VI

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JOHN

~Charlotte~

—¿Betty está todo listo?

El día de hoy conoceré a los restantes del equipo y por alguna razón estoy emocionada.

—Si señorita.

Estoy revisando si todo en el jardín estaría bien, quiero ver qué tan buenos son manejando el arco y, así poder ayudarlos.

El único temor que tengo es confirmar que la persona que le había hablado de mí es ella por aún él. Donde sea ella la mataré y si es él juro que saldré corriendo.

No.

¿Porqué tendria yo que correr?

Pero tampoco lo puedo correr de mi casa. No soy tan mal educada para hacer eso.

Roger ya va en camino a buscar a todos y yo estoy lista.

¡Di don! ¡Din don!

El timbre de la casa se escuchó.

¿Ya llegaron? ¿Tan rápido?

—Yo abriré Betty.

Me dirigí a la puerta con una sonrisa en los labios tratando de ser cordial, pero mi sonrisa se desvaneció cuando vi que no se trataba de Rick y su equipo, si no de John.

Ay no.

Sin pedir permiso se adentró en la casa haciendome aún lado.

—¿Dónde están? —busco con la mirada.

No se ni que diablos hace aquí y todavía me pregunta cosas.

—¿De qué hablas? ¿Qué haces en mi casa?

—Necesito hablar contigo, ven.

Me tomo del brazo muy fuerte y empezó a subir las escaleras hacia mi habitación.

—¡John suéltame! ¿Quién te crees para tratarme así?

No me soltó hasta que estuvimos dentro de la habitación.

—¿Por qué no me llamas? —Exigió una respuesta con desesperación.

—No lo sé John, déjame pensar. —Hice como si pensara con los dedos en el mentón—. Así, es porque ya no quiero volver a saber de ti.

—Eso no es cierto —Apretó dientes—. Tú me dijiste que...

—Yo te dije qué no te quería desde un principio. —Lo interrumpí—. Que seas un iluso que piensa que por pasar una noche tan miserable y con poca acción me atara a ti no es mi problema.

Me di la vuelta para abrir la puerta, pero él me tomó del brazo pegándome contra su cuerpo.

—Ven acá, tú no puedes echarme así de tu vida como si no valiera nada para ti —se enfureció.

—La verdad no vales nada, ya suéltame. —Forcejeé con él.

Me sostuvo con una mano de la cintura mientras que con la otra acercó bruscamente mí cara a la suya nuestros labios terminaron uno sobre el otro.

—Vas a hacer mía Charlotte y nunca más querrás alejarte de mí. —Sus labios estaban justo sobre los míos.

Trate con todas mis fuerzas de zafarme, pero solo conseguí que me empujará con brusquedad a la cama.

Rebote un poco antes que él se tirará sobre mí. Quise vomitar al instante.

—¡No! ¡No quiero!

Empezó a besarme el cuello y sus manos recorrían mi cuerpo. Me desesperé ya no sabía qué hacer para quitármelo de encima.

—¡Suéltame, John! No quiero hacer nada contigo. —Lo intente empujar.

—Eres una zorra que solo quiere sexo, no te hagas la inocente conmigo, ahora abre las malditas piernas de una vez. — apretó mis piernas entre sus manos tanto que dolía.

Aún seguía encima mío, pero intento abrir mis piernas. Yo puse toda mi fuerza para no hacerlo.

—¡Eres un maldito asqueroso, suéltame ahora mismo! —lo golpee.

—Voy a meter mi polla dentro de ti y lo vas a disfrutar —susurro en mi cuello—. ¡Solo abre las piernas!

¡Din don!

El timbre volvió a sonar. Eso lo distrajo, yo aproveché para empujarlo al otro lado de la cama lejos de mí. Gateé sobre la cama para bajarme por el otro extremo.

Escuché como Betty abría la puerta principal dando paso a una que otra vocecilla.

Intentó volver acercarse a mí, pero usé todas mis fuerzas y lo empujé lejos.
Por la fuerza que utilice, la inercia hizo su trabajo y choque con una cómoda haciendo que una lámpara cayera al suelo. Solo se escuchó el crujido de los vidrios.

—Estuve esperando a que me metieras entre tus piernas, pero nunca lo volviste hacer. Mi paciencia tiene un límite.

Que asco.

Dio un paso en mi dirección, pero se detuvo cuando volví hablar.

—Si te vuelves a acercar voy a gritar lo juro —mi respiración estaba agitada—. Roger ya está abajo. Haré que te saque a golpes de aquí.

Antes que pudiera decir algo más llamaron a la puerta. Trate de responder lo más calmada posible.

—¿Quién es?

—Soy Betty Señorita, ¿Está todo bien?

Tragué grueso antes de responder.

—Si Betty, todo está bien.

Casi se me salio una lágrima de tanto que he dicho esa frase en mi vida.

—Sus visitas están aquí. —Anuncio desde el otro lado de la puerta.

—Hazlas pasar al jardín. —Pedi—. Ahora bajo.

Escuché los pasos de Betty alejarse.

—Lárgate de mi casa y nunca más vuelvas.

—Esto no ha terminado, volveré.

—Si vuelves —me gire en su dirección—voy a...

—Me importa un carajo lo que hagas. Nos volvemos a ver.

Con la respiración agitada se dio la vuelta para abrir la puerta y marcharse.

Fuego Rojo Y Azul ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora