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PEQUEÑOS

~Charlotte~

¡Chas! ¡Chas!

—¡¿Porqué estos fósforos no encienden?!

Llevo toda la tarde queriendo encender estos fósforos, pero no lo consigo. Papá me intento enseñar, pero no pude.

¡Soy una niña grande de cinco años! ¡¿Cómo es posible que no pueda?!

Aventé la caja contra la pared. Me fastidié al no lograr encender ni una chispa. Pero no es suficiente. Caminé hasta donde la pequeña caja se encontraba tirada y, comencé a saltar sobre ella.

—¡Tu eres la culpable! De seguro solo lo hacen tu y tus tontos fósforos para molestarme.

Y mamá todavía no llega. Estoy aburrida.

¿Y si despierto a papá?

No, él dijo que estaba casado y  necesitaba dormir.

¡Ni siquiera me dejaron a Ollie para molestarlo!

Mire la caja apachurrada debajo de mis pies pensando en que le diría a papá mañana. Se va ha decepcionar de mí. No soy capaz de encender una simple chispa. Mi labio inferior hizo un puchero sin mi consentimiento, después sentí como mi garganta se cerraba. Una lágrima cayó por mi mejilla en ese mismo instante la limpie con mí muñeca. No. A mí ninguna caja tonta me va ha ganar. Fui corriendo a la cocina en busca de una caja más Inteligente que si sirviera, no como la tonta de allá.  

Todos aquí sabemos que es culpa de esa caja.

Cuando llegue a la cocina la caja se encontraba demasiado arriba y yo soy muy pequeña. Odio ser pequeña. Tendré que hacerle caso a mamá y tomar las cosas esas de horrible sabor que llama vitaminas.

Arrastré una silla que me doblaba el tamaño para colocarla en el lavabo y poder alcanzar la cajita. Cuando la conseguí corrí a la sala para intentarlo de nuevo. Encendí todas las luces para no estar a oscuras ya que es de noche.

Me acosté sobre la alfombra y comencé de nuevo.

¡Chas! ¡chas!

Vamos.

¡Chas!

Y se hizo el fuego.

—¡SI! ¡Lo logré! —Me levanté con los brazos extendidos corriendo de un lado a otro con mi pequeño fósforo en la mano. Yo sabía que era la caja tonta. Sonreí al pequeño palito de madera que alumbra con intensidad.

Tengo que mostrarle a papá.

Me di la vuelta para ir corriendo a la habitación de mis padres donde solo se encuentra mi papá durmiendo. Mi madre y hermano tuvieron que ir a casa de mi tía materna porque está enferma o algo así. Yo preferí quedarme en casa con papá a ir a casa de mi tía que solo sabe criticar como me visto.

Soy una niña, puedo hacer lo que se me venga en gana ¿Qué tiene de malo que yo me vista con rosa fosforescente? Yo no tengo la culpa que a ella no le queden bien todos los colores.

Antes que pudiera dar un paso el palito de madera llegó a su fin arrasado por el fuego. En resumen me queme el dedo. Lo solté por el dolor.

Creo que ese fue de los menores problemas. Verán. Paso algo que no me esperaba.

¡LA ALFOMBRA SE FUSIONÓ CON EL FUEGO!

—¡AY, NO! ¡Oh, no!

¡FUEGO! ¡FUEGO! ¡ALGUIEN LLAME A LOS BOMBEROS!

Corrí al baño para traer un poco de agua, pero el tonto grifo no ayudó mucho.

Cuando conseguí llenar un poco la bolsa de mi muñeca corrí a la sala para echarle el agua y así apagar el fuego.

Fuego Rojo Y Azul ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora