CAPÍTULO 3

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Los nervios salen a flote sin poder remediarlo, empieza a vencer el miedo y en segundos explota, me cubro mi cuerpo como puedo y miro hacia Romeo. El rostro se me ensombrece pensando en lo peor, Romeo me mira con la misma expresión.

—¿Lion? ¿Milo? —pregunto con voz desesperada mientras miro hacia su dirección.

No me dan tregua y vuelven a dispararme, miro hacia Romeo y me levanta un dedo a modo de estar bien.
—¡Joder! ¡Responderme! ¡Lion! —hablo perdiendo las formas.
—Informe de situación —escucho a Lion tosiendo.
Todo el peso que sentía se esfuma, todos mis compañeros son mi familia, pero Lion, él es todo para mí.
—Todo bien y en posición —habla Romeo disparando a nuestros enemigos volviendo la sonrisa a su cara.
—Sin heridas y en posición —repito yo.
—Preocupada y en posición —responde Aqua. Sonrío al escuchar como todos nos estamos saltando el protocolo.
—Herido —habla Milo con un quejido.
—Bien, estoy asistiendo a Milo, lesión en pierna derecha, no es grave, pero va a necesitar ayuda para andar —informa Lion.


El tiempo es oro, pienso, tenemos que alejarlos de ellos. Consigo abatir a uno de los ladrones y Romeo a otro. Lion vuelve a dar cara y empieza a defenderse disparando.

—Se os acercan dos por el flanco izquierdo Romeo —informa Aqua.
—Mierda, ¿Pero cuántos son? —pregunto sin querer saber la respuesta.
—Hay que retirarse —habla Romeo.

Asiento y empezamos a retroceder, los ladrones nos ven las intenciones y se centran en nosotros, Lion consigue abatir a otro de ellos. Llegamos al pasillo y los otros dos que han aparecido vienen con metralletas y ropa blindada dispuestos a darnos caza demasiado rápido. Van con pasamontañas y no se les ve la cara, aparte, por detrás tenemos a los dos que quedaban vivos de los otros. Romeo me hace señas para que vaya por el pasillo de la derecha, empieza a correr ya que casi están en nuestra posición. Por la forma de mi cuerpo tienen que saber que soy una mujer, por lo tanto deben pensar que es más fácil abatirme a mí que a mi compañero y en un momento de heroicidad decido darle una oportunidad a mi compañero, mi amigo, y me dirijo al pasillo de la izquierda.

—¡Mina! ¿Qué mierda haces? —pregunta Romeo desde la otra punta asustado, se piensa volver a por mí y en ese momento llegan los ladrones y nos hacen tener que seguir nuestro camino por separado, ya que quedarse allí sería un suicidio.

—Darte una oportunidad —le respondo.

—Voy a por ti —dice Lion dirigiéndose a mí por el intercomunicador.
Veo como los tres asaltantes van buscando a Romeo y a mi solo me sigue uno, niego con la cabeza ya que ha pasado todo lo contrario de lo que quería, quería que se centrase en mí.
—Lo siento Romeo —hablo arrepentida sintiéndome lo peor por haberle dejado a mi amigo toda la dificultad.

—Voy contigo Romeo —habla Lion. Ha decidido ayudarlo a él porque sabe que necesita más ayuda.

Voy a revolver un pasillo y me encuentro al ladrón blindado de frente, intenta atraparme y en un movimiento rápido me suelto de su amarre, se me ha caído el arma al utilizar la defensa con mi cuerpo y aprovecha el ladrón para alejar el arma lanzándola lejos. Me pongo en posición de defensa dispuesta a utilizar mi cuerpo y de repente me quedo hipnotizada mirándole los ojos. Son azules, un azul celeste muy claro, son adictivos. Es alto, un poco más que yo, las manos que es lo único que tiene a la vista están completamente tatuadas, lleva también un sello de oro en el dedo corazón con la forma de un halcón, es de piel blanca. También tiene una abertura el pasamontañas en la boca y se le ven los labios gruesos, tiene una media sonrisa dibujada. Nos hemos quedado el uno al otro observándonos, se respira tensión, pero otro tipo de tensión a la que debería de ser, me llama mucho la atención, y su forma de moverse, es profesional, sabe lo que hace. Es elegante, tranquilo y parece tener el control. Sonríe aún más cuando termina de repasarme en su cabeza, ¿Qué pensará de mí?, ¿Pero a ti que te importa Mina?, me regaño a mí misma.
—¡Mina! —escucho en mi oído a Lion. Han tenido que escuchar mi encuentro con el encapuchado.
—Estoy bien, tengo a uno —hablo con seguridad, dedicándole a mi enemigo la misma sonrisa que él me ha regalado. No tengo miedo, sé que puedo. Si él es bueno en lo que hace, mejor soy yo.
Me hace señas para que lo ataque y cumplo con su petición, empezamos una pelea en la que yo intento atacar todo el tiempo y él solo se dedica a defenderse, no me intenta hacer daño en ningún momento, yo a él si pero no lo consigo, realmente no lo estoy intentando con todas mis fuerzas.
—Llegamos en tres minutos a tu posición —suena Romeo— han escapado.
Suspiro de tranquilidad al saber que queda poco para que aparezcan mis compañeros, ya que estoy viendo como el encapuchado cada vez coge más terreno, yo estoy cansada, y estoy frustrada, soy la mejor en el cuerpo a cuerpo. Nunca nadie, ni siquiera mis compañeros han podido ganarme, y él lo está haciendo sin el menos esfuerzo. La rabia e impotencia hace que chasquee la lengua queriendo acabar con él.
En un movimiento rápido me pega a la pared y me inmoviliza el cuerpo. Levanta la mano para quitarme el antifaz y en vez de oponerme, me dejo, porque estoy mirando esos ojos hipnotizantes, esos ojos que me tienen fascinada. Quedo con la cara descubierta y ahí es cuando me doy cuenta de mi error, nunca nadie puede vernos la cara o estamos fuera para siempre. No lo sabía, pero ahí es donde mi vida empezó a cambiar por completo. Si solo le hubiera detenido y no me hubiera llegado a ver la cara nunca…
Se le achinan los ojos y veo en su expresión que le gusta lo que ve, trago saliva fuerte mientras respiro agitada, hay demasiada tensión entre nosotros y aún más cuando acerca su cara a centímetros de la mía y se acerca a mi oído contrario al intercomunicador.

—Nos volveremos a ver —me susurra para que nadie lo escuche. Su voz es grave y ronca, derrocha sensualidad. Afloja mi agarre y pega su frente a la mía repasándome cada poro de mi piel, me he quedado quieta, sin oponer resistencia, simplemente petrificada. Es mi sentencia, pero no puedo evitarlo, hay algo que me atrae mucho y me fascina, es él en sí.
Se separa cuando escuchamos los pasos cerca y me clava un cuchillo de combate en el costado. Sonríe mientras me pone el antifaz y se marcha sin mirar atrás, doy un quejido de dolor mientras vuelvo a la realidad y me tapo con la mano la herida que expulsa sangre a borbotones.
—¡Mina! ¿Estás bien? —pregunta Lion preocupado llegando a mi posición. Me caigo al suelo del dolor que tengo en el abdomen, me retuerzo de dolor y Lion me tapa con una venda improvisada la herida que no para de sangrar.
—Han escapado todos, misión fallida, volvemos a la base —informa Romeo por el aparato a Aqua y a Milo.
Me coge en brazos Lion y me lleva hasta la azotea donde nos espera Aqua en el avión de combate para volver a la base. Me inyecta Lion morfina cuando entramos en el avión y caigo rendida en la inconsciencia.

El juego del Asesino (Trilogía EFE I )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora