XIX

27 3 0
                                    

~Rick~

—¡Rick, ya levante! —sentí como una almohada fue estampada contra mi cuerpo.

—¡Cuidado con su hermoso rostro!

Abrí los ojos de inmediato asustado. Me senté en el colchón tratando de enfocar a las persona que tenia frete a mí.

Primero mi atención se la llevo unos ojos marrones junto con una sonrisa resplandeciente.

—¿Dalila? —no lo puedo creer.

—No, Charlotte —se burló la otra persona al otro lado de la cama. Di un brinco cuando escuché su voz. Es Kira.—. Levántate.

Me quedé viendo su imagen un momento más, tratando de comprender que rayos hace aquí. En mi habitación. Y a estas horas de la madrugada.

—Son las siete —les mostré el reloj de mi comoda— ¿Como te atreves a levantarme a esta hora?

Dalila se cruzó de brazos con una sonrisa.

—Charlotte fue por Bratt para llevarlo ella misma al entrenamiento —dijo con maldad la pequeña sentándose en la cama mirando sus uñas.

Me levante de golpe del colchón al escuchar eso. ¿Ahora ya hasta lo va ha buscar? ¿Cuando rayos ha hecho eso conmigo? NUNCA.

—Te la van a ganar si no te apresuras —Sami salió de mi armario con ropa de entrenamiento— ¿Dejaras que Bratt te quite a la chica otra vez?

Sus palabras salieron provocativas. Buscando que yo no me rindiera con ella. Y no hay mejor motivación para mí que el idiota de Bratt. Pase por su lado y le quite la ropa que tenía en mano. Entre en el baño para arreglarme lo más rápido posible.

Cuando termine las dos niñas mal criadas y Dalila ya se encontraban en la cocina terminando de tomar un café y un té. ¿Quién toma té?

—¿Me pueden explicar porque demonios Charlotte esta muy cerca del imbécil bueno para nada de Bratt últimamente? —pregunte con la mayor urgencia que había tenido en mi vida.

No lo puedo evitar. Todo a mi alrededor me deja de importar cuando se trata de esa mujer. Me vuelve loco. Hace lo que se le viene en gana. Es la mayor rencorosa que he conocido. Es terca. Enojona. Caprichosa. Desobediente.

No la soporto ya.

Y lo peor es que quiero olvidarme de su existencia ya que veo que ella lo esta haciendo con la mía. Pero no puedo. Aparece incluso en mis sueños. Ni cerrando los ojos puedo dejar de verla, su imagen esta impresa en mi memoria.
Es una enfermedad. Una que no se cura con ninguna medicina. Y es frustrante no poder hacer nada para sacártela de la cabeza.

Es peor que intentar salir de una adicción. Entre más te alejas más quieres. Y al final vuelves a caer en ella.

Es como esas canciones que de alguna manera se graban en tu mente y se repite una y otra y otra vez hasta el punto de fastidiarte. Y cuando por fin pareces olvidarla se vuelve a presentar sin previo aviso a fastidiarte otra vez la vida. Así es ella se marca en la cabeza de las personas sin importarle nada. Y ahí esta hasta que se le da la mentada gana.

Es por eso que no paro. Y no lo aré hasta que me vuelva hablar. Hasta curarme de la adicción llamada Charlotte Byrne.

Me esta castigando lo sé. Y ya aprendí la lección. Ya vi qué es no poder hablar con ella.

Carajo, hasta creo entender a Joseph, porqué a pesar de llevarse tan mal quiere seguir discutiendo con ella. Porque yo daría todo por que mínimo discutiera conmigo. Cualquier cosa que venga de ella la sujetas con todas tus fuerzas con tal de no irte de su vida.

Fuego Rojo Y Azul ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora