Capítulo 44

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Los tres meses que quedaban para que el año  terminará se pasaron volando entre clases, paseos, visitas a la familia y amor, mucho amor.  Navidad fue muy diferente a como lo había sido estos últimos años para mi. Los padres, hermanos y sobrinos de Amely vinieron a casa de sus abuelos y por fin pude conocer a mis suegros que resultaron igual de encantadores que mi novia. Año nuevo no fue diferente, la pasamos juntos, esta vez incluida mi familia y tuvimos una gran cena en el viñedo seguida de baile y risas hasta el amanecer. Ahora es siete de enero y estamos armando las valijas en realidad, es Amely la que lo esta haciendo mientras yo reviso la galería de mi celular.

—Tienes que enseñarme a jugar tenis.

—¿De nuevo estás viendo la paliza que te dió Maxi?

—Si. No puede ser que un niño de diez años me haya ganado.

—No le des tanta vuelta. El tiene práctica.

—Pero tiene diez años— me quejo cruzando los brazos y haciendo puchero.

Lanza una carcajada al verme así.

—¿Qué es lo gracioso?

—Tu cara.

—Me caes mal y ese pequeño también—  digo y se ríe con más ganas al ver mis doscientos gestos de fastidio.

—Calla. Se que me amas.

—Mucho. Pero eso no quita que me caigas mal— le saco la lengua.

—Jaja, ven pasame tu ropa.

—No te preocupes, ahora la guardo.

—Hazlo ahora, que luego  te pones a hacer otras cosas y te olvidas.

—Lo que usted ordene mi señora- digo agarrando mi ropa que esta en la silla y guardandola en la valija.

—Perfecto. Ahora el calzado.

—Ya va.

—Ya, que sino a último momento andas buscando todo.

—Eso no es cierto.

—Si lo es— me acusa.

—Solo un poquito. 

—Un poquito mucho.

—Ajaa.

 
Seguimos  acomodando las valijas y luego nos sentamos a merendar.

Los días pasan y son las nueve de la mañana del once de enero cuando estamos saliendo del aeropuerto de Francia que es el primer destino que elegimos.

Tomamos un taxi rumbo al hotel, en el camino podemos ver la Torre Eiffel  . Llegamos al hotel y en un perfecto francés, Amely pide las llaves de nuestra habitación, subimos dejamos nuestras maletas y nos tiramos en la cama.

—¿Salimos?— pregunta después de un rato.

—Si. Me cambio y estoy.

—Esta bien. Yo también me cambiaré. terminamos de cambiarnos la ropa y bajamos los diez pisos que nos separan del lobby.

—El arco del triunfo solo esta a unas calles. ¿caminamos?

—Si mi amor— respondo enredando mi brazo con el suyo y empezando a caminar a su  lado.

Después de veinte minutos llegamos al arco del triunfo, nos tomamos fotos y subimos a un taxi  hasta llegar a la Place du Tertre (esta plaza es famosa por los retratistas y pintores que exponen sus obras al aire libre.  Recorrimos  la place y posamos juntas para un retrato. 
Almorzamos en un restaurante que quedaba en la place, luego tomamos el metro Abbesses y nos dirigimos al muro de los te quiero "je t'aime" que quedaba en la colina de Montmartre, escribimos  nuestros nombres dentro de un corazón, y salimos  rumbo al museo de Louvre.

—Sabes de niña siempre quise tener una galería de arte— me comenta mientras  caminamos por el museo.

—¿En serio?

—Si. Mis padres tenían una conocida que era pintora y  siempre ibamos a sus exposiciones, a mi me maravillaba. Es la razón por la que estudié historia. Solía pensar en eso hasta hace poco.

—¿Y por qué no lo haces? 

—No lo se. Falta de tiempo, falta de un  lugar apropiado, de alguien que me ayude. No lo sé.

—¿Alguien que te ayude? ¿Y yo que soy?

—No hablo de ahora. Sino antes, se lo propuse a Sarah muchas veces pero no quiso.

—Ya se que apenas termine mi segundo año pero podría ayudarte en algo.

—¿En serio?

—Si, pienso que seria interesante tener una.

—Eres la mejor.

—Podríamos hacerlo cuando regresemos, eres buena artista.

—No, primero terminaras tus estudios y luego lo haremos. Eso lleva mucho tiempo y no quiero que te distraigas.

—Esta bien, tienes razón.

—Como siempre.

—Siempre tan graciosa.

Salimos del museo y nos vamos a la Torre Eiffel a ver el atardecer.

—Estamos viendo el atardecer en París cariño— me dice sonriente.

—Estamos viendo el atardecer en París— repito igual de sonriente.

—Je t'aime—pronuncia cerca de mi rostro.

—Je t'aime— respondo dándole un beso.

  Pasado unos días donde recorrimos muchos lugares de París  volamos a Londres y luego a Roma donde visitamos el Coliseo, la Capilla Sixtina y la Fontana Di Trevi, entre otros.




Holii aparecemos por aqui de nuevo. ¿como estan?

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