La recámara estaba en total silencio, que fueron bruscamente interrumpidos por golpes en la puerta, la eriza desanimada y con pereza abrió sus ojos y se puso de pie de la cama, caminó lentamente hasta la puerta y abriéndola para encontrar a una de las mucamas de pie en el marco de la puerta. Amy la miró a los ojos, para luego llevar la manga de su brazo a su nariz y limpiarla.
—¿Pasa algo? —preguntó Amy, agarrando la puerta de la habitación.
—Alteza, su tía la manda a llamar para unos arreglos de su compromiso —dijo tímidamente la joven mucama bajando la mirada —ella quiere verla inmediatamente, parece algo urgente.
Amy suspiró pesado y miró a la nada, hizo una mueca y se dirigió a la mucama.
—De acuerdo, iré enseguida. —Cerró la puerta detrás de ella y de mala gana caminó hasta las escaleras.
Sus pasos eran lentos y arrastraba los pies, estaba perdida mirando las paredes del castillo, miró una ventana y observó como estaba empezando a oscurecerse poco a poco y que había pasado ya la mitad de la tarde.
*****
El erizo caminaba aún con todos los pensamientos y recuerdos antiguos y lejanos, que creía olvidados por completo.
Tenía ganas de ver a Amy y decirle absolutamente todas las cosas que le estuvo ocultando, no quería permanecer un solo día más en Arthur; temía que el loco del príncipe de Henry se hiciera cargo y que desatara una ataque como el de hace ya doce años, y que aún peor, que por su culpa todo Arthur quede destruido, la vida de sus amigos, la vida de Amy, tenía que protegerlos.
Desvío su rumbo hacia el patio de armas y caminó directo a las escaleras del segundo piso, no notó que su respiración aumentaba y empezaba a tener las palmas de las manos sudadas, se sentía mareado, pero no era lo suficiente fuerte para detenerlo.
Por otra parte, el camaleón recargándose en la puerta de la entrada del patio de armas, aún esperando al erizo desde hace ya unos minutos que empezó a impacientarse, se cruzó de brazos y giró sus ojos; dejó de cruzarse de brazos y de recargarse e la puerta, empezó a caminar de manera rápida hacía las habitaciones de los caballeros.
Sus pisadas eran fuertes y ruidosas, que hacían eco en el pasillo vacío, caminó hasta la puerta abierta de hierro, listo para reprender al erizo que supuestamente se encontraba ahí.
—Creí haberte dicho que no demoraras... —reprochó, antes de quedarse con las palabras en la boca, miró toda la habitación y no había ningún rastro del azulado.
Se giró listo para salir e ir a buscarlo en alguna otra parte, pero el meticuloso sonido de una hoja de papel arrugada desprendiéndose de la viga de la cama de paja llamó su atención.
Caminó hasta la misma, la recogió del piso y la desdobló para leerla.
*****
Finalmente afuera de la recámara de Amy, tocó la puerta más de una vez, esperando alguna respuesta de ella, pero era inútil, la habitación parecía vacía en su totalidad, sintiéndose exhausto y mareado por tantas cosas que venían a su cabeza.
Se dejó caer en la puerta, se agarró la cabeza con su mano, cerró sus ojos respirando rápido, la carta del alteza de Henry lo había dejado en un estado que ni el mismo podía comprender, los recuerdos llegaban a él como balas atravesando toda su existencia.
Solo quería ver a Amy y de una vez por todas terminar con los secretos que le tenía ocultos.
Se puso de pie aún no rindiéndose en encontrarla, caminó escaleras abajo hasta una parte del pasillo en dónde ambos se habían encontrado la primera vez, siguió por ese caminó hasta llegar a el patio de armas, y encontrar a sus amigos y compañeros practicando, en el fondo miró a los cinco amigos combatiendo, estaba seguro que ambos se preguntarían dónde se habían metido.
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A pesar de la guerra | Sonamy
Romance⋆: ・ 𝓐 𝓹𝓮𝓼𝓪𝓻 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓰𝓾𝓮𝓻𝓻𝓪 ⋆。˚ • Siempre hubo conflictos entre el reino de Henry y el de Arthur, aunque ya hayan pasado más de diez años del suceso, el rencor que se tienen el uno con el otro es evidente. • Esto perjudica a un erizo a...