Siempre me he preguntado cuán difícil sería poder llegar a sentir felicidad. Completa felicidad, quiero decir. Ya saben, hay momentos en la vida en los que piensas que tal vez, solo tal vez, si el universo te da una oportunidad, puedes ser feliz, aunque sea solo un momento.
Alguien puede cambiar tu vida inesperadamente. Sin previo aviso. Para bien o para mal, pero solo tu decides si dejarás que te afecte en algún sentido.
Como a mí, Justin cambió mi vida. Y créanme cuando les digo que no me lo creo. Realmente no lo hago. Pienso y pienso en ello hasta hundirme y marginarme yo misma. ¿Por qué?
No tengo ni la más remota ni jodida idea.Y ahora el está aquí, con esa hermosa y enorme sonrisa de niño, sobre mí, con los ojos brillando y un hermoso anillo de compromiso entre sus dedos.
Estoy congelada.
Fría como un iceberg.
Paralizada.
He pensado en el matrimonio. Claro que lo he hecho, como cualquier mujer enamorada hasta el tuétano. Pero ahora no sé que hacer.
¿Qué se supone que tendría que hacer?
La mirada de Justin se vuelve dubitativa, el brillo y la sensatez ha abandonado su cuerpo. Quiero hablar, quiero decirle que me muero por pasar mi vida con él, que lo quiero. Que no puedo moverme por el sólo hecho saber que puedo llegar a ser su esposa. Que nada nos va a separar. Que tengo veintiséis años y que el hombre de mi vida me esta proponiendo ser suya para siempre.Examina mi cara asustado. Decepcionado, creo yo. Niego con mi cabeza en mi mente porque quiero hablar, decirle tantas cosas.
Entonces veo que se está alejando. Su manzana de Adam se mueve de arriba a abajo. Y de pronto, como si todo tipo de shock hubiera abandonado mi cuerpo, le sonrío. El no lo hace, pero me mira. Gateo lentamente hasta su regazo, sus manos están tensas, las tomo entre las mías y las abro. Puedo ver como se han marcado sus nudillos. Subo la mirada y veo a Justin observar mis manos, toco el anillo como si fuese la mas preciada gema y la deslizo en mi dedo anular.-Para toda la vida.
Es lo único que logro decir. Me mira y sus facciones se relajan inmediatamente. Me abraza fuerte, fuerte como si no quisiera dejarme ir nunca, y me alegro que lo haga porque así me siento yo.
-Joder, nena. -suspira en mi cabello y se retira lentamente.- Casi me da un infarto.- Me dice serio, con el ceño fruncido. -Dios, pensé que...
-Te amo. - le digo mirando sus ojos nuevamente brillantes. Quiero llorar de emoción. Lo quería tanto...
Me vuelve a abrazar, pero esta vez es un abrazo nada protector, es un abrazo tierno, lleno de amor.
-Te amo. -me sonríe entre besos y me siento en casa. Feliz.