Ella.
Tres meses después.
Tengo tanto que decir. Siento que en algún momento, todo lo que siento dentro, va a explotar. No me cabe tanto en el pecho.
Siento tanto amor...
Tengo siete meses de embarazo y los últimos tres han sido los mejores. Según nuestro médico el bebé está muy bien. Es muy grande, además.
Mis pies están hinchados, he subido de peso muchísimo y me duele la columna constantemente por el peso.
Además, tengo ganas de hacer pipí cada cinco minutos. Lo cual no es nada cómodo. No obstante, no podría estar más feliz.
Siento mi vientre enorme. Unas cuantas estrías se sitúan alrededor de mi ombligo y se siente rarísimo. No me importa demasiado. Justin se la pasa diciendo que me veo bien pero, sinceramente, creo que sólo lo dice para hacerme sentir bien y no comience a gritar como loca.
Uh, otra cosa.
Mis cambios de humor. Es que en mi cuerpo hay tremendo caos hormonal. Me ha dado la lloradera más de una vez en las últimas semanas. ¿Por qué? No tengo ni la más remota idea. Lo único que sé es que he sido insoportable, incluso yo lo he notado, pero Justin siempre estuvo ahí soportándome y yendo al autoservicio a las dos de la mañana por yogurt, chocolates o enchiladas.
Amaba a ese hombre más que a nada en el mundo.
Últimamente ha sido una tortura dormir. Mi panza es tan grande que apenas puedo sentarme sin querer vomitar. A la hora de ir a la cama, duermo boca arriba y aunque lo odie, no dejo que Justin me abrace como antes sin perder el control y gruñir como una maniática.
-¿Qué tal Scott? -Miré a Justin esperando su respuesta. Él hundió el rostro y frunció el ceño.
-¿Estás tomándome el pelo?
Alcé una ceja. -Claro que no.
-Scott.- Repitió entre dientes y rodó los ojos.- Es nombre de perro.
-¡Claro que no! -Me puse a la defensiva. ¡No es cierto! Es un nombre muy lindo.
-Oye, hasta yo molestaría a mi propio hijo con ese nombre.
Quise reír pero me contuve. Habíamos pasado la tarde así, decidiendo el nombre para este bebé.
Y ya se me estaba agotando la paciencia.
Jason, Carter, David, Rodrigo...
-Deja de poner pucheros.- Pasó sus manos por mis muslos y luego las bajó hasta mis tobillos hinchados.- Tienes un gusto horrendo...
Le lancé una mirada asesina y él comenzó a reír. Levanté mi dedo índice y lo puse sobre el hoyuelo que se formaba en su mejilla derecha. Pronto yo también reí.
-Vale, entonces dime tú.
Él se incorporó y quitó las manos de mis piernas subiéndolas lentamente. Sentí como sus ásperas y tibias manos se posaban en mi barriga.
-Me gusta Thomas.
¿Thomas? ¿Thomas Bieber? Me gusta. Me gusta mucho. Suena bien. Y está mejor que cualquiera de los anteriores.
Sonreí y pasé mi dedo índice por su barbilla.
-Me encanta.
Él subió la mirada y abrió los ojos mucho, también un poco la boca. Me sonrió luego de unos segundos y se arrodilló en la cama, justo a mi lado.
-¿En serio?
Asentí enérgicamente. Me gustaba. Mucho, mucho. Me encantaba más aún que él lo haya pensado.