Capítulo 40

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Ya es martes, de nuevo es hora de ir a la universidad. con el frío que hace yo sólo quiero quedarme a dormir. Miro con mala cara a Amely que aún duerme. Me levanto despacio, me cambio, agarro mis cosas y bajo sin hacer ruido ya que Amely entra un poco más tarde. Desayuno y salgo rumbo a la uni.

—Hola Elena— me saluda Pía.

—Holi.

—¿Hoy tenemos con la profesora Amely?

—Si. En las últimas horas.

Las clases pasan sin más hasta que llega la quinta hora.

—Buenos días.— saluda apenas entra al aula.—Hoy harán un trabajo práctico de lo que vimos el cuatrimestre pasado.

—¿Que tenemos hoy?—me pregunta Nora por lo bajo.

—Historia del arte— respondo en el mismo tono.

Ella nos sonríe y pasa entregando una hoja con las preguntas.. empiezo a responder hasta que llego a una pregunta que me tiene un poco perdida. Pienso, pienso hasta que ella se fija en mi.

-¿Que te pasa?— pregunta al verme

—Estoy un poco perdida.

—Veni.

Me acerco a su escritorio.

—¿Donde estas perdida?

—En sus ojos— hablo en voz baja.

—Que poeta—Me guiña el ojo.

Esta sentada con sus piernas un poco separada así que aprovechando la oportunidad apoye mi rodilla en el medio de sus piernas.

—¿Que haces?— murmura.

—Nada— digo e intento quitar  mi pierna pero ella me la aprieta con sus piernas.

—Entonces.. ¿donde estas perdida?

—En la pregunta cinco— respondo haciendo un poco de presión con mi pierna.

Se muerde el labio, toma el trabajo, lee la pregunta y comienza a explicarme.

— Ah ya, ya. Gracias profe— susurro remarcando el "profe" en tono sensual.

—¿Entendiste?

—Si profe—hablo en el mismo tono que antes.

Vuelvo a mi lugar escribo un par de líneas y me levanto de nuevo a preguntarle otra duda.

—Profe.

—¿Qué sucede?

—¿Aquí como sigo?— pregunto señalando mi respuesta.
Vuelve a explicarme, voy a mi lugar, termino el trabajo y me levanto a entregarle.

—Gracias profe. Es muy buena explicando— digo con voz seductora.
La clase terminó y salimos juntas.

—¿Tu estas bien?—pregunto cuando ya estamos en el auto.

—Si. ¿Por qué?

—Por lo que paso en el aula.

—Ah. En casa te cobro.

—Estaré encantada de pagarle— digo con ese tono que se que le gusta.

Viajamos veinte minutos y llegamos a su casa.

—Elena, Elena- dice apenas entramos a la casa.

—¿Que pasa profe?

—Señorita Mitchell. ¿Como se le ocurre hablarme en ese tono?

—¿Cuál tono profe?

—En ese en el que me habla.

—Ah, ese. ¿Le molesta?

—No. Me...

—¿La que profe?

—Voy a cobrártelo Elena.

—Ya le dije en el auto que estaré encantada de hacerlo,profe— Digo muy cerca de su boca.

Corta la poca distancia que hay entre nuestros labios y me besa apasionadamente. Le saco el abrigo luego el suéter, beso su cuello y bajo a sus pechos, lamo y chupo su pecho derecho mientras que con mi mano aprieto el izquierdo.

—Elena— me llama.

—¿Mmhm?

—Baja— Me pide.

 
Beso su vientre le desprendo los botones del pantalón, se lo quito y empiezo a besar y lamer su sexo hasta que su orgasmo se hace presente.
Cuando me levanto para quitarme las zapatillas y el pantalón aprovecha para dejarme abajo de ella. Me besa y  acaricia mi intimidad, introduciendo y sacando sus dedos frenéticamente.

—Aaah Amelyyy— grito y llego al orgasmo.

Se sienta sobre mi y empieza moverse lento  y poco a poco aumenta la velocidad hasta que las dos llegamos al climax. Nos quedamos un rato abrazadas hasta que mi estómago ruge.

—Tengo hambre.

—Yo también—  nos levantamos del sofá, nos vestimos y vamos a la cocina por algo de comer.

—¿Vamos a dormir la siesta?— pregunta luego de almorzar.

—Si, vamos.

—Quiero comprar una casa para que vivamos juntas— me comenta.

—¿Como antes?— pregunto entusiasmada.

—Sii. Hay una profesora en la uni que tiene una casa para vender. Hoy estaba en la sala de profes y ella le estaba comentando a un profesor luego  yo le pregunté.

—¿Y que te dijo?

—Me dio la dirección, me dijo el precio y me dijo que tiene dos habitaciones . Podemos usar una para pintar y esculpir.

—Si, sobre todo esculpir— me echo a reír.

—Voy a enseñarte ya te dije.

—Lo se. ¿Cuándo puedes ir a verla?

—El fin de semana me dijo que podría ir. Vienes conmigo¿ verdad?

—Claro que si. Me hace ilusión.

—Y a mi cariño— me sonríe y nos acomodamos para tomar una siesta.

La Canción De Medianoche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora