VII

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MAMÁ

~Charlotte~

Me tome unos minutos para asimilar todo. Por unos instantes me sentí mareada. Con poco equilibrio camine al asiento del tocador.

El sabor de sus labios sigue en los míos y la sensación asquerosa de ellos sobre mi cuello y pechos.

El espejo refleja cómo mi cabello esta todo desordenado al igual que mi ropa. Lo había planchado antes y ahora estaba todo hecho un desastre.

Con mis manos lo acomode con brusquedad. El labio me temblaba.

Esto fue mi culpa por no alejarlo antes.

Tomé aire para calmarme. Di mi mejor sonrisa al espejo para engañarme a mi misma. Para hacer como si no pasará nada. Cómo siempre.

Me acomodé la ropa. Mi blusa esta casi a la altura de mis pechos, la baje con rabia pasando las manos para quitar las arrugas.

Respiré hondo y baje las escaleras. Ya estando abajo borré todo rastro de tristeza de mi rostro.

Al cruzar la puerta del jardín sentí algo malo en el ambiente que no me gustaba. Es como si todas las células de mi cuerpo quisieran que salir de este lugar.

Incluso mi cuerpo pesa más de lo normal. Todo me dice que no salga, que me de la vuelta y corra.

No hice caso.

Al otro lado del gran jardín se encontraban cuatro figuras de espaldas.

Me detuve al reconocer una de ellas.

Mis pies hicieron un pequeño ruido que atrajo la atención de una chica de ojos azules. Sus ojos me desviaron del problema anterior. Es que no es cualquier azul, es ese tipo de azul que al mirarla lo primero que llama tu atención son esos grandes y luminosos ojos.

Ella también se quedó un momento paralizada examinandome. Está sorprendida por lo que ve.

¿Seguiré mal arrglada? Aun así me veo fantástica. Yo nunca me veo mal.

Volviendo a ella si que es hermosa. Tiene un cuerpo escultural, sus curvas resaltan a pesar de que llevaba esos pantalones tan sueltos. Su blusa intenta ocultar unos grandes y redondos pechos. Su cintura no la llego a ver por la ropa ancha, pero se que esta ahí. Tiene un cuerpo muy hermoso y sensual que no deja ver. Es preciosa. Me gusta los colores pasteles que lleva, le quedan muy bien.

Le tocó el hombro a un chico de cabello negro que está aún lado suyo.

El chico se giró y como acto seguido los otros dos también lo hicieron.

Fue donde me encontré con ese rostro que tanto temía. Con esa persona de la cual no quería volver a saber nunca. Con ese cuerpo que nunca quisiera volver a tener cerca de mí.

Joseph.

Mi verdugo. Mi pesadilla. Mi temor.

Una atmósfera de odio y frustración se formó en el camino de nuestras miradas. Tanto que todo lo demás desapareció a mi alrededor. Un ambiente espeso se comenzó a sentir por el duelo de nuestras miradas. Miradas que reflejan odio en partes iguales, rabia se puede ver en los míos, satisfacción por mi temor se puede apreciar en los suyos. Una tristeza inmensa cubre todo lo que ahora sentimos el uno por el otro cuando antes de todos los sentimientos negativos eran todo lo contrario. Todo lo bueno acabó en desgracia. Todo acabó.

Apreté los dientes recordando cada cosa que me hizo es como si toda la impotencia que sentí en ese tiempo me llegará de sopetón.

Jamás podré olvidar todo el daño que me hizo. Todos los recuerdos me vienen a la cabeza solo al ver su rostro. Recuerdo el olor de la sangre que soltaba mi cuerpo, su sudor, su aliento todo está en mi mente. Lo único que no está en ella es la razón del porque hacerme todo eso sin razón alguna.

Fuego Rojo Y Azul ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora