Capítulo 38

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Largos días pasaban en el Reino de Henry, hubo oportunidades donde la alteza empezaba a realizar apariciones públicas ante el pueblo para brindarles seguridad. Esa misma mañana se escucharon trompetas de un nuevo anuncio, todos los caballeros del castillo fueron inmediatamente al patio de armas para escuchar su nuevo anuncio.

—Queridos caballeros míos —empezó el anuncio—, me es un honor transmitir mi asistencia al matrimonio real de la familia de Arthur y la de Henry. En un matrimonio conformado por Amy Rose Arthur y Darín Solis.

Todos los presentes aplaudieron con alegría al saber las noticias, además de interesarse en el hecho que la alteza de Henry estaba empezando a formar lazos con Arthur.

En un pequeño grupo de caballeros de tres, había uno que no aplaudía, la noticia le había atravesado por completo el alma, poniéndose helado abrió sus ojos cómo platos y se quedó inmóvil procesando la información recibida.

—¿Va a casarse?... —dejó escapar de sus labios en un tono de voz muy bajo y quebrado entre la resonancia de los aplausos.

Su mundo se volvió en un instante en quietud, pareciendo todo su entorno en un panorama en total calma y silencio.

Bajo la cabeza desanimado, sus esperanzas de volver con la eriza de sus ojos se habían desvanecido en un segundo al escuchar a la alteza pronunciar la unión de ella con Darín cómo esposos.

—En compañía mía, sería un honor recibir a mis caballeros de confianza inmensa, Sir S. Bowen, Sir Knuckles y Sir Tails —siguió.

"Lo que faltaba" Resonó en su cabeza, tendría que ver cómo la mujer que amaba se casaba con otro hombre que no sea él. Cuánto daría por ser aquel hombre, casarse con ella y...

—Tengo algunos asuntos pendientes en el Reino, por lo cuál Henry solo se presentará en la recepción de la boda. Gracias por su tiempo, la recepción se realizará pasado mañana.

Todos volvieron a aplaudir a la Reina, finalizando su anunció salió por la puerta dirigida a sus aposentos reales. Los caballeros se dispersaron siguiendo con sus respectivas tareas diarias.

—¡Increíble, a Arthur! —gritó Tails con emoción.

—Es bueno saber que por fin pudieron resolver los asuntos con Arthur. Ahora nos consideran aliados suyos.

El erizo quedó en un estado de deambulación por sus pensamientos y los dos se dirigieron al contrario.

—¿Todo en orden, Sonic? —preguntó por él.

—Sí, sí, todo está bien, solo estoy algo cansando no descanse bien ayer —respondió intranquilo.

—¿Estás seguro? Parecía que la noticia te dejó como todo un espectro.

—Lamento lo de la noticia, amigo. —Puso su mano sobre su hombro entendiendo que le había afectado.

—Está bien, sabía. —Hizo un silencio breve respirando hondo—, sabía que algo así pasaría. Somos de Reinos distintos después de todo.

—Ahora están en paz, aún hay oportunidad de...

—No, no la hay, ella se casará en unos días y yo no podré hacer nada al respecto —interrumpió.

Sintió su corazón quebrarse en pedazos, la amaba con su vida, no podía creer que en un momento para otro la perdería.

—Solo espero que sea feliz —siguió aceptando a medias el destino de ambos.

*****

Dos días pasaron casi de inmediato, Amy volvió al castillo de Arthur, todas las decoraciones ya fueron puestas para la recepción de los invitados, cada noche solía sentarse en un banco en el balcón, mirando perdidamente al bosque mágico, tratando de ver más allá en el reino de su erizo, su amor. ¿Cómo habrá estado en todo este tiempo? ¿Se habrá olvidado de ella? No, o eso esperaba ella. Y todos los días deseaba que él vendría en un corcel, la llamaría desde abajo del balcón y le diría que la extrañaba mucho, la besaría con tanta pasión demostrando su amor.

