04화

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Era su primera fiesta. Kim Seokjin lo mira con diversión desde el pie de su cama, mientras Taehyung busca algo decente para usar. ¿Qué se utiliza en una fiesta? Él nunca asistió a una. Su amigo se cubría los labios para que sus risas no se escucharan hasta el armario del alfa, pero era imposible; Taehyung sabe que se está riendo de él.

      —¡Mejor ayúdame! En vez de estar juzgando —le arroja un suéter azul que no usa hace años, Seokjin rueda los ojos.

      —¿Cómo esperas que te tome en serio? Estás por ir a una fiesta —eso no era lo que ellos hacían— con Jungkook —si puede ser aún peor. —Tu vida dio un cambio radical, en menos de una semana.

      —Ya te dije que no voy con Jungkook, sino para cuidar a Jimin —que el pelirrojo lo haya invitado es solo una coincidencia; o eso le dijo a Seokjin, que Jeon lo invitó y supo que Jimin asistiría por lo que accedió.

      —¿No piensas que es injusto para Jungkook?

      —No creo que le importe —tienen un trato, del cual no puede hablarle a Seokjin.

      En resignación, su amigo decide ayudarle a buscar un atuendo decente para la dichosa fiesta. Al final, no usa más que pantalones de mezclilla oscura y una camisa azul de botones. Taehyung piensa que es demasiado, pero Seokjin aprueba cómo luce. Por tanto, confía en su amigo y ambos salen de la residencia Kim. A sus padres no les importa dejarlo ir, saben que su hijo es un buen alfa; confían en él. Así que, Taehyung deja a Seokjin frente a su casa y se dirige a la dirección que Jeon le envió hace unas horas; estaba a un par de cuadras, por fortuna. Son las 9 pm en punto, el omega pelirrojo no hace acto de presencia hasta veinte minutos después. Éste le saluda sacudiendo su mano desde metros atrás, Taehyung frunce el ceño en desconcierto; hasta luce inofensivo con ese chupete de cereza.

       —Vaya, te esforzaste —molesta evaluando su vestimenta; Taehyung desvía la mirada, incómodo del escrutinio.

       —Déjame en paz.

       —Tu omega ya está en la fiesta —empieza un tranquilo andar calle abajo, el alfa lo sigue de inmediato.

       —¿Cómo lo sabes?

       —Tengo ojos en todos lados, Tae.

       —Deja de... ¿Sabes qué? Olvídalo —se rinde; entre más denote molestia, más va insistir. —¿Cuánto crees que nos tome esto? No me gusta desvelarme —Jungkook no hace más que mirarle incrédulo.

       —Eres un bebé.

       —Perdón por cuidar mis ciclos del sueño —bufa.

       —Como sea —entorna la mirada. —Es algo... incierto —responde a su pregunta inicial. —Depende.

        —¿De qué?

        —De cuánto tarde tu omega en embriagarse.

         —Jimin no... —más se detiene de imprevisto cuando divisan la fiesta a unos metros; hay una hilera de motocicletas estacionadas en el jardín, luces neón se esparcen por toda la calle y la música retumba en todas sus paredes incluso si no llega hasta el resto del vecindario. No tiene una cifra aproximada de cuántas personas hay ahí. —Mierda —nunca vio a tanta gente junta.

       —Bienvenido al bajo mundo, príncipe Taehyung —sonríe con diversión antes de morder su paleta para llegar al chicle. —Es hora del espectáculo —tira el palito sobre la acera.

       La música hace eco en sus estómagos apenas ingresan a aquella casa; Taehyung presiona sus párpados porque la luz arde en sus ojos ante el primer contacto, no es fácil acostumbrarse pero lo consigue tras unos segundos. Es imposible hablar, Jungkook le indica que lo siga y lo toma de la mano para arrastrarlo entre la multitud. Hay adolescentes bailando con las luces apagadas en la sala, chicos abriendo latas en la cocina y chicas paseándose por el corredor en traje de baño; así es como el alfa castaño descubre que en el jardín hay piscina, es hacia donde se dirigen. Pronto salen al exterior; hay música diferente, un poco más baja y con iluminación decente (o al menos tolerable). Puede respirar en paz, no se detiene hasta que Jungkook lo dirige a la barra del jardín. Está solo, todos están nadando o jugando entre ellos.

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