CAPÍTULO 8

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Cuando llego a la puerta del club es totalmente lo que aparenta, el típico prostíbulo súper escandaloso con luces de neones por todas partes y una oscuridad penetrante cuando pasas por la puerta, típico de los de moralidad dudosa, les gusta venir aquí a utilizar mujeres y a burlarse de ellas, conmigo tendrían que dar…
—Buenos días, vengo a la entrevista —digo de forma educada al primer hombre que encuentro. Me observa de arriba abajo y sonríe, es una sonrisa perversa. No es muy alto, tiene rasgos árabes.
—Por aquí —me indica mientras camina y voy tras él— ponte ahí con las otras.
Hay unas cuatro mujeres en fila, están nerviosas, se les nota. Miro a mi alrededor y estamos en la sala grande del club, están todas las sillas recogidas en lo alto de las mesas, el bar al fondo, y barras de pole dance en todas las mesas, en el lado opuesto a la barra hay un gran escenario, donde supongo que bailarán las mujeres para ellos. Menos mal que vengo a ser camarera, porque los llenaría a escupitajos a todo aquel que me rozara.
—Yo soy Akram, dueño del bar. Fuera ropa —ordena Akram mirando lasciviamente.
Todas las chicas titubean a la hora de quitarse la ropa, yo sin pensarlo me deshago de la chaqueta y luego me bajo la minifalda, me quedo en bragas y el mini top.
—Venimos a ser camareras, no creo que esto sea necesario —dice una de las chicas enfadadas.
—Si no te gusta, ahí tienes la puerta —responde Akram de brazos cruzados, seguidamente la chica se marcha enfadada. Las demás chicas tardan un poco en quitarse todo porque están bastante nerviosas y Akram se pone delante de mí observándose todo el cuerpo— me gusta, eres decidida.
—Quiero el trabajo simplemente —le respondo quitando importancia. Akram ni mira a las otras chicas.
—Contratada, ven conmigo —me indica Akram dándose la vuelta hacia la puerta. Miro hacia las chicas y realmente están aliviada, creo que no se esperaban que esto fuera así, mejor para ellas que no estén aquí. Me visto todo lo rápida que puedo e intento seguir a Akram.
—Esta es Andreia, mi socia, ella se encarga de las putas —dice Akram, que hombre más borde, ya me cae mal y no lo conozco. Miro a la mujer que me ha señalado y tiene unos cuarenta años, de pelo negro, muy guapa— quizás quieras trabajar para ella en vez de para mí.
Su sonrisa me da escalofríos, estoy por pegarle el repaso ya y no esperarme a acabar la misión.
—Prefiero ser camarera, gracias —le respondo tranquila, si cree que me va a asustar está muy equivocado.
—Pues sería una buena incorporación —dice Andreia mirando mi cuerpo. Le intento sonreír con simpatía fingida. Valientes dos personajes, pienso para mí, me gustaría poder desahogarme con ellos y darle una buena lección.
—Venga vamos que no tengo todo el día, empiezas esta noche, este es el uniforme —me dice mientras me tira dos prendas a los brazos. La parte de arriba de un bikini blanco de triangulo y una minifalda rosa de cuero, no me la he probado pero esto me tiene que quedar demasiado pequeño.
—Creo que me va a quedar pequeño —le explico mirando las prendas.
—Esa es la idea, cuanto más se te vea el culo, mejor, vamos márchate —me indica volviéndome hacia la puerta y pegando un pequeño empujón sobre mi espalda.
Cuando salgo a la calle tengo que entrecerrar mis ojos ya que se habían acostumbrado a la oscuridad del local. Todo trabajo es digno, pero también tengo muy claro que yo no estaría en este por mi propia decisión.
Horas después estoy sentada en mi sofá leyendo el informe del operativo, el Halcón tenía una esposa, madre del Asesino, desapareció cuando este tenía solo cinco años, no la han visto ni han encontrado su cuerpo, simplemente desapareció de la faz de la tierra. Seguro que está muerta aunque no hayan encontrado nada, son unos criminales, es lo que pasa en esas familias. El Asesino tiene entre veinticinco y treinta años, no saben la edad exacta ya que no saben con exactitud su identidad. No hay fotos. Su delincuencia ha crecido en los últimos años y los federales no han podido detenerlo. Hay fotos de víctimas mutiladas y asesinadas, creen que han sido ellos pero no tienen pruebas. Están bien escondidos y organizados. Sigo mirando hoja tras hoja, no me escandalizo ya que estoy preparada para todo esto pero es de lo peor que me voy a enfrentar hasta el momento. Parece que no tienen escrúpulos y que no tiemblan a la hora de hacer lo que se les venga en gana. Pues ya es hora de que tengan consecuencias. Cierro la última hoja y suspiro, necesito concentración y prepararme para esta noche, así que voy donde únicamente me produce paz, el gimnasio. Allí plasmo todas mis emociones, ya sean buenas o malas, en un saco de arena.


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El juego del Asesino (Trilogía EFE I )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora