XXX

78 5 0
                                    

SALE DE CINE. ACCIÓN.

~Rick~

Estoy escondido en otra habitación. Arreglándome con las cosas personales que envío Clara para asearme.

Apenas vi que Charlotte comenzó a despertar salí corriendo de su habitación, mi instinto de supervivencia me había impulsado a huir. Temo por mi vida.

Le deje todo el trabajo a Bratt que iba entrando.

La parte buena es que no he escuchado ningún grito. La mala puede ser que me esté esperando con un cuchillo para asesinarme.

Ahora tengo que salir y puede ser la última vez que vea el sol.

Sami y Erick se fueron desde muy temprano a la universidad después de discutir como es su rutina. No entiendo de que es lo que pelean tanto. Necesitan ir a un psicólogo o algo así. Joseph se fue atrás de ellos y ni siquiera sabía que se había quedado aquí. Kira aun esta aquí, pero pronto también se marchara. Del gusano rastrero no me he podido deshacer y no da señales que piense irse.

Sigo abotonando mi camisa azul mientras pienso en que decirle a Charlotte. Veo la venda en mis nudillos y me recuerda un poco a cuando estaba más joven y solía lastimarme constantemente con el saco de boxeo. Hace tiempo no golpeaba a alguien. A excepción del idiota del equipo de Bratt.

Vuelvo a empacar la ropa sucia para que los guardias la lleven a la casa y poder ir a la habitación de la señorita Byrne.

No quieres saber la furia de una Byrne

Recordé las palabras de Dalila.

¿Donde esta esa niña por cierto? No la he visto. Siempre está pegada a Charlotte.

Respiré hondo y me dirigí hacia la puerta. La abrí lentamente y miré hacia afuera, buscando cualquier señal de peligro. El pasillo estaba vacío. Baje, le entregue las cosas a los guardias y volví arriba.

Levanté la mano para tocar. Después recordé que a Charlotte no le gusta, y mejor pregunté si podía entrar. Kira fue la única que respondió. Ni siquiera entiendo por qué no le gusta que toquen. Me he dado cuenta que no le gustan los sonidos fuertes. ¿Pero por qué no le gusta que toquen las puertas? No es un sonido fuerte. Es como si le asustara y se queda suspendida un momento, volviendo a la realidad. Y si le pregunto, es más que obvio que no me lo dirá. Nunca me dice nada.

Cuando llegue al interior de la habitación, la vi en su cama con los brazos cruzados, mirando al ventanal con el ceño fruncido y los labios torcidos.

Esta enojada. No puede ser.

Está con otra ropa; un top blanco, la parte de abajo no la puedo ver, ya que está tapada con las sábanas.

Es claro que nota mi presencia, pues se giró aún más, impidiendome ver su rostro. Ya empezó con sus berrinches.

Dejando eso atras, ya está mejor. El golpe rojizo que tenía en la frente ya desapareció, sabe Dios y ella cómo la golpeó en esa parte el imbécil casi muerto, el golpe del cachete casi desapareció; eso parece más una fuerte bofetada. El que tiene en la mandíbula aún está muy visible; no quiero ni imaginar cómo pudo ser. Los brazos aún los tiene marcados; esos ya sé cómo se los hizo. El día que se atrevió a pisar la universidad, vi cómo la tomó por los brazos para sacudirla con fuerza.

Fuego Rojo Y Azul ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora