CAPÍTULO 10

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Pasa la noche y no hemos visto ninguno indicios de que haya podido estar allí el Asesino. Termino de limpiar la última mesa y voy a la barra a recoger mis cosas para irme.
—¿Cómo te ha ido tu primer día? —me pregunta Baldric.
—Agotador —le respondo con una sonrisa cansada.
—No sé qué haces aquí, hay trabajos mejores y tu vales mucho por lo que he conocido de ti. No te estanques en un mundo de mierda así, además pareces muy joven, se van a intentar aprovechar de ti.
—Tengo veintiuno Baldric, y te puedo asegurar que nadie se va a aprovechar de mí, pero gracias por preocuparte por mí.
—Puedo acercarte a casa si me esperas diez minutos —me dice Baldric.
—No gracias, vengo en mi coche, además necesito irme ya, estoy muy cansada.
—Vale, nos vemos mañana —se despide con una sonrisa angelical.
Me subo al coche y echo un par de minutos la cabeza en el asiento. Estoy cansada, son las cinco de la madrugada, me levante a las 5 y media, van a ser veinticuatro horas despierta, y sin parar. Me obligo a abrir los ojos y conduzco hasta la base con la música muy alta, todo estímulo ahora mismo es bueno. Suena “Some say” de Nea, y la canto a todo pulmón dejando que mis últimos rescoldos de energía salgan por la boca.
Tengo que ir a comprarle un regalo a Romeo, me he levantado con ese pensamiento en mi cabeza, hoy es 26 de noviembre, no solemos celebrar los cumpleaños, ya que nunca tenemos tiempo y siempre estamos metidos en alguna misión, pero eso no quita que tengamos detalles entre nosotros. Le mando un mensaje a Romeo.
*¿Cuándo podemos vernos? *
*No creo que pueda hoy, salgo del país hasta luego que llegue para la misión de noche*
*¿Qué es eso tan importante que tienes que hacer? *
*Ya te lo contaré*
Cuanto misterio, Romeo es un poco imprevisible como yo, así que no tengo ni la menor idea de que puede ser. De todas formas tengo que comprarle algo. Ya que Romeo va a estar todo el día fuera, recojo a Fiera y me dispongo a pasar el día con él, nos recorremos todas las tiendas de la capital buscando, y por fin doy con algo que me gusta para Romeo al instante, una pulsera de cuero, él es mucho de llevar pulseras y colgantes, y sé que esto le va a encantar, el dependiente me deja personalizarlo y le inscribe en la parte de atrás “Feliz cumpleaños amigo mío”. Le enseño el regalo a Fiera y me ladra porque le gusta. Justo cuando voy a cruzar una esquina escucho que me llaman.
—¡Irma! —grita Bladric desde la otra esquina, mira la carretera a ambos lados y la cruza corriendo hacia mi.
—Hola, que casualidad —le saludo.
—¿Tienes perro? —me pregunta acariciando a Fiera, este se comporta como un perro normal y corriente y empieza a mover la cola. Sonrío porque Fiera sabe actuar muy bien como un buen perro, aunque su coeficiente sea como el de un ser humano muy inteligente.
—Si, se llama Fiera.
—Pues no parece muy agresivo para ese nombre —me dice Bladric mientras le acaricia la cabeza.
—Si bueno, se lo puse con quince años y estaba enfadada con el mundo —la mentira sale de mi boca como la que está diciendo la verdad.
—¿Qué haces por aquí?
—He venido a comprarle a un amigo un regalo que hoy es su cumpleaños.
—¿Estás muy ocupada para un café?
—Me parece bien, vamos —además necesito más información sobre todos y todo.
—¿Se puede saber que haces en un trabajo así? Mírate, no eres como ellas —me pregunta mientras nos sentamos en una mesa de una cafetería del centro.
—Simplemente necesito dinero.
—¿Y tus padres?
—No pueden ayudarme.
—Pero podrías conseguir un trabajo mejor, estoy seguro.
—¿Y tú que haces en un lugar así? —pregunto yo para cambiar de tema ya que no paro de mentirle.
—Estoy obligado, soy el sobrino de Akram, aunque nunca le digo tío, él no tiene descendencia y mi madre me obliga a que ayude a su hermano en su negocio —me habla mientras bebe de su café y de vez en cuando le da juego a Fiera.
—No me lo hubiera imaginado, no tenéis nada en común.
—Lo sé, ni quisiera parecerme el día de mañana a él, es mala persona pero lo hago por mi madre.
—¿Y tú padre?
—No tengo, murió hace cinco años en un accidente de coche, iba alcoholizado.
—Lo siento mucho.
—No lo sientas, fue culpa de él.
Acabo el último sorbo del café y me levanto para irme.
—Tengo que irme Baldric, tengo cosas que hacer antes de ir esta noche al club.
—Si, yo también, me alegro mucho haberte visto.
—Yo también —le pongo la misma sonrisa agradable que me ha dedicado él, es un encanto.
Voy andando hacia mi coche y miro a Fiera.
—¿Qué piensas Fiera, es de fiar? —le pregunto a mi compañero. Recibo un ladrido por su parte—. Yo también pienso que si.
Me gustaría decir que me estoy acostumbrando a este uniforme horroroso pero creo que ni en un millón de años podría hacerlo. Me vuelvo a colocar un abrigo largo en beige y salgo camino al club.
—¿Todos en vuestros puestos? —pregunto a mi equipo antes de entrar.
—En posición —me van indicando todos.
Miro a la puerta y está Romeo en su papel, yo que lo conozco le veo especialmente alegre. Tengo que ir luego a darle el regalo y a preguntar en qué está metido.
—Buenas noches —entro en el local guiñándole un ojo a Romeo porque me alegra verlo así. Él me contesta con una gran sonrisa. Detrás de mí entra Milo con su actitud materialista y egocéntrica y se dirige a la mesa que tiene reservada.
—Hola Irma —me saluda Baldric mientras me deshago del abrigo y de mis cosas.
—Hoy está muy lleno —le grito por lo alto de la música, está el doble de lleno que ayer.
—Hoy vamos a hacer mucha caja —dice Baldric alegre listo para la noche.
—Aqua vuelve a investigar a los asistentes —le indico mientras me agacho al suelo a recoger un papel que yo misma he tirado.
—En ello estoy —escucho en mi oído derecho.
Paso la noche esquivando las manos de esos hombres indecentes y corriendo de un lado a otro sudando, aquí haría falta para estos días más personal contratado, pero claro, ¿quién querría trabajar aquí?
—No he encontrado nada —oigo a Aqua.
Otro día más que no hay manera, esto va a ser complicado.
—Maldito uniforme de mierda —digo enfadada mientras tiro de la falda hacia abajo, estoy enfadada por no ver avances en la misión y lo estoy expresando así, si me viera Lion así vestida le daría un infarto.
—Tranquila, ¿Estás agobiada? —pregunta Baldric preocupado mientras viene hacia mi.
—Tranquilo, ya se me pasará, solo me da un poco de inseguridad esto —le señalo la falda y la parte de arriba.
—Más quisiera más de una tener tu cuerpo y tu cara, no tienes nada de que avergonzarte, lúcete, ya has dejado claro que solo eres camarera pero eso no impide que te luzcas y tengas a todos los hombres del bar a tus pies por no poder tocarte.
—Bueno, es una forma de verlo —le digo pensativa, tengo que tranquilizarme.
—Total, o aceptas lo que hay, o te vas, no hay más.
—Tienes razón, gracias —este chico cada vez me cae mejor.


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El juego del Asesino (Trilogía EFE I )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora