Capítulo 11

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La música retumba en mis oídos. Fireball, de Pitbull suena a toda pastilla y no me fío del vaso que he cogido de mi propia cocina. Esto es horrible. Gente bailando, restregándose, gritando y a punto de tener sexo en público. ¿Lo peor de todo? No, no es que Travis se haya perdido entre la multitud y que por eso no pueda saber quiénes son los desconocidos que hay en mi casa, ni tampco si los ha invitado él o han entrado por su cuenta. Tampoco es que Mary se haya tenido que ir porque William se haya dejado las llaves en la academia y no pueda entrar en casa. Ni siquiera que mis amigas de la universidad me hayan dejado tirada por unos chicos que creo que son amigos de Jake. Lo peor de todo es que no hay vecinos que puedan quejarse del ruido porque todos están aquí. En una sola noche he conocido a todos los vecinos, a parte de Jake y Juliet, que ya los conocía. Juliet me sigue mirando mal. Así que aquí estoy, sentada en el suelo de la cocina con un vaso de plástico lleno de Coca-Cola. Travis flipaba si se creía que me iba a hechar Jack Daniels en el vaso. Se ha ido justo después de ver cómo Mary hacía de las suyas. Llevo un vestido rosa corto con volantes que no me gusta nada y el pelo recogido en una cola de caballo. Llevo unos tacones de lentejuelas y los labios pintados de rosa fúcsia. Algunos chicos me miran, no sé si por mi aspecto o porque estoy sentada en la cocina, sola. Y solo son las diez. He intentado llamar a Calum, pero no me coje el teléfono. Cecy, una de mis amigas de la universidad, me viene a buscar. Es la hermanastra de Natalie, y no se parecen en nada a pesar de tener a un padre en común. La madre de Natalie murió cuando ella tenía doce años. Su padre tenía una amante desde hacía años, así que cuando la madre de Natalie murió ella y su padre se fueron a vivir con la amante de su padre y su hija en común. Cecy y Natalie no se parecen en nada, pero se llevan bien. Natalie es rubia, con los ojos verdes con unas motitas marrones que sólo le dan un aspecto más aniñado. Es dulce, tímida y tranquila. Cecy, es morena, alta y suele vestirse con chupa de cuero y tacones de aguja. Es alocada, amante de las fiestas. Todo lo que su hermanastra tiene de tímida, ella lo tiene de extrovertida.

-¿Rine?

-¿Sí?

-¿Puedes venir? Jess tiene un problemilla.

-Claro. Voy. -Me levanto y sigo a Cecy. Localizo a Natalie y a Ally sentadas en el sofá con Jessica.

-¿Qué pasa?

-Rine... ¿Puedes prestarme algo de ropa? Un tío se me ha cruzado y me ha tirado toda la bebida encima. Gilipollas.-dice, cruzando los brazos. Ahora que me fijo mejor, veo que lleva la parte delantera del vestido azul empapado.

-Claro. Ven conmigo.-le digo, la cojo del brazo y cuando me giro un momento... Lo veo.

Lo veo a él.

A Sam.

A Samuel Harrison.

Al chico que rompió mi corazón.

Sam no ha cambiado para nada. Le está coqueteando a Sally, una de mis vecinas. Es rubia, de pelo corto, piernas largas y cabeza hueca. Cuando ha venido y Travis me la ha presentado, le he preguntado qué estudiaba y me ha contestado : "Ah, no, yo ya he terminado el instituto, ya no tengo que estudiar más.". Sam se gira un momento y me ve. Y se queda blanco. Y con razón. Me acerco a él y le doy un bofetón. Como en las películas, la música se para y de golpe todas las personas de mi alrededor nos miran.

-Cuánto tiempo, Sam. ¿Cómo te fue por Australia? Espero que bien. ¿Te marchaste rápido, no? Tanto que no te dió tiempo a decírmelo. Por cierto, sé que quedó claro pero como no nos dió tiempo a dejarlo claro, hemos roto.

Me voy antes de que Sam pueda decir nada. Jess me sigue hasta mi habitación. A la que cierra la puerta, me hecho a llorar. A sido demasiado impactante verlo aquí.

-¿Qué te pasa, Rine?¿Quién es él, cariño?-Jess se sienta a mi lado en la cama, y la puerta se abre. Es Travis.

-¿Qué ha pasado? Ya se ha ido todo el mundo, no quería incomodarte. ¿Qué te pasa con ese chico?-iba a contestar, pero se me hace un nudo en la garganta. Él parecía feliz, tranquilo, orgulloso y arrogante. Tal y como lo conocí. Igual de petulante. Con esa sonrisilla y esa pose de chico malo.

-Os dejo solos.-dice Jess con suavidad. Travis se sienta a mi lado y me pasa el brazo por los hombros.

-Sé que Cal te calmaba mucho en el instituto, cuando tenías problemas. Pero como él no está, aquí estoy yo. ¿Me dirás quién es ese imbécil que te ha echo llorar?

-Mi exnovio. Empezamos a salir a los quince. Cuando estuvimos a punto de hacer los dos años se fue. No me dijo nada. No me contestaba las llamadas y su casa estaba vacía. Una semana después me enteré por un amigo suyo que se había marchado a Australia. Y no me dijo nada. Yo pensaba que si me lo hubiera dicho podríamos haber probado con una relación a distancia, o que podríamos haber cortado. Porque me tiré meses con la esperanza de que volvería y que todo volvería a ser como antes de que se marchara. Creía que estaba enamorada de él.

-¿Y lo estabas?¿Lo estás?

-No. He vivido con Mary, ¿sabes? Ella y Bill llevan juntos desde los trece. Mary tenía trece y él catorce. Recuerdo que Mary estaba emocionadísima porque tenía a su primer novio, que era el primo de una amiga suya del instituto. Recuerdo el brillo en su mirada cada vez que lo veía. Aún sigue allí. Tienen las mismas pasiones, y cuando se enfadan Mary vuelve llorando a casa porque tiene un miedo horrible a que Bill se enfade con ella, porque se necesitan demasiado como para estar mucho tiempo lejos. Pero al día siguiente Bill siempre aparecía con un ramo de rosas y fresas con chocolate, porque a Mary le pierden estas cosas. Ellos están enamorados el uno del otro. Mi relación con Sam no era así. Estoy segura de que Sam y yo no nos amábamos, que no llegamos a querernos, que para Sam yo era un capricho más y que a mí me emocionaba tanto la idea de tener novio que no me dí cuenta de que no pasábamos de gustarnos el uno al otro.

Compañeros de pisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora