CAPÍTULO 4

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Estoy corriendo, hay alguien que me persigue por un pasillo oscuro, no lo veo, solo sé que tengo que correr por mi vida, miro hacia atrás pero no se ve nada, solo escucho pasos y casa vez más cerca, ya casi me alcanza, estoy sintiendo mucho miedo.


Despierto toda sudada, con un sobresalto del ruido de la alarma, casi todos las noches igual, tengo muchos sueños y pesadillas, me pasa desde que tengo uso de razón, los terrores nocturnos no van a desaparecer nunca. Me siento en el borde de la cama y me dedico un par de minutos para tranquilizarme. Miro el reloj y son las siete, hoy es bastante tarde en comparación a todos los días, me suelo levantar sobre las cinco y media, pero hoy lo necesitaba porque llegué de la misión tarde y tengo que descansar.
Me levanto y pongo música como todas las mañanas para prepararme, entro en el baño y me peino con dedicación, luego me maquillo y me pongo el traje de operaciones para ver al jefe, en las reuniones oficiales hay que ir con el uniforme. Abro el armario, y tengo unas cinco mudas más del uniforme, el de ayer ya me lo estarán lavando. Echo un breve vistazo y me decido por un chándal gris para después, lo dejo sobre la cama, hoy quiero estar cómoda.
Hago mi cama y recojo un poco mi espacio, mi cuarto es todo de tonos blancos y beige, y cuando da el sol por el gran ventanal es fantástico, me gusta mucho que esté muy bien iluminado.
Me guardo el móvil en la chaqueta y voy hacia el comedor, es una sala enorme, donde todos los que residimos en la base hacemos todas las comidas allí, son mesas con seis sillas cada una repartidas por el salón, en el fondo están las vitrinas y la barra con los cocineros, y hay una gran pantalla en el lateral.
Miro hacia la mesa donde siempre nos ponemos y veo a Aqua y Milo, le señas desde lejos de que voy a coger el desayuno y voy hacia la barra.
—Buenos días Martha.
—Buenos días Mina, aquí tienes lo de siempre —me dice dándome la bandeja con el café y las tostadas con mermelada de fresa que siempre me como.
—Muchas gracias —le dedico una sonrisa de agradecimiento.
Suelto la bandeja en la mesa y me acomodo en la silla.
—¿Cómo estás? —me pregunta Aqua.
—Pues con un poco de dolor, pero pronto se curará.
—Lion tiene un cabreo de mil demonios —me informa Milo.
—Pues que beba agua —le respondo enfadada.
Si él está enfadado imagínate yo, que me dio a entender que no decepcionar al EFE es lo más importante, que me maten no es para tanto, valiente imbécil, vamos realmente no sé de que me extraño, siempre ha sido así. Milo mira hacia el lado porque está viendo que se avecina una guerra y no quiere ser parte de ella, los dos se quedan callados, ya han descubierto de que humor estoy. Entra Romeo con Fiera y se sientan a mi lado, Romeo me da un abrazo con ganas, y Fiera, apoya su cabeza en mi muslo demostrando cariño.
—Me preocupaste Mina, espero que no se repita más, o podemos los dos o morimos juntos —me habla preocupado.
—¿No estás enfadado? Te dejé toda la carga —le pregunto sintiendo mucha culpabilidad.
—No tranquila, olvídalo, prométeme que no te vas a hacer más la heroína.
—No te lo puedo prometer, hago lo que me dice mi corazón y lo sabes —claro que lo sabe, es mi mejor amigo, no sé nada de su pasado, ni él de mi, pero no nos importa, nuestra relación la basamos en la confianza desde que “volvimos a nacer”, antes no existíamos. Acaricio a Fiera y él me da lametazos en la mano, es su forma de ser cariñoso.
—Tenemos que hablar, ya —me dice Lion, acaba de llegar y está detrás de mí con los brazos cruzados en el pecho con cara de pocos amigos.
—Ahora no —le respondo centrándome en el café.
—Ahora sí, y ya —me dice mientras me agarra de un brazo y me levanta de mi silla a la fuerza.
—¿Qué mierda haces Lion? —está todo el comedor pendiente de nosotros, está formando una escenita innecesaria. Me lleva hasta el pasillo y me acorrala en la pared. Ese gesto me recuerda a lo que me pasó ayer y los vellos se me ponen de punta.
—Soy tu superior y me tienes que obedecer en todo lo que te ordene —me amenaza con frialdad.
—Y una mierda, no eres mi superior, te recuerdo que tenemos el mismo rango y el mismo nombramiento señor comandante —le respondo a centímetros de su cara sin dejarme avasallar.
—Yo soy el líder en las operaciones y por lo tanto soy tu superior y tienes que acatar mis órdenes —me responde furioso.
—Si, un señor capullo de líder y no voy a hacer lo que me ordenes porque no me da la gana.
—Pues tendrás consecuencias.
—No serás capaz.
—Si que soy, voy a comunicarle tu rebeldía al comandante supremo y tu descontrol.
—Serás… —no termino de decir la frase porque acerca su boca a la mía con ansias y empieza a darme un beso, cuando me doy cuenta le retiro de un empujón.
—Solo quiero que estés bien joder, solo me preocupo por ti, te quiero —dice un poco triste, empieza a tocarse el pelo y a exhalar cansado.
Me doy la vuelta para irme y me agarra de la mano.
—Suéltame Lion, dame espacio —le digo soltando su agarre, me alejo todo lo que puedo de él, siempre he aguantado esto pero últimamente no puedo. Le quiero, con todo mi corazón, hace muchos años que estamos juntos, pero esa forma de ser últimamente me repele, primero tenía un enfado enorme que casi me come viva y luego se derrumba y empieza a decir que me quiere, lo que va a volverme es loca, me siento en un vaivén de emociones, y demasiada inestabilidad.
Voy hacia el despacho del comandante porque ya es la hora, entro y saludo como siempre. Entra Lion después de mí con la mano morada, se ha tenido que estar desahogando pegando a saber que. Niego en mi cabeza porque eso no me gusta. Es el típico novio que toda chica querría tener, protector, atractivo, guapo, rico, líder y valiente, pero a veces creo que no es suficiente para mí, seré yo la que tiene el problema porque no debería de pensar así pero es que no tengo ese sentimiento de amor por él.
—El operativo de ayer salió mal y quisiera saber el motivo —habla el comandante supremo. Llegó el momento de la verdad, tengo que ser sincera. Voy a empezar a hablar y antes de soltar una palabra Lion me interrumpe.
—Señor comandante supremo, es culpa mía, no organicé bien el operativo —si pudiera se me descolgaría la mandíbula de la sorpresa que tengo en la cara.
—No es típico en ti Lion, tampoco puedo ser más duro, ya que no sabíamos a lo que nos enfrentábamos y tuvisteis que improvisar, cuéntame todo lo que hicisteis con detalle.
Lion procede a contárselo todo intentando parecer que lo que yo hice fue ordenado por él.
—Está bien, tenéis que aprender de estos errores y no volver a cometerlos, en eso consiste ser los mejores, podéis iros, Mina, tú quédate.
Espero a que se vayan todos mis compañeros y Lion me echa una breve mirada dándome ánimo, no me puedo creer como ha pasado de amenazarme a defenderme, estas son las cosas que me producen inestabilidad y me hacen volverme insegura con él.
—¿Te vio la cara? —pregunta directo el comandante.
—No —respondo sin saber como, no era mi intención mentir, llevo repitiéndome en la cabeza que tengo que ir con la verdad por delante todo el rato y mira ahora, maldita cobarde.
—¿Estás segura? —pregunta no muy convencido.
—Si —intento sonar convincente.
—De acuerdo, que no vuelva a ocurrir más, ya sabes que tienes que trabajar más para que no volvamos a fallar.
—No volverá a ocurrir señor.
—Bien, puedes irte —me escruta con la mirada, sabe que algo no va bien, me conoce demasiado, y aún así lo deja pasar. Es un tipo muy atractivo para lo mayor que es, podría parecerse a Antonio Banderas claramente, yo lo veo como mi padre, el que me salvó del infierno.




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El juego del Asesino (Trilogía EFE I )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora