XXI

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PISTA DE BAILE

~Charlotte~

Pisé el acelador con fuerza estirándome un poco y asi siguiera avanzando. Bratt me miró como si estuviera demente al quererle pasar encima a los guardias.

—No creo que no se quiten —dijo confiando en la lógica.

Bratt puso su pie en el acelador siguiendo mi locura.

—No lo vamos a lograr —dijo cuando los guardias a lo lejo seguían firmes.

—Si lo vamos a lograr.

Estamos a poca distancia y los mal nacidos siguen ahí.

—No lo vamos a lograr.

—Si.

—No, Charlotte, no.

No deje que levantará el pie y estando a cuatro metros los guardias supieron que no nos detendriamos y se lanzaron a los costados.

Le sonreí a Bratt con el cabello volando por el viento. Él me miró sin poder creer lo que estuve apunto de hacer.

—¡CIERREN LAS PUTAS PUERTAS! —escuche gritar con furor a Jake.

Al instante mi sonrisa se borró cuando las puertas se comenzaron a cerrar.

Bratt metió más velocidad haciendo que mi espalda se pegara al asiento.

—Bratt, no —dije con miedo de chocar con el portal.

—Lo vamos a lograr.

Las puertas son lentas pero dudo mucho llegar a tiempo.

¡Porque la entrada es tan larga!

—No lo vamos a lograr idiota.

—Si.

—¡No, Bratt, no! —grité horrorizada estando a metros de llegar.

Sentí como si los barrotes rosaran mi rostro cuando pasamos por en medio de ellos a toda velocidad llegando a la carretera y escapando de ahí por fin.

Estando en carretera Bratt bajo la velocidad haciendo que mi nivel cardíaco también bajara.

Sigo agarrada al asiento con fuerza por el miedo que cargo encima. Por todo lo que pasó desde que entre a esa mansión hasta que salí. Si no me mataban esos dos lo iba hacer Bratt.

—Salimos tranquila —puso una de sus manos en mi hombro acariciándome con su pulgar.

No pude responder nada. Y permanecí callada un buen rato mirando la carretera totalmente vacía. Cuando llegamos a una calle con bares por cada lado de Toronto, Bratt, se estacionó para respirar.

—¿Las puertas llegaron a cortar tu lengua cuando se cerraron o porque no hablas? —saco una cajetilla de cigarros y prendió uno.

Lo mire con obviedad sin nada de gracia por su comentario.

—Estoy asustada idiota.

—Pues no te asustes —bromeo soltando humo. Se apoyo entre la puerta y el asiento mirándome de arriba a bajo—. ¿Quieres uno?

—No fumo.

—¿Porqué?

—Porque no.

Le divierte que siga sin decir nada. Ojalá procesar todo tan rápido.

Se separó de la puerta y se acercó a mí con el cigarro en mano. Me lo ofreció nuevamente, me hice aún lado, pero siguió insistiendo hasta que lo puso en mi boca.

Lo mire mal con el cigarro en la boca y el solo sonrió como siempre.

—Inhala.

Con mucha duda hice caso resignada. Tragué el humo lo que provocó que comenzará a toser como si tuviera el peor pulmón del mundo.

—Tranquila nenita, con calma.

—Aleja eso de mí —lo aparte molesta por casi ahogarme.

Pero el desgraciado no se rindió. Me acerco a él con violencia tomandome de la quijada para volver a poner el cigarro en mi boca con algo de brusquedad. Me explico como hacerlo y seguí todos los pasos.

—Suéltalo —dijo cerca de mi rostro.

Dude un momento si soltarlo en su cara, pero vi que tampoco se apartaría así que lo hice.

Su rostro se perdió entre el humo. Lo que pude divisar fue una sonrisa de medio lado.

—Muy bien nenita, muy bien.

Se apartó para seguir apoyado contra la puerta del auto y seguir fumando.

Seguimos en silencio un buen rato hasta que termino el cigarrillo.

—Nunca te había visto sin ropa de deporte —dijo llenando el silencio—. Mi padre por muy hijo de puta qué sea tiene razón en algo. Eres hermosa.

—Ya lo sé —respondí pasando mi cabello  aun solo hombro—. Y por favor déjame olvidar ese momento.

Me da asco de solo pensar en su aliento y perfume o incluso su rostro. Tiene una mirada tan oscura que te causa mala sensación.

—Esta bien. Olvidemos. —encendió el coche.

—¿A donde vamos?

—A olvidar.

Sin reprochar me deje llevar a donde sea que él me llevara. Lo único que quiero es olvidar el caótico momento. No me importo si tenia tarea o cualquier otra cosa que hacer.

Por muy raro que fuera hoy me sentí muchísimo peor que cuando si me golpea Lorenzo. Quizás sus palabras o el que lo hiciera frente a alguien más afecto mucho más a mi cansada alma.

No manejo mucho hasta que quedamos frente a un bar-restaurante.

—Ah, me quieres emborrachar.

—Quiero comer algo y luego nos emborrachamos —bajamos del coche—. No cenamos nada y tengo hambre.

Por suerte no visto un vestido tan formal. Y tampoco tan largo así que no me voy a sentir como abogada en carnaval.

Traigo un vestido negro que llega a mitad de las piernas. Es pegado al cuerpo y con mangas largas, tiene una abertura en forma de V en el pecho hasta la mitad de mis senos.

La música nos invadió a penas y entramos. Bratt ordeno comida y yo solo vino. Y luego más y más vino. Hasta luego pasar de vino a puros shots de colores qué apenas y puedo recordar.

—¡Vamos a bailar! —me grito Bratt y me tomo por la muñeca hasta arrastrarme a la pista de baile.

Comenzamos a dar vueltas dejándonos envolver por la música que sonaba en ese momento.

Dancin is what to do —comenzó a cantar Bratt  cuando me tomo por la cintura y comenzó a dar vueltas en saltos—. ¡DANCIN'S WHAT CLEARS MY SOUL!

Me comencé a reír a carcajadas porque entre tantas líneas escogió esa para cantar. Algo que no pase desapercibido es que tiene una hermosa voz para cantar.

Los tragos no dejaron de llegar a nuestras gargantas y de un momento a otro me vi en otro bar bailando junto a Bratt que tenía una botella de ron en las manos. La cual enpico en mi boca momentos más tarde. No paramos de bailar o más bien dar vueltas cuando ya estábamos perdiendo el equilibrio.

Bratt reía a carcajadas como nunca lo había visto y yo ni siquiera me acordaba del problema que nos trajo hasta aquí.

Y ni siquiera se donde es aquí. Lo único que sé es que no he salido del planeta tierra. Y supongo que eso esta bien.

Fuego Rojo Y Azul ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora