Dedicado a ADirectionerSay ¡Me encantó hablar contigo! Gracias por leer <3 Este capitulo es extremadamente largo, pensé ponerlo en dos partes pero pensé que iban a odiarme por que es uno de los capítulos que más he disfrutado escribiendo hasta ahora.
El.
Me duché y me rasuré.
Adiós bigotito guapetón.
No estaba seguro de cuán difícil iba a ser esto, pero quería hacerlo bien.
Brooklyn estaba algo estresada, le había repetido miles de veces que todo iba a salir bien y que se calmara. Dijo que estaba así porque no veía a su padre desde hace más de siete meses. ¿Cómo podría ser? El ni siquiera se preocupa por ella. Dice que es la persona más inmadura que ha conocido, además de irresponsable y mujeriego.
Me eché un poco de colonia en el rostro poco después que había salido de la ducha. Me subí los pantalones y abotoné mi camisa. No iba a usar traje, no me gustaba, y si iba a hacer esto lo haría a mi modo. Tenía un pantalón negro, una camisa negra de manga larga, zapatos negros, y una corbata azul.
Escuché la puerta del baño abrirse y vi a Brooke salir con un vestido negro, que le quedaba perfecto, resaltaba sus curvas y sus pechos. Aún olía a loción. Su cabello estaba perfectamente peinado para atrás enganchado en algún lugar. Abrí la boca sin darme cuenta, se sentó en la cama y se colocó sus tacones del mismo color, pero con algunos brillos. Sus pestañas estaban igual de largas y risadas que siempre. Tenía un color rosa pálido en los labios y un poco de brillo labial.
Me miró y sonrió.
-Te ves muy bien -dijo.
No podía hablar. Pasé saliva.
Ella estaba muy hermosa, mucho más, y no había palabras para describirla.
-Demonios.-dije, o mejor dicho, susurré. Ni siquiera estaba seguro de qué fue lo que salió de mi boca.
Ella frunció el ceño. -¿Qué?
Miré su atuendo de arriba a abajo y parpadeé muchas veces.
¿Era real?
Completamente.
De su cuello colgaba una cadenita de oro con una perla.
-Justin -dijo acercándose más y más y envolviéndome con su olor.- ¿Qué pasa?
-Diablos, Brooke.-la miré a los ojos.-Estás hermosa.
Ella sonrió- Gracias.
Sacudí la cabeza y seguí acomodando mi camisa. Miré de reojo como se miraba al espejo de lado y arrugaba la nariz. ¿Por qué las mujeres son así?
-Brooke.- La llamé.
Ella se dio vuelta para mirar su trasero en el espejo, sonreí. Podía preguntarme que tal estaba su trasero y diría que perfecto.
-Oye... -la tomé del brazo- Estás preciosa, no le des más vuelta a la situación.
Ella asintió y suspiró.-Vamos.
Puse mi mano en alto para que la tomara y así lo hizo. Le abrí la puerta y nos dirigimos al salón.
Habían muchas personas caminado por el jardín. También había una gran piscina y miles de camareros vestidos de blanco caminando por todo el lugar. Ella me apretó la mano y yo le sonreí tranquilizándola. Ella realmente se veía hermosa, los rayos del sol deban directamente a su rostro y por un momento pensé que estaba en el cielo.
-¡Brooklyn, querida! -dijo una señora rubia de unos cincuenta años acercándose a nosotros.
Brooke sonrió y me miró.