Él.
Años después.
Me desperté cuando sentí que mi cuerpo ya no podía seguir en la misma posición. Estiré mi brazo derecho y toqué busqué el cuerpo al que estaba tan acostumbrado. Pasé mi mano por su cadera y la atraje a mí pegado su cuerpo al mío. Sonreí al escuchar cómo gruñía. Pegué mi boca a su oído y murmuré lo de todos los días:
-Buenos días.
Ella no respondió, en lugar de eso volvió a gruñir y me empujó del pecho.
-Apenas son las siete de la mañana, Justin, por el amor de Dios.
Me reí y apreté más su cadera con mis dedos.
-Son casi las diez, cariño.
Abrió los ojos de golpe y se separó de mí rápidamente para ver el reloj. Se iba a levantar pero tiré de su muñeca para que se quedara a mi lado.
-Quédate conmigo.
Ella sonrió y se acercó a mi para darme un beso en los labios y apoyar su cabeza en mi pecho.
-Buenos días.
¿Era posible que la siga amando igual de fuerte como cuando la conocí? Mi corazón hacía bum bum bum cada vez que la tenía cerca y no puedo evitarlo. Se me sigue erizando la piel cuando me toca y hasta quiero gritar cuando no lo hace.
La puerta de nuestra habitación se abrió de par en par y Brooke se movió hacia su derecha.
-Thomas Bieber, qué te he dicho sobre tocar la puerta.- Brooklyn frunció el ceño y se incorporó en la cama.
Él sonrió de lado pero nuevamente volvió a su postura anterior. Tenía los brazos cruzados y estaba casi echando humo por los oídos. Me incorporé también y elevé una ceja.
-Mamá...
-¿Se puede saber qué ha hecho que tengas esa cara? -Le dije y él bajó los brazos a los lados de su cuerpo.
-¡Thomas es un idiota, papá! - Leah entró a la habitación elevando los brazos y gruñendo. Me quedé patidifuso al ver cómo iba vestida mi pequeña hija. Abrí los ojos escandalizado. Traía puesto un vestido negro que no le llegaba ni a la rodilla. Un peinado demasiado escandaloso y el maquillaje que no dejaba ver su carita.
-¿Qué está sucediendo? -Brooklyn se levanto de la cama y se paró delante de los dos. Uhm, traía esos shortcitos que me encantaban.
Sacudí mi cabeza.
-Pasa que éste neandertal ha botado a Robert Maxine. ¡A Robert Maxine, mamá! -Lloriqueó.
-Hey, hey ¿Quién diablos es Raúl Maxine? -Fruncí el ceño.- ¿Y qué demonios haces vestida de esa manera?
-¡Se llama Robert!
-¡Es un imbécil con moto y chaqueta de cuero! -Thomas levantó las manos y señaló a su hermana.- Deberías agradecerme, muchachita precoz...
-¡Thom! -Brooke puso las manos sobre sus caderas y suspiró.- No le hables así a tu hermana.
-Aún no me dices que haces vestida de esa manera.- me acerqué a ella y crucé los brazos sobre mi pecho.
Ella rodó los ojos, elevé una ceja y parpadeó al instante arrepintiéndose.
-Mamá, ¿podrías decirle a papá que así es como se visten las chicas de diecisiete años hoy en día? Gracias.
-Justin, por favor... -Brooklyn me miró y puso su mano derecha sobre su frente y la frotó. Suspiré.
-Son apenas las diez de la mañana y ya estás vestida de esa manera. ¿Qué ha pasado y por qué estaba ese chico aquí?