Nos despertamos a media mañana, nos levantamos y prepare el desayuno.
—Buenos día, Amely—dije cuando estábamos ya en la cocina.
—Buenos días, corazón.
—Es una hermosa mañana— comento Amely abriendo las ventanas de la cocina.
—Si que lo es— dije mirando por la ventana.
—Vamos a correr—propusimos las dos al mismo tiempo mientras ella se sentaba y yo dejaba las tazas en la mesa. nos reímos y la bese en las mejillas
—Voy a ir a casa, a cambiarme. ¿pasas por mi o paso por ti?.
—Bueno.. paso por ti.
—Esta bien.
Terminamos de desayunar y me fui a casa, Amely quedo levantando las cosas que habíamos usado.
Me puse un short, mis zapatillas negras y una campera grande. A pesar de que estábamos en otoño los días eran cálidos. estaba terminando de peinarme cuando el timbre sonó, termine y fui a abrir, ahí estaba Amely con una calza hasta abajo de la rodilla y un top que dejaba la mitad de su vientre al descubierto, me quede mirándola boquiabierta, esa mujer era preciosa.
—¿Te dije que sos preciosa?.
—Mm, no—respondió pensativa.
—Lo sos.
—¿Que soy?.
—Preciosa— le digo. se sonroja, me sonríe y me lanzo a abrazarla, me corresponde enseguida cómo si no nos viéramos hace demasiado tiempo. nos quedamos unos minutos así hasta que me dice que yo también lo soy y besa mis mejillas de forma tierna y la abrazo mas fuerte.
—¿Vamos?.
Asiento nos soltamos del abrazo y salimos del departamento.
—¿Dónde vamos?—pregunto cuando estamos afuera.
—A un parque grandísimo que esta a unas cuantas calles de aquí.—responde tranquila
—¿Cuanto es unas cuantas?.
—No se, no es muy lejos.
—Mmm— me limito a decir, no le creo nada. algo me dice que me lleva a la otra punta de la ciudad.
—Lena— me llama, luego de haber caminado un rato en silencio
—¿Que pasa?—pregunto mirándola.
—¿Cuando es tu cumpleaños?.
—El veintiocho de marzo. ¿El tuyo?.
—También en marzo.
—Oh ya pasaron ambos.
—Sii.
—¿Qué día de marzo? —indague.
—El veintiséis , dos días antes que el tuyo.
—Podemos festejar juntas.
—Si, me encantaría pasar mis cumpleaños contigo— confeso
—A mi también me encantaría.—le sonreí y acaricie su mano. —nadie me había llamado Lena— le cuento.
—¿Cómo te llaman?.
—Por lo general solo Elena y mi familia tiene uno que no te voy a decir.
—¿Por que no?.
—Porque no.
—Voy a saberlo de todos modos.
—Se que lo harás—me reí— Amely. ¿falta mucho?. me estoy arrepintiendo ya pasaron como veinte calles y no veo ningún parque.
se ríe —falta poco, lo prometo.
—Eso espero.
—¿Ves? allá esta —dice señalando un espacio verde a unas cuantas calles de distancia.
Miro a donde señala y puedo ver alguno de los arboles que componen el parque. —por fin—digo cuando estuvimos ya en el parque y me tire en el pasto, cansada. Amely se echo a reír y me observó aun con la risa enmarcada en su rostro.
—¿Que? Si sabia que era tan lejos no venia.
—No te quejes. Prometo recompensarlo.
—¿Como?— interrogue.
—Todavía no lo se —respondió pensativa. —anda, vamos— tiro de mi mano y me levante.
—¿Te molesta si uso los auriculares.? me gusta correr escuchando música.
—No, también suelo hacerlo— digo sacando los auriculares de mi bolsillo.
—Genial—me sonríe y empezamos a correr.
Llevamos un par de vueltas y empiezo a bajar la velocidad, tratando de sacar fuerzas de algún lado. Ella se me adelanta muchas veces y me espera solo para molestarme cuando ve que ya quiero parar.
—Vaya jugadora de hockey—me molesta.
Le blanqueo los ojos. —no camino treinta cuadras antes de jugar.
—Pues deberías —se ríe de mi cara
—Te odio— le digo. Corremos unas vueltas más( muchas más) y me detengo en un banco. —¿ Ya podemos parar?— le preguntó.
— Esta bien —dice estirando.
—Yo me refería a dar una vuelta a la manzana— me queje
—Pero.. la primera vez que merendamos me dijiste que te gustaba correr.
—Si, una vuelta a la manzana—me reí
—Yaa.. perdón.
Me rio —solo espero que tu recompensa sea grande.
—Lo será. ¿vamos a por un jugó?. Hay un bar en la esquina.
—Vamos— dije mirándola, caminamos hasta el bar y nos sentamos en una de las mesas que había en la vereda. Pedimos un jugo para cada una, cuando la camarera se acerco, les dimos las gracias y nos quedamos mirándonos con una sonrisa. Nuestro contacto visual solo se rompió cuando la camarera dejo nuestras bebidas sobre la mesa, quince minutos más tarde.
—Vamos a la playa— propuso dándole un sorbo a su jugo.
—¿Cuando?.
—Ahora.
—¿Ahora?.
—Si, esa es tu recompensa. ¿Queres ir?.
—Sii, si quiero—respondí entusiasmada. Terminamos los jugos, pagamos y tomamos un taxi que nos dejo en casa.
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La Canción De Medianoche
RomanceAmely una profesora de Historia del Arte y Elena una estudiante de periodismo se conocen de casualidad en el estacionamiento de la universidad luego el destino las cruza por los pasillos de está y de a poco los sentimientos aparecen, una noche de lu...