Capítulo 10

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—Si lo hubieras escuchado Vanilla. —Se acomodó en la pequeña banca de madera—, Hablaba como un total irrespetuoso.

—¿Tú padre lo envío a que te viera después de darle el cargo? Bueno, no puedes culparlo, solo sigue las órdenes de tu padre.

—Nada de eso, yo soy a la que cuida, se supone que también tengo voz en esto.

—Pues, lamentablemente no hay nada que puedas hacer ante esto. —Se sentó junto a ella en la banca del costado.

—Ojalá pudiera, ya veo que es un total descarado e insolente, empezó a quejarse de que había sido mi culpa el hecho de que quedamos encerrados —musitó omitiendo el hecho que ella había tratado de encerrarlo arriba.

—¿Escuchaste? Habrá un torneo de espadas en la plaza. —Se puso de pie de la silla para agarrar una hoja de papel de la barra y entregársela.

—¿Así? —Sostuvo el pequeño folleto y leyó la fecha—, pero si es hoy, aunque aún no inicia, ¿ocho de la noche?

—Tal vez podría animarte a ver alguno de esos en estas semanas. —Agarró unas zanahorias y las colocó en una cesta.

—En vez de esperar hasta que haya otro ¿Por qué no ir a este esta misma noche? —preguntó hablando por lo bajo para evitar que otras personas la escucharan.

—No no Amelia, además sabes que tu padre te lo negaría de inmediato sin pensarlo.

—No me tomará mucho, además de seguro para esa hora él y mi tía estarán dormidos, esperaré a que sea más de noche para poder irme en dos horas. —Se puso de pie dispuesta.

—Ten mucho cuidado cuando te vayas de aquí, ¿Por dónde saldrás? Hay guardias.

—¡Saldré por mi balcón! —respondió de inmediato.

—Además ese caballero de guardaespaldas puede que te delate al salir.

—Agh, es verdad. —Se sentó desanimada al pensar que su plan había sido tirado al suelo—. Pero, él no tiene por que enterarse de esto, de seguro no vendrá hasta mañana en la mañana, es perfecto.

—¿Él? —preguntó refiriéndose al erizo gastando una broma.

—¡No! Mi plan. Empezaré con la soga en el balcón, tomaré un caballo de las caballerizas y saldré por el patio trasero directo hacia el área norte —mencionó emocionada poniéndose de pie de la silla—, Tengo que correr si quiero que funcione, ¡Hasta luego, Vanilla! —gritó saliendo de la cocina directo a las escaleras.

—¡Ten cuidado, Amelia! —gritó de vuelta suspirando y riendo por su expresividad.

Corrió hasta su habitación mirando de lado en lado fijándose que no hubiera nadie que la viera. Sostuvo una soga en sus manos y cerró la puerta con delicadeza, acomodó unas almohadas de tela en su cama para que pareciera que estaba dormida.

Suspiró y se dirigió a abrir las puertas del balcón, la luna y las estrellas resplandecían hermosamente, ató la soga que traía en el barandal con un nudo muy efectivo que había leído en uno de sus libros.

Pronto se vistió con una capa gruesa marrón clara para que no sea vista ni reconocida. Ató el otro lado de la soga en su cintura para luego caminar al barandal.

Estaba a unos pocos metros de distancia del suelo, no serían más de tres. Se sostuvo con fuerza en el barandal, sintiendo la fría brida en sus púas.

Se dió fuerza a si misma, dio una última mirada atrás suyo para luego apoyar su abdomen en el barandal y girarse para el lado derecho, más al lado de la pared para evitar caerse, sostuvo su mano en la roca del muro y empezó a descender en los arbustos.

No pudo evitar lanzar una risa de nerviosismo y satisfacción al hacer algo cómo ello. Cayó en los mismos y corrió hasta la caballeriza a agarrar su caballo. Agarró la cuerda que lo amarraba y lo condujo hasta la puerta trasera de salida. No era muy usada, solo la utilizaban para caballeros que venían y llevaban caballos.

Una vez afuera se montó encima y empezó a cabalgar hasta la plaza con el viento rosando su rostro, sintiéndose libre.

El castillo no estaba tan alejado del pueblo, aunque este parecía más vivo iluminado, había una gran cantidad de personas en el mercado y pareciera que era temprano. Cuando en la ciudadela ya la mayoría se acostaba a dormir a estas horas de la noche.

Pronto llegó al pequeño lugar abierto, habían graderías de tres niveles en el lado izquierdo y en el contrario, variedad de gente con armaduras y espadas, los supuestos participantes, se encontraban a unas calles de la plaza, había un gran bullicio saliendo de ese lugar.

Amelia había llegado en medio de una batalla, el presentador gritaba con una gran campana los puntos contados, y el público aplaudía por sus apuestas del torneo.

Se sentó en un espacio libre cerca del lado de los participantes y solo se dispuso a disfrutar lo último que quedaba de la batalla. Trataba de tener un perfil bajo, cualquiera pudiera reconocerla y crear un escándalo.

La batalla termino con el triunfo de un pequeño ruiseñor que se quedó aplaudiendo al público y dando reverencias. Amelia aplaudía y gritaba por las victorias siguientes. Buscando algún favorito para alentar.

—¡Increíble triunfo de Russtel! El cuarto consecutivo. ¡Ahora en la arena el número cinco, Shnell! —gritó fuertemente por el megáfono.

La multitud alentaba, a excepción de Amelia que había quedado pasmada cómo si acababa de escuchar el nombre de un fantasma. Volteó su mirada fugaz al lado de los participantes y vio al caballero entrando a pocos centímetros de ella.

Este sostuvo su espalda y saludo al público presente con su mano, cuando se detuvo al ver a la eriza rosácea, se reconocieron inmediatamente. Este solo bajó la mirada y continuo caminando hasta el otro participante.

Cómo podía ser posible que ella esté ahí, volvió a ver a las graderías si es que se había equivocado o había visto mal. Pero era evidente que era la heredera. Le había sorprendido que esté aquí, supuso que se encontraba dormida en el palacio.

No se distrajo más y se puso en posición de guardia con el contrario.

—Maldición —murmuró en lo bajo poniendo sus manos en la cien.

Pensaba que iba a delatarla cuando volviera al castillo. Asomó su rostro a ambos concursantes. Estaban listos para empezar la batalla.

—¡Si ambos concursantes están listos! —gritó el presentador saliendo de la arena—, ¡Empiecen! —Golpeó una campana en la arena con fuerza.

Todos aplaudieron al encuentro entre ambos, tanto Sonic cómo el ruiseñor dieron vueltas en la arena con la espada al centro en posición de espera. Esperando a que uno de los dos empezará con el ataque.

A pesar de la guerra | SonamyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora