Capitulo 4

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Ella.

Estaba recostada en mi cama leyendo una novela de terror que había encontrado en mi biblioteca. Era patética. Nadie mata a una persona con un tenedor, lo deja en su lugar y luego sale como si nada hubiera pasado. Se enamora de la hija del que asesinó y se casan. Puse el libro en mi mesa de noche justo antes de que el timbre sonara.

Fruncí el ceño. No esperaba a nadie. Pregunté quien era por el intercomunicador, pero nadie contestó. Seguido de eso la puerta de mi apartamento sonó, puse la mano en mi pecho. Caminé hasta la puerta y la abrí.

-¿Cena para dos? -dijo Max con unas bolsas en las manos.

Sonreí y abrí la puerta para que pasara.

-No te esperaba hoy.

-¿Quieres que me vaya? -se acercó y me tomó de la cintura, acercó su rostro al mío y me besó en los labios. Negué divertida.

-No, ¿qué trajiste? -Sonreí.- Huele bien.

-Comida tailandesa. -me dio otro beso más y fue a la cocina. Sonreí negando con la cabeza. Estas visitas me caían bien.- ¿Sabes? Alguien en la oficina dijo que te había visto con un chico. -dijo desde la cocina, salió con dos platos y frunció el ceño.- ¿Quién era?

-Un amigo.

-¿Un amigo?

El me tendió un plato con comida y di un bocado.

-Sí.- me encogí de hombros.

El suspiró.

-Cielo, sé que no tenemos nada serio, pero...

-Max, basta. -lo miré suplicante y dejé mi tenedor a un lado. 

-No. -dijo, limpió su boca con una servilleta y la dejó a un lado.- Llevamos como tres años saliendo, te quiero. -me miró fijamente a los ojos. Sentí que se me revolvía el estómago. -Quiero que avancemos. -abrió los brazos y se balanceó para atrás en la silla. Todos su gestos eran muy marcados, de hecho bruscos. No lo había visto así nunca.-No quiero sólo venir aquí, que nos acostemos y salir con las mismas. Quiero pasar tiempo contigo. -se acercó a mi y puse una mano en alto.

-No. -le dije- ¿Para esto viniste? No puedo hacer esto, Max. No puedo hacer lo que tú quieres. No soy yo, ¿bien?

-Bien -frunció los labios mientras asentía. Las cuatro patas de la silla chillaron en el piso.- Me voy.

-Max...

Suspiré y me levanté de la mesa, casi dando zancadas para alcanzarlo.

-¡¿No te das cuenta?! -gritó poniendo las manos en alto para que no me acercada. Todo parecía muy extraño, muy ajeno. ¿En qué momento cambió todo?- ¿Qué pasa por tu cabeza? ¡Solo piensas en ti, en tu trabajo y en que es lo que la gente piensa de ti! 

-No grites. -dije negando con la cabeza. Lo tomé de los brazos y los apreté.- No puedes obligarme a estar contigo.

-Estás...-pasó la mano por su cabello.No completó la frase, cerro los labios y botó todo el aire, retrocedió hasta la puerta, de espaldas.- Nunca te he importado.

-Por Dios, claro que importas. -estreché los ojos.

-No. -negó con la cabeza- Jamás te vi hacer algo por mi. Estás mal.

Se formó un nudo en la garganta.

-No quiero esto para mí, Brooklyn.- me miró suavemente.- Es tóxico ¿No te das cuenta?-negando con la cabeza se acercaba más a la puerta.-Noy tu jodido juguete, Brooklyn.

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