Capítulo 23

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La fiesta seguía en su curso, era más de media noche y lentamente uno que otro de los invitados empezaron a salir por la puerta principal, abierta de par en par, dirigiéndose a sus carruajes jalados por bellos caballos de vuelta a sus hogares.

El rey seguía sentado en su trono, con una expresión de haber estado perplejo, mirando de reojo algunas cartas pendientes encima de su regazo, pasando una a una.

La música y las melodías no dejaban de sonar, y aunque ya era algo tarde aún habían invitados los cuales seguían bailando en medio del salón, otros pasaban el rato entablando la conversión con otros invitados cercanos de cualquier tema.

Con pasos acelerados y firmes, se acercó Elen hacía los tres tronos principales, con un gesto de disgusto en su semblante, tratando de comunicarle los sucesos a su contrario.

—¿Dónde se metió Amelia? —preguntó para si misma la eriza, agarrando su vestido para sentarse en el trono al lado derecho del rey.

—Pedí que no la perdieras de vista —respondió el rey sin quitar la vista de las cartas en sus manos.

—Lo hice, ninguno de los caballeros de guardia la ha visto en dos horas.

—Debe de estar aquí, se supone que te encargarías de que ella tuviera una conversación con Darín.

—Se supone. —Elen lanzó un suspiro frotando su cien con ambos dedos de sus manos. —Tendrá que volver de alguna manera u otra, para entablar algún trato de matrimonio con Solis.

—En cuanto a eso Elen, quiero hablar contigo. —El rey sacó una de las tantas cartas de la pila mostrándola a la vista de su contraria.

—¿Qué es esto? —preguntó Elen viendo el objeto.

—Creo que deberíamos de considerar la oferta lo más antes posible.

—¿Informe sobre los espías? —preguntó dirigiendo su vista hacía el Rey, este asintió con la cabeza, Elen miró unos segundos más la carta y luego dirigió su mirada hacía la nada, pensando claramente un movimiento—. Espera un momento. —Elen se puso de pie inmediatamente y caminó hacía uno de los pasillos conectados al salón principal.

—¿A dónde va? —preguntó el Rey, aún con la carta en su mano y mirando como la eriza se iba.

—Tengo que hablar con los reyes de Solis sobre un asunto, haz lo necesario para ganar la guerra —respondió Elen siguiendo por el pasillo, el sonido de sus pasos iba desvaneciéndose  mientras más se alejaba del salón.

—¡Majestad! —gritó desde el medio del pasillo el camaleón de los anuncios llamando la atención de los invitados.

—¿Qué sucede Espio? no grites así cómo así, esto es una fiesta —regaño por su actuar, guardando la carta en uno de sus bolsillos y poniéndose de pie.

—Lo siento mucho majestad, pero hay sospechas mías que creo que debería de considerar. —Caminó hacía el pasillo lateral con el Rey.

—Informame de cualquier asunto inusual.

—Se ha visto que muy pocos de los caballeros indicaron su origen y su anterior paradero antes de llegar a Arthur.

—Un hueco dónde entrar —mencionó en su cabeza.

—En casos cómo esto es necesario tomar las medidas para que no tengamos algún infiltrado en la caballería de nuestro reino, sería muy arriesgado.

—Entiendo, envía un informe oficial redactado, tienes total acceso a la caballería que encuentres de confianza para ti en este momento para abrir una investigación.

A pesar de la guerra | SonamyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora