Ella.
-¡William! -grité.
Paseaba inquietamente por toda mi oficina. De un lugar para otro, de aquí para allá. William entró a mi oficina con un vaso de café helado.
-¿Sí? -dijo.
Suspiré.
-Quiero que me expliques...-pasé la mano por mi frente.- Quiero que me expliques ¿Por qué diablos cancelaste mi cita con el accionista?
-Su padre lo ordenó, señorita Morgan -el frunció el ceño.
-¡Él no está aquí, William! -cerré los ojos y suspiré- él no manda aquí.
-Lo sé, dijo que le informáramos todo lo que está pasando.
-¿Preguntó por mí? -dije.
-No, de hecho me pidió que no le dijéramos nada si usted no preguntaba.
-Bien -tomé asiento-Llama a Amanda cuando salgas.
El asintió y salió por la puerta.
¿Por qué, después de todo este tiempo, se le ocurre a mi padre llamar? No puede solo irse, dejarme todo el trabajo a mí, y volver a solicitar sus jodidas acciones.
-¿Querías hablar conmigo? -dijo Amanda.
-Sí.- me levanté- Quiero que le informes a cada uno de los trabajadores de Morgan que no tomen en cuenta nada de lo que mi padre diga. -me giré- Que no me pasen sus llamadas, especialmente a Will. -la miré fijamente- Quiero que te encargues de administrar la cuenta de la empresa y veas sus correos, si parecen importantes, me lo dices, si no, sólo bórralos.
Ella parecía no creer lo que estaba diciendo. Tenía los ojos y la boca abierta.
-¿Entendido? -pregunté.
-¿No crees que estás yendo muy rápido?
-Por favor, Amanda. Tú y yo sabemos que todo lo que está pasando es por la irresponsabilidad de mi padre. -reí sarcástica.- Le voy a hacer un favor al mundo.
Ella asintió y salió.
Esto no se va a quedar así.
Cuando salí del edificio en busca de mi auto. Vi en la puerta del edificio a Max. Me sorprendió, pensé que no quería volverme a ver después de todo. Caminé varios pasos hacia mi auto, ni siquiera le presté atención. El caminó hacia mí.
-Hey -dijo.
-Hola. -Abrí la puerta.
-¿Podemos hablar? -cerró la puerta por mí, tomó mis llaves y las metió en mi abrigo.
Caminé a su lado sin decir nada. Me abrió la puerta del pequeño restaurante que estaba a unos pasos y me miró.
-¿Tienes tiempo? -me dijo.
-Un poco.
Tomó mi mano y me dirigió a una de las mesas, me puso la silla y se sentó delante de mí.
-¿Sobre qué quieres hablar? -lo miré.
Saqué mi celular y lo puse a mi lado.
-Verás... -me miró- Primero quiero disculparme.
Yo asentí. Estaba dispuesta a escucharlo. Vale, tampoco era idiota. No iba a dejar de hablarle por algo así.
-No debí gritarte y... no sabes cómo me he sentido estos días. -suspiró y se removió incómodo en su sitio.- Nos conocemos hace mucho tiempo, Brooklyn.-él tomó mi mano por encima de la mesa y sentí el calor recorrer todo mi brazo.- Ya no sé que más hacer para hacerte cambiar de opinión. Tengo veintiséis años, quiero madurar. Pero si no tengo a una persona que lo haga conmigo, no me sirve de nada. -Vi algo de tristeza en sus ojos- ¿Sabes? Todo lo que dije era cierto, tal vez no lo dije de la mejor forma, pero es cierto. Siento que sólo quieres pasar el rato y no sentirte sola. No te voy a juzgar, sé que no te gustan las formalidades y comprometerte. Pero a mí sí ¿Qué va a pasar cuando tenga treinta? Estoy pensado en una novia, matrimonio, una familia ¿Entiendes?
Pasé saliva, el maldito nudo había regresado.
Dios, iba muy deprisa.
Asentí.
-Sé también que te cuesta aceptar tus sentimientos -me miró y acarició con su pulgar mi mano.- He estado muy feliz estos años en realidad. Pero cuando la persona que amas no te ama, te sientes vacío. Así me sentía yo, tenía todos esos sentimientos guardados, hasta que explotaron dentro de mí.
-Lo siento mucho, Max -lo miré detenidamente. No sabía qué otra cosa decirle.
Sonrió.
-Claramente este no es problema para mí, pero para ti sí.- Le dije luego de aguantar un suspiro.
La camarera llegó con dos pastelillos y un par de cafés.
El se levantó de su lugar y se sentó a mi lado.
-No quiero terminar mal contigo -besó mi sien- Te quiero, y siempre vas a ser importante para mí.
-No quiero que pienses que no me importas, Max.
-Lo sé, lo dije porque soy un idiota.
Sonreí.
-Desearía poder estar contigo, en serio.
-Yo también -rió divertido.
Toda esa semana pasó normal, aún seguía hablando con Max, dijo que había salido con una chica y me pareció bien. Era obvio. Soy tóxica para él. El jueves llamé a Justin para saber si quería hacer algo el fin de semana, pero me dijo que saldría el sábado y domingo a la playa con sus amigos. Así que aquí estaba.
Sola.