EPILOGUE

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El silencio es sepulcral, lo tiene acorralado. La tranquilidad del azabache no se ve perturbada por la amenaza en ojos de aquel alfa, prepotente y con ojos que enmascaran el miedo. Sonríe con autosuficiencia.

—Durante tres horas, me he sentado ahí a escucharlos debatir de quién es la culpa que un niño de quince años tuviese en su poder un arma de fuego; si tenía la consciencia de esto u aquello, pero en ningún momento escuché la pregunta clave —el silencio es total cuando toma la palabra. —¿Por qué un niño de quince años sentiría la necesidad de poseer un arma? Tenga la conciencia de su funcionamiento o no, ¿por qué un niño creería que la necesita? —avanza sigiloso hacia la presunta víctima, le da náuseas mirarlo a la cara, pero lo hace igual. —¿Usted sabía que mi cliente poseía un arma?

—Él me lo dijo.

—¿Por qué no lo mencionó a las autoridades correspondientes?

—No le creí.

—¿Por qué?

—No es tan fácil conseguir un arma en este sector de Seoul, ¿cómo un niño iba a conseguirla?

—Es correcto —asiente. —La tenencia de armas en Seoul está estrictamente prohibida, no es un secreto para nadie. Así que, ese chico debió cruzarse en lo más bajo de esta ciudad para conseguir que alguien se la vendiera a un precio... Estúpidamente caro —la declaración es contundente. —Mi cliente sabía que la posesión de esa arma era ilegal, ¿por qué se lo diría a alguien? ¿Por qué se lo diría a usted?

—¡Objeción! Especulativo.

—Esa no era mi pregunta —asegura Jungkook antes de girarse hacia aquel que interrogaba. —¿Mi cliente le dijo a alguien más sobre esa arma? —lo mira negar. —¿Qué hizo cuando mi cliente le confesó tener en su poder un arma?

Traga saliva, nervioso. —Nada.

—¿Qué fecha le contó sobre el arma?

—Inicios de Enero.

—Exactamente tres meses antes del atentado, ¿cierto? —lo mira asentir, así que le da la espalda. —¿Por qué un niño le diría a su profesor que tiene un arma para continuar con su vida como si nada hubiera pasado? ¿Por qué pasaron tres meses en que esa arma no fue utilizada en absoluto? —regresa su atención a la presunta víctima. —En la evidencia, usted declaró que mi cliente era un niño complicado con problemas académicos. Problemas con otros profesores y malo en muchas asignaturas, incluida la suya. ¿Es cierto? —lo ve asentir. —¿Usted tomó medidas para apoyarlo en su asignatura?

—Tomaba tutorías después de clases.

—¿Cuántos alumnos tomaban estas tutorías extras?

—Solo él.

Te tengo. —Pero según su reporte, mi cliente no tomó las tutorías durante tres meses... Entre el 12 de Enero y la fecha del atentado, ¿por qué?

—¡Objeción! Irrelevante.

—¿Son irrelevantes los antecedentes que perfilan como problemático a mi cliente?

El juez deniega la objeción y pide a la presunta víctima responder. —Consideré que se había regularizado bien.

—Tiene un buen ojo académico, mi cliente subió sus notas a sobresaliente en cada materia... Tres meses antes de que confesara tener un arma, entonces ¿por qué el 15 de Abril fue llamado a nuevas tutorias?

—Porque se aproximaban los exámenes universitarios.

—¿Y solo le preocupaba que él fuera admitido? ¿Por qué le preocupó hasta ese entonces si las fichas salieron en ese febrero?

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