29화

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Está frente a su casillero ordenado las mismas tres libretas, ansioso y cansado; mira a la puerta de ingreso, no aparece. Taehyung lleva más de quince minutos esperando a Jungkook, pero no hay rastro suyo, ni de Min. Bufa cerrando el casillero, mejor irse a clase; presiona el libro contra su pecho y entonces los ve entrar, Yoongi al fin viene a clases. Jungkook baja la mirada mientras oculta una risita, Yoongi desvía la mirada con cierta timidez. ¿Qué está pasando? Debería poner su paso en marcha, más se queda ahí de pie viéndoles entrar; entonces, sus ojos cruzan con los ébanos del omega. Jungkook le susurra al pelimenta, casi rozando el blanco, y este asiente de mala gana; al final, se despiden y el pelirrojo avanza en su dirección.

    —¿Me estabas esperando? —juguetea con la perforación bajo su labio.

    —No —empiezan a caminar hacia las aulas. —Acabo de llegar —miente. —Lograste hacer que Yoongi viniera a clases, eres bueno.

    —El poder de la palabra —resuelve.

    —¿Qué le dijiste?

    —Que debía afrontar las cosas como un hombre de verdad y que estaba siendo sumamente patético.

    —Muy elocuente —retiene una sonrisita. —¿No has pensado en ser coach motivacional?

   —Primero me doy un tiro.

   Comparten una suave risa, nadie dice más hasta que llega el momento de separar caminos a mitad del pasillo. —¿Te veo en el almuerzo?

   Jungkook niega, un tanto apenado. —Tengo que hacer... unas cosas con Yoongi.

  —Oh —asiente. —Vale, entonces... te veo luego.

  Esa es su despedida.

  Taehyung no tiene una gran mañana; Seokjin ha intentado hablar con él desde el lunes, Jimin parece cada día más deprimido y él debe sentarse en medio de ambos a ignorar que no significa nada para él. Finge bien, ha aprendido del maestro; para el almuerzo, es incapaz de pararse en la cafetería. Cree que no le molestará a Jungkook si va por sí mismo a su lugar en las bancas del jardín, él no está ahí; se sienta con la vista a la reja mientras come una bolsa de papitas y ve a las personas caminar hacia sus destinos, puede que la soledad no sea tan mala. Después de todo, es lo primero que conoció. ¿Cierto? Antes de Jimin, no tenía a nadie. ¿Cómo pudo olvidar esos días? Solía sentarse en un lugar como este a observar las nubes, le gustaba el silencio y disfrutar la brisa. ¿Por qué ahora se sentía diferente? Sus padres solían decirle que hacer lo correcto solía venir acompañado de la suerte divina, o una mierda así. ¿Por qué no se siente bendecido por los dioses? Si el camino no era hacer lo correcto... ¿entonces? ¿Cómo debería vivir su vida?

    —Taehyung —alguien llama a la distancia. —¿Cierto? —no tiene idea de quién es. —Soy Hoseok, de hecho, venía a buscar a Jungkook. ¿Sabes... dónde está?

    —Con Yoongi —en algún lugar, ve al otro alfa reprimir una risa. —¿Qué es tan gracioso? —no pretende que su voz anuncie amenaza, pero lo hace.

    —Nada, nada —alza las palmas en señal de paz. —Solo pensaba que ustedes... —Taehyung enarca una ceja, es una advertencia. —Nada, olvídalo. En realidad, venía a invitarlos a los dos; haré una fiesta de piscina hoy por la noche, sería genial si se pasan por allá.

    El castaño asiente, desinteresado. —Le haré saber.

    —Esta es la dirección, por si quieren ir —señala la pantalla de su celular y Taehyung le toma fotografía por mero compromiso. —Allá los veo —es su despedida.

    Observa la dirección, ¿cómo podía realizar una fiesta a días de volver del viaje? ¿De qué está tratando de huir todo el mundo? ¿Funcionaba? ¿Tenían noches tan ruidosas como la suya? Envía la dirección a Jungkook y da el mensaje del tal Hoseok, este le contesta durante las últimas las clases; dice que estará ocupado con Yoongi, no cree ir. Lo deja en visto, tiene proyectos que anotar; el semestre está a punto de terminar. 

DelicateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora