Capítulo 31

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La luz de la mañana la levantó temprano en la mañana siguiente, no dudo un segundo en salir de su cama de un salto y agarrar la primera prenda de su armario y zapatos, abrió fugazmente la puerta. Se sorprendió al ver dos caballeros en el marco de la puerta deteniendo su salida.

—¿A dónde te diriges Amelia? —gritó Elen desde un pasillo hacia ella con una taza de café caliente en sus manos.

Se volteó a verla. Le sorprendía que Elen este de pie de la cama a estás horas, usualmente solía despertar a la hora del té, no contaba que la interrumpiera justo ahora.

—¿Qué haces levantada tan temprano? Supongo que aún no alistaste tus cosas ¿No es cierto? —preguntó con un tono reprendedor.

Amy negó con la cabeza, nerviosa agarrando la tela de seda de su vestido, mientras pensaba rápidamente en como podría salir de ahí.

—¿Qué significa esto? —preguntó señalando a ambos caballeros.

—Precauciones necesarias, tú padre te quiere muy bien vigilada desde los desafortunados sucesos de ayer. ¡Margarett! Alista las cosas de mi sobrina y tráele una ropa más adecuada que ese viejo vestido. —Elen la miró de pies a cabeza.

La mucama caminó con prisa al escuchar las órdenes de la eriza mayor, asintió con la cabeza y corrió a la habitación de la rosada.

Elen por otra parte dejó la taza de café medio vacía en una mesa pegada a la pared del pasillo, caminó hasta Amy posicionándose detrás de ella agarrándola de los hombros, haciendo que se moviera entrando en la habitación.

—El carruaje estará abajo en cinco minutos, así que te sugiero que alistes tus cosas importantes lo más rápido posible. —Ejercía fuerza al empujarla y hacer que caminara.

Y Amy a su vez sentía la presión que hacía Elen para llevarla de nuevo a su habitación, no podía ser posible que la haya descubierto tan temprano, las esperanzas de ir al subsuelo con el erizo estaban por los suelos, no tenía alternativa alguna.

La llevó hasta la habitación y se quedó pegada en todo momento con ella como si evitará que escapara, Amy empezó a impacientarse. Sus vestidos, los zapatos y cepillos fueron empacados en un gran baúl junto a otras de sus pertenencias.

Una vez abajo, el carruaje estuvo listo y las mucamas empezaron a llevar las cosas de Amy adentró del mismo, no había tiempo ni forma, creía perdida la posibilidad.

La vistieron con un vestido el cuál traía mangas largas, le quedaba un poco grande, puesto a que antes ese mismo le pertenecía a su madre.

Vio de reojo a su tía gritando y regañando a fuerte voz a las pobres mucamas de ordenar correctamente las cajas de los baúles.

Miró a su alrededor fijándose que nadie la estuviera vigilando, lentamente caminó de espaldas hasta la puerta principal y abriéndola poco a poco para entrar en sigilo, aprovechó el momento exacto y corrió por el pasillo tratando que sus tacones no hagan el suficiente ruido para llamar la atención de alguien.

Llegó hasta el pasillo que llevaba directo a el subsuelo, se sentía oscuro a pesar que afuera había gran cantidad de luz que brindaba la mañana. Estuvo a punto de regresar cuando un caballero apareció en el anterior pasillo sorprendido por la verla ahí.

—Alteza, ¿Qué está haciendo usted aquí? —preguntó mirándola y caminando hasta ella.

Amy volteó a ver a ambos lados para buscar alguna manera de librarse, pero nada salió de ella.

—Venga, la escoltaré con su tía, el carruaje espera. —Ofreció su brazo para que ella lo agarrase.

De cierta forma el gesto del caballero le recordó a el erizo azul, pero sería imposible, él estaba abajo y necesitaba de su ayuda, se negó a sostener su brazo y puso alguna excusa.

A pesar de la guerra | SonamyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora