XXVIII

40 3 0
                                    

~Charlotte~

La imagen de John, arrodillado y suplicando perdón, sigue fresca en mi mente. La humillación y miedo en su rostro son una satisfacción para mí. Sonreí internamente.

Puedo sentir la energía de Rick, su determinación y furia, aún presente en el aire.

—¿Que acaba de pasar?

La pregunta de Ki pasa a segundo plano por todas emociones que mi cuerpo y alma están experimentado ahora mismo.

Sigo mirando la puerta por donde salió Rick, con pasos firmes y toda su furia acumulada, llevando consigo a John, arrastrándolo por el suelo sin importarle mucho lo que ese maldito sintiera.
Me quedo allí, inmóvil, absorbiendo la escena que acaba de desarrollarse. La determinación y fuerza de Rick me han dejado sin aliento.

Mi corazón está latiendo con mucha compasión. Pero al mismo tiempo siento que se saldrá de mi pecho corriendo, dará una vuelta al mundo y volverá a su sitió.

Las sensaciones de mi cuerpo están estallando. Todo se está desbordando y no puedo controlarlo.

Siempre he controlado cada sensación de mi cuerpo, yo decido hasta donde llegar con cada cosa o cada persona.

Pero lo que Rick acaba de hacer descontroló todo y no me alcanzan las manos para sostener todo lo que provocó. No tengo la fuerza para bloquear la puerta qué abrió dándole paso a una torrente corriente de emociones. No soy capaz de controlar la presa desbordada.

Por más que parpadeo no puedo quitar esa imagen de él regresando mi orgullo a la sima mientras él me miraban agachado justo frente a mí.

Su imagen llegando con John entre las manos dispuesto hacer todo por que yo no me sintiera humillada.

El verlo entrar, furioso, acelerado y manchado de sangre por la camisa, manos y rostro no me asusto. No me escandalizo en lo mas minimo. De hecho despertó un lado de mí que ni siquiera sabía que tenía, despertó el gusto culposo de querer verlo así siempre. Su mirada posesiva qué tenía sobre mí o la manera en que me incitaba a disfrutar la humillación de John que él me estaba proporcionado me gustaba. El pequeño rastro de sangre qué dejó en mi palma fue una marca poética para mí.

Ese hombre me gusta de cualquier forma.

Y aunque yo no se lo diga estoy segura que él ya se dio cuenta; con cada apretón de manos, con mi respiración descontrolada cuando estoy cerca de el y mi inquietud por no tenerlo lo suficientemente cerca cuando estamos en el mismo cuarto es una clara señal.

Es imposible que él no lo notará y eso me da un poco de vergüenza. Pero la tensión entre nosotros me hace pensar que no me es indiferente.

Y lo que hoy hizo por mí dice mucho.

Toda mi vida he odiado la violencia que me rodea pero hoy me mostró un margen diferente de lo qué puede ser la violencia en algunas ocasiones.

Y me encantó.

Me encantó.

Me encantó que me demostrará lo que esta dispuesto a hacer por mí.

Y es que cuando te dan hechos y no palabras es lo más maravilloso que esa persona puede hacer porque te muestra su valor y te da a entender que tan valiosa puedes llegar hacer tú para esa persona.

La paz que provocó nadie me la puede arrancar del pecho.

Lo veo entrar se nuevo por la misma puerta con la camisa blanca manchada de sangre desabotonada hasta la mitad del pecho revelando una franja de piel. Sus músculos se definen bajo la tela, y su pecho sube y baja con cada respiración. 

Fuego Rojo Y Azul ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora