Corre, corre, corre, voy repitiendo en mi cabeza mientras avanzo temblando por el pasillo con toda la velocidad que me permiten mis piernas. Me va la vida en ello. Me siguen tres niños. Los mismos que me hacen la vida imposible cuando se les viene en gana. Estábamos en el patio jugando, se aburrían y han empezado a perseguirme.
—¡Te cogimos! —grita el mayor de ellos mientras me empuja por la espalda y me hace caer al suelo. De mi boca sale sangre porque me he mordido el interior del labio. Me he dado un golpe enorme. Pero no me duele nada al pensar en lo que están apunto de hacerme. Eso sí que duele.
—Ahora nos toca jugar a nosotros —habla otro de ellos mientras se sienta encima mía y no me deja levantarme.
—¡Quítate! ¡Por favor, quítate! —grito intentando que mis plegarias sirvan de algo mientras pataleo.Los otros niños me agarran de los brazos y las piernas, me hacen daño y empiezan a salir mis lágrimas del dolor que me están produciendo. El que está encima de mí me empieza a tocar todo mi cuerpo con una sonrisa malévola mientras me retuerzo en el suelo. Ya tengo claro que esta va a ser una vez más de tantas y que no hay nada que pueda hacer para evitarlo, no me queda otra que resignarme, cuanto más quieta me quede, antes terminan, y antes se irán. Lloro con impotencia, con fuerza, con ganas de querer morirme, no es la primera ni va a ser la última, ¿porque soy tan desgraciada?, pienso mientras lo veo todo negro, como un pozo profundo en el que por más que grites nadie te escucha y no tienes manera de salir. Ojalá me muera.
Apoyada en la pared en posición fetal me lamento de todo, ¿porque mi madre no me quiso? ¿porque me ha tocado a mi vivir así? ¿tan poco valgo para que me esté pasando a mi esto?, son preguntas que se repiten en mi cabeza mientras siento que mi pecho quiere salir de mi cuerpo. El pulso lo tengo muy acelerado. Sigo en tensión. Se han vuelto a aprovechar de mí, ya me toca esperar a la próxima. A veces tengo horas de tregua, otras veces días.
—Cósima ¿que te pasa? ¿otra vez te encuentras mal? —pregunta preocupada Marisa apoyando las rodillas al suelo y poniéndose a mi altura.
Me abrazo a ella sin pensarlo, su calor me reconforta. No le contesto ya que no sirve para nada, todos creen que tengo trastorno depresivo, nunca he dicho lo que me hacen porque me doy vergüenza, no me querría nadie. No tengo muchas esperanzas de encontrar una familia que me cuide, pero si hablo de todo esto, menos todavía. Me llevaron a hablar con una psicóloga y ese fue el diagnóstico ya que siempre me gusta estar sola y llorando sin motivo según ella. Que fácil se quitan los problemas. Como soy una simple huérfana que nadie la reclama, pues no van a gastar su tiempo conmigo.
Marisa me agarra de la mano y me lleva al comedor a que coma algo, me paso las siguientes horas en silencio, maldiciendo todo a mis adentros. Queriendo desaparecer.
—¿Puedo irme? —pregunto a Marisa mientras me levanto de la mesa. La quiero mucho, pero no hay nadie que pueda ayudarme.
—Si, pero prométeme que vas a intentar comer más y que luego hablaremos para que me cuentes como te sientes —agacho la cabeza y asiento. No importa, tendré que volver a decir otra mentira más.
Me quito la ropa y me acaricio los hematomas, me siento invisible para todos, realmente si desapareciera de este mundo nadie me echaría de menos, total soy huérfana y no hay nadie que me reclame. Hoy es mi cumpleaños, para mí nada especial, un día de mierda más. Me meto bajo el agua y lloro desconsoladamente, necesito dejar de sufrir y la mejor opción es suicidarme, llevo doce años metida en una pesadilla y nunca va a tener fin.
—Cósima, termina rápido que quiero que vengas al comedor un momento —me habla Marisa desde la puerta.
Intento recomponerme como puedo, no tengo ganas de hablar y se que ella quiere que nos sentemos a ello. Mientras me visto observo los hematomas por última vez antes de tapármelos. Estamos a 10 de Agosto, pero suelo llevar siempre manga larga. No me gusta enseñar nada de mi cuerpo, ni siquiera los brazos, todo el mundo está ya acostumbrado, así que así disimulo los moretones, ellos no se dan cuenta, y yo no tengo que ir dando explicaciones. Voy entrando al comedor desanimada, sin saber como voy a evadir la situación y de repente todos gritan "Felicidades" y están todos, tanto niños como adultos aplaudiendo. Imagínate las ganas que tengo de esto, me dais todos ganas de vomitar, pero aún así fuerzo una sonrisa falsa. Eva, la directora se acerca a mí y me abraza felicitándome, intento sonreírle. Las personas que trabajan aquí son todas un encanto, si no estuvieran esos idiotas podría considerar esto un hogar realmente.
—Mercedes, la cocinera, ha hecho una tarta hoy para tí —me dice Eva enseñándomela. La verdad es que tiene muy buena pinta.
—Muchas gracias Mercedes —me dirijo a la cocinera que está aplaudiendo con emoción.
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El juego del Asesino (Trilogía EFE I )
Action¡A la venta en Amazon! Corregida y con capítulos nuevos. Una historia de "enemies to lovers". El EFE trabaja duro contra el terrorismo y la violencia. Fuerzas especiales que están para protegernos a todos y hacer cumplir la ley. Mina es una de el...