
La idea no me cabía en la cabeza... Ni en el pecho. Iba a tener un niño. Ya me lo podía imaginar. Un Justin pequeñito corriendo de aquí para allá.
-Oye, oye, mi hijo no será un pingüino.- Justin tomó las dos prendas y las dejó en su lugar.- Nada de eso.
Rodé los ojos.
-A mí me gusta.
Él sonrió y se dio la vuelta. Crucé mis brazos.
-Mejor ésta.- Tomó una camiseta negra con letras blancas que decía: "Tengo el papá más guapo del mundo." Me reí con ganas y acepté llevarla. Claro que también el conjunto anterior. Había una cantidad impresionante de cosas.
Paseamos un rato por las tiendas y decidimos comprar algo de ropa. Justin y su obsesión por las zapatillas y yo con los bolsos. No era por nada, pero no llevaría esos bolsos de bebé. Eran horribles. Pasamos por una tienda de lencería y me quedé mirando la vitrina. Justin mantuvo su vista en el teléfono mientras pasábamos así que sólo me siguió. Cuando llegamos una mujer de treinta y pocos años se nos acercó, Justin pareció reaccionar y miró todo con el ceño fruncido. Luego sonrió. La mujer, muy sexy, debo admitir nos dio la bienvenida y me preguntó si necesitaba ayuda.
-Estoy embarazada.- Le dije.
Abrió la boca y alzó las cejas.
-Pues no parece. Además, las mujeres embarazadas también tienen que verse sexy.
Justin silbó y yo rodé los ojos. Quería verme bonita, últimamente me he estado descuidando un poco y este tipo de ropa no sólo hacía que seduzcas a tu pareja sino también a ti misma. Mordí mis labios y miré a Justin, él seguía mirando con curiosidad el área de accesorios. Tomó unas esposas de peluche negro y las sostuvo con sus dos dedos luego me las mostró y elevó una ceja. Me reí y me acerqué a él.
-No sabes la cantidad de cosas que se me ocurren.- Susurró en mi oído. Me estremecí. Debía admitir que desde que estoy embarazada, estoy muy sensible a todo.
Mierda.
Mordí mi labio y miré los vestidores. Tomé unos cuantos conjuntos que llamaron mi atención. Sostenes, tangas de encaje... Dios, me encantaba.
Me probé un sostén negro, pero me costaba muchísimo abrocharlo. Me reí para mí y llame a Justin. Él tocó la puerta del probador y yo le abrí. Cuando entró me vio en bragas y con el sostén a medio poner. Me miró y luego a los ojos.
-¿Me ayudas?
-Con muchísimo gusto.
Tiró las bolsas al piso y se acercó a mí por la espalda, hice a un lado mi cabello, dejándolo caer por mi hombro izquierdo y sentí como respiraba. Colocó sus manos en las tiras del brasier y el lugar de ponermelo, los bajó totalmente. Sonreí. Pegó su cuerpo al mío por la espalda y me pegó al espejo. Pude ver su cara a través de él.
-¿Por qué eres tan jodidamente sexy?
Solté una risa entrecortada.
Joder. Su pecho subía y bajaba contra mi espalda. Su aliento en mi nuca y mis labios presionando cobra mis dientes. Su mano bajó hasta mis nalgas y las apretó. Mierda. Sentía su erección en mi trasero. Comenzó a besar mi hombro y luego mi cuello. Mis vellos se erizaron.