Pero eso solo quedaba en simples recuerdos e imaginaciones que tenía ella, era algo que usaba de escape. Y no estar de pie frente a un largo y decorado espejo de oro. Escuchaba música nupcial en el primer piso, el aire a matrimonio, tenía la certeza que muchos de los invitados estaban abajo esperándola, era tradición hacer de la ceremonia algo de todo un día, primero se empezaba con una recepción de los invitados, luego una cena con los mismos presentando a los novios, y al final de todo, en la noche se solía caminar con todos ellos hacía la pequeña capilla del castillo, dónde se unirían en matrimonio cómo esposos.

Había asistido a algunas bodas de pequeña, y en todas ellas los novios parecían tristes y solos, nunca le habían gustado los matrimonios, siempre eran arreglados por los padres adinerados para expandir su fortuna.

La chica trajo de la puerta un largo y hermoso vestido bordado a mano y con detalles dorados que resaltaban en sus mangas cortas. La eriza levantó los brazos para que sea puesto, las mucamas empezaron a cerrarlo, poco a poco Amy sentía que el corsé la presionaba en la espalda, mantuvo la mirada fija al espejo no viendo algo en específico, traía la cabeza algo ladeada y un rostro inexpresivo.

El tiempo pasaba demasiado lento ante sus ojos, movimientos jalando desde atrás la desplazaban de atrás hacia adelante, una de las mucamas empezaba a peinar sus púas rosáceas, otra siguió colocando flores decoradas entre ellas, acomodaban sus mangas para que cada una esté en su lugar, limpiaban el vestido con tanto cuidado, para que estuviera inmaculadamente limpio sin ningún rastro de polvo.

Al terminar, una de las mucamas trajo de una caja un largo y sedoso velo blanco transparente, con pequeños encajes y decoraciones que hacían que este mismo resaltara, lo puso en la testa de la eriza con minusioso cuidado y meticulosidad para evitar estropearlo.

Ella solo podía mirar a una chica afligida a punto de perder el amor de su vida para siempre, estando comprometida con un alguien a quién no amaba.

Suspiró pesadamente mirándose en el espejo, las mucamas la llevaron directamente hacía las escaleras, se hacía tarde para su presentación ante los invitados para dar inició a la recepción, estando a punto de poner un pie en el primer escalón, sintió una situación muy familiar al baile de hace unas semanas, recordaba que ese día estaba entristecida y algo apenada por el evento, bajaba las escaleras recordando los eventos cómo paralelismos, una vez abajo todos la voltearon a ver con respeto y curiosidad. La gente la tenía en la mira, ese día ella buscaba con la mirada con ilusión al erizo, pero está vez era Darín quién estaba en la planta baja esperándola. Traía un traje muy elegante y sofisticado, junto a un gran sombrero de copa alta.

La tomó de la mano y la besó, todos aplaudieron a los novios, la reacción de Amy fue impasible al acordarse del gesto de su azul. Se sintió intranquila, sentía que el no tenía derecho alguno de hacer ello, solo Sonic la hacía sentir de una manera particular. Ocultó su descontento en una sonrisa incómoda saludando a los invitados con su mano derecha, mientras Darín sostenía fuertemente la izquierda.

Quería escapar de ahí, pero ¿A dónde? No tenía ninguna salida ni escape, nadie estaba ahí para salvarla y rescatarla de ese tormento.

—Muchas felicidades y alegrías a los futuros esposos, todos estamos orgullosos del joven Darín —felicitó una noble anciana dirigiéndose a ambos.

—Pudo encontrarse a una jovencita muy bien educada, la alteza de Arthur. Qué más podemos pedir.

—Gracias Señorita Dayan —agradeció Darín riendo.

Amy solo miraba al erizo saludar, notó que era muy bueno para mentir acerca de sus sentimientos, agarraba su mano no con una manera afectiva, si no como compromiso, era increíble cómo podía fingir sus emociones y sentimientos, poniendo esa sonrisa alegre, cómo si quisiera casarse.

Ella no podía hacer eso, su mirada de vez en cuando caía en la multitud, de alguna manera buscando a su amor. Decepcionándose porque aunque más lo quisiera era algo imposible.

A pesar de la guerra | SonamyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora