XII

42 3 0
                                    

TRAIDORES

~Charlotte~

¡RIIIIIIIIIIIIIIIN!

No puede ser. Sigo viva.

Una decepción se apoderó de mí al notar que sigo en este plano existencial.

¿Y si no voy a la universidad?

No. Tengo que ir. Ya solo quedan nueve meses.

Como un embarazo.

Ajá si, si.

—¿Te vas a levantar o no?

La voz de Ki llegan a mis oídos como mil martillos aplastando mi cabeza.

—Mi cabeza —me quejo llevando mis dedos a la sien.

—Ay, pobrecita  Yo no te mandé a tomarte dos botellas enteras de vino de más de trece grados.

—Eran de doce.

—Es lo mismo Charlotte —cuando me llama por mi nombre completo es malo—. Sabes que odio que tomes así —empezó a regañarme—. No debiste tomar más de una copa.

Siguió metiendo cosas a su bolso mientras daba vueltas por su enojo.

—No me trates como una alcohólica. Además el vino es bueno para el corazón —intente bromear.

No se rio ni un poquito.

—No eres una alcohólica solo estás cerca de ser una. Ya deja de hacerte la chistosa. Sabes bien a lo que me refiero.

—Pues me estás tratando como una.

Dándole poca importancia a los reclamos de Ki me pregunte: ¿Por qué existen los lunes?

Debería ser ilegal que existan los lunes.

Hay que crear un nuevo sistema.

—Sabes que mi problema no es que tomes, Charlotte. —Me regreso ki a la triste realidad con su regaño que ya me lo tengo bien grabado—. Mi problema es el porque lo haces.

Aquí vamos otra vez a lo mismo.

Ki no soporta ver cómo me embriagó cada que tengo un problema. Aquí el problema es que tengo uno por semana. O mas. Yo dejé de ver el problema hace mucho tiempo.

Los problemas son lo más presente que he tenido en mi vida. Enserio. Ni mis padres lo han estado tanto.

Todo eso llega a estresarme de una manera sorprendente, y la verdad no quería pagarlo con alguien más, así que empecé a tragarme todo con vino.

Muchas veces vi a mi padre enojarse y pagarlo con mi madre o conmigo. No quería repetir eso con nadie.

Algunas personas lo llaman romper el ciclo. Yo lo llamo no seguir la idiotes.

Cuando tenía unos quince años descubrí que el vino me podía llegar a relajar. Desde ese momento cada que tengo algún problema tomo una copa. Aunque el problema sea mínimo, corro a buscar una maldita botella de vino junto con una copa. O eso era hasta hace unos años. Ahora una copa ya no es suficiente así que empecé a subir la cantidad. Puedo controlar —a veces— tomar de tres a cuatro copas, pero sí no hay alguien a mi alrededor que pueda arrebatarme la botella me tomo toda la botella o más de una... O dos... quizás tres. Pero ese no es el punto.

Es grave la situación, lo sé, no necesito que alguien más me lo recuerde.

Kira detesta que yo haga eso. El día en que los chicos estuvieron aquí no pudo quitarme la botella porqué no quería que lo notarán. Nadie noto que bebí mas de la cuenta ya que todos estaban bebiendo de la misma botella así qué no bebí la botella entera. Pero ayer... Me bebí unas dos botellitas de vino tratando de calmarme, quería de alguna forma olvidar todo lo que había pasado estos últimos días. Me llegó la depresión justo ayer que llegue del trabajo, estaba muy camsada, estresada y frustrada. No me pude resistir.  Kira, llegó en la noche y de lo poco que recuerdo... Me regaño y me acostó a dormir.

Fuego Rojo Y Azul ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